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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Lo del jazz en La Palma está yendo muy en serio

Queridos amigos: En Cataluña, esa tierra en la que siempre me encuentro bien, ya sabéis que la frecuento mucho, Cava Llopart es la primera bodega que empecé a trabajar allá por el 2000, en Cataluña, os decía, se celebra la Pascua, el Domingo de Resurrección de la manera que veis en la foto que me envía José María Llopart, con Monas de Chocolate, que regalan los padrinos o madrinas a sus ahijados y ahijadasas. La fiesta viene de los antiguos rituales paganos, como casi todas. Las grandes religiones han copiado, calcado, en mucho, a las primitivas, a las de la naturaleza. Antiguamente se regalaban huevos, la fiesta era una exaltación a la fertilidad, a la primavera que todo lo fecunda.

Algunas veces me han venido a la tienda preguntándome, como con ganas de hacer daño, por un Cava que no sea catalán. Lo primero que hago, cuando me veo en esa situación, es responder a la pregunta, con mucha educación: ‘No, no tengo’. Después, les comento de mi relación, rayando lo familiar, con la familia Llopart, de mi agradecimiento hacia ella, y es más, llego hasta decirles que este rencor o resentimiento, son vientos soplados por los políticos, que se atizan, sin saber muchas veces los daños en que puedan desembocar, que esto es muy parecido a que los peninsulares no quisieran comprar mojo de Tazacorte, porque un día este municipio vanguardista se haya declarado ‘libre e independiente de España’, o porque haya existido Cubillo y su Movimiento de Liberación Nacional no quisieran rozarse por las islas. Sigo hablando con ellos, y cuando ya veo que no me escuchan, que se desentienden, les digo por segunda vez, con mucha cortesía: ‘Perdone, pero es que como le dije, solo tengo Cava Llopart, y es catalán’. Esta actitud de algunos hace que cada vez me reafirme más y más en la defensa de la bodega catalana, y en la de los productos de la zona, salga el sol por donde salga, me quieran hacer un boicot, pintarme la puerta de la tienda, coserme algo a la cazadora, o hacerme lo que sea. Hay una cosa curiosa y común en estas personas: solo vienen a preguntarme por ese artículo.

La idea de Llopart, la de la foto con la que acompaño esta carta, me gusta. Una mona y una botella de Néctar Terrenal (cava de postres, semidulce), juntos los dos, de chocolate. El Néctar Terrenal es el cava del que menos hablo, entonces aprovecho el momento para hacerle, en lo posible, algo de justicia, y voy a empezar a hacerlo hablando de la etiqueta. Es la más artística de Llopart, es un cuadro de Liébana, como casi todos los suyos, un cuadro de ángeles, un ángel alado con un racimo de uvas en la mano izquierda y en la otra mano una copa derramando vino sobre la tierra. Liébana tiene lleno de cuadros todas las paredes del hotel rural que Lucía Bosé cuida en Extremadura, es amigo de la familia Llopart, hay varios cuadros de él en las paredes de la Cava , y es un incondicional del Gran Reserva Leopardi Brut Nature. Ahora, lo voy a hacer de lo que hay dentro de la botella, del cava. Las uvas son xarel.lo 70% y parellada 30%. El tiempo de crianza en botella es de 24 a 30 meses en botella. Está elaborado a partir de un peculiar cupaje de dos vinos monovarietales muy contrastados. El personal licor de expedición, envejecido en barrica, le aporta el grado de dulzura óptimo y unas delicadas pinceladas aromáticas y gustativas. Color amarillo dorado, con reflejos de oro brillante. Amplia paleta aromática, con tonos acaramelados, de cítricos y de frutas maduras. En boca es cremoso y corpóreo, y con una buena acidez que le da viveza y frescor. Post gusto suave, persistente y sabroso. Es un cava especialmente concebido para acompañar armónicamente los postres, pero también puede maridarse con platos agridulces, foies y queso potentes. Temperatura de servicio, de 5 a 7 grados.

