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La mascarilla del emprendedor…

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Sí, ya sé “que no está el horno para bollos”, pero sigan leyendo que al final (muy al final) les va a interesar. 

Hace unos días escuché en la radio que el uso de las mascarillas sería obligatorio en casi todos los lugares, incluso teniendo distancia de seguridad y demás. Sin duda, no soy quien, para opinar de ello, imagino (o quiero imaginar) que los que mandan están bien asesorados en este asunto. 

Pero sí les voy a hablar de la mascarilla del Emprendedor. Más o menos similar a la que intenta frenar a la archiconocida lacra, pero con algunas peculiaridades: 

Material 

El material deberá estar homologado por su mercado, es decir, si tienen el OK de un cliente no vale, y menos si ese cliente es su pareja, madre, padre o amigo del alma, porque ya saben que el cliente no tiene el “por qué” tener siempre la razón, deberá ser el mercado en su conjunto quien “evalúe” si