El pasado 7 de abril Billie Holydas hubiese cumplido cien años, murió muy joven, o al menos me lo parece a mí, con cuarenta y cuatro años: prostitución a edad temprana, alcohol, drogas, y una voz incomparable que nos acompañará siempre. Ese día puse su música desde que llegué a la tienda, esto de spotify es como tener una lámpara maravillosa en casa, o un genio, hasta las doce de la noche, en que nos despedimos cuatro amigos que estuvimos en Las Cosas Buenas de Miguel celebrando su cumpleaños, con cava Llopart Brut Nature, unas anchoas, mejillones, patatas fritas, caldo de huevo casero y una tarta de frambuesa, como le gustaba a Billie, encargada para el encuentro por nuestro amigo, que nos congregó, Pericles, El Apóstol del Jazz, que vino unos días a estar con su madre, la que nos hizo el caldo de huevo, ¡Con almendras, hay que ponerle siempre almendras de La Palma, no de las de fuera! Pericles me envía el siguiente whatsapp, antes de regresar a New Orleans: “¿Qué es esa Strange Fruit que cuelga de los arboles? Como se puede cantar y transmitir el sufrimiento por tus hermanos africanos, ya enloquecidos por la barbarie de la esclavitud, por tanto destrozo el principio de la libertad del ser humano. Ellos ahorcados y quemados posteriormente se quedaban colgados de los árboles. Jamás nadie se ha atrevido a decirlo y recordárselo al hombre blanco. Jamás nadie cantó desde dentro del sufrimiento como lo hizo ella. El jazz era la excusa perfecta. Su voz retumba en mi cabeza con esta triste melodía y, por eso la otra noche reuní a tres buenos amigos, que aceptaron el reto de brindar por lo que ella mas quería. La libertad y la abolición de la esclavitud. Espero que tus ojos se iluminen de esperanza tras oírla con detenimiento. Kiss, Jazz & more...”. Así es nuestro Pericles, nuestro Apóstol del Jazz, así tuvo que hacer las maletas, la mochila, a Inglaterra hace lustros, abrirle el camino a nuestro Frank Ibárruri, para que siguiera con su ejemplo, y después de muchas posadas, encontrarse de una manera total consigo mismo, con su gurú Duke Ellington, y predicar el Jazz en New Orleans, o donde toque. Creo que hoy, solo he oído cuarenta veces Strange Fruite, si no hubiese sido por él, la otra noche, no hubiese tenido este gusto, hoy.

Esto del jazz en La Palma está yendo muy en serio. Esta semana en el Bar Cosmos, dentro del ciclo Standars Jazz, tocaron Idafe Pérez, trompeta, y Manolo Brito, teclado. En la mente de Pericles está festejar el próximo aniversario de la muerte de Duke Wellington, algo se le ocurrirá, su creatividad no duerme, su inspiración nos llegará, o quizás hasta él mismo, pues viaja como las notas musicales. Aceptamos todos tus retos, Apóstol. Pero no solo de jazz vive el hombre en Santa Cruz de La Palma, y no solo hay música en el Bar Cosmos, tenemos también el Ciclo de Conciertos de la Asociación Cultural de Amigos Palmeros de la Ópera (ACAPO), dedicado a Jerónimo Saavedra Acevedo.

Abrazos por el lado del corazón. Salud y alegría interior

Las Cosas Buenas de Miguel

Queridos amigos: En Cataluña, esa tierra en la que siempre me encuentro bien, ya sabéis que la frecuento mucho, Cava Llopart es la primera bodega que empecé a trabajar allá por el 2000, en Cataluña, os decía, se celebra la Pascua, el Domingo de Resurrección de la manera que veis en la foto que me envía José María Llopart, con Monas de Chocolate, que regalan los padrinos o madrinas a sus ahijados y ahijadasas. La fiesta viene de los antiguos rituales paganos, como casi todas. Las grandes religiones han copiado, calcado, en mucho, a las primitivas, a las de la naturaleza. Antiguamente se regalaban huevos, la fiesta era una exaltación a la fertilidad, a la primavera que todo lo fecunda.

Algunas veces me han venido a la tienda preguntándome, como con ganas de hacer daño, por un Cava que no sea catalán. Lo primero que hago, cuando me veo en esa situación, es responder a la pregunta, con mucha educación: ‘No, no tengo’. Después, les comento de mi relación, rayando lo familiar, con la familia Llopart, de mi agradecimiento hacia ella, y es más, llego hasta decirles que este rencor o resentimiento, son vientos soplados por los políticos, que se atizan, sin saber muchas veces los daños en que puedan desembocar, que esto es muy parecido a que los peninsulares no quisieran comprar mojo de Tazacorte, porque un día este municipio vanguardista se haya declarado ‘libre e independiente de España’, o porque haya existido Cubillo y su Movimiento de Liberación Nacional no quisieran rozarse por las islas. Sigo hablando con ellos, y cuando ya veo que no me escuchan, que se desentienden, les digo por segunda vez, con mucha cortesía: ‘Perdone, pero es que como le dije, solo tengo Cava Llopart, y es catalán’. Esta actitud de algunos hace que cada vez me reafirme más y más en la defensa de la bodega catalana, y en la de los productos de la zona, salga el sol por donde salga, me quieran hacer un boicot, pintarme la puerta de la tienda, coserme algo a la cazadora, o hacerme lo que sea. Hay una cosa curiosa y común en estas personas: solo vienen a preguntarme por ese artículo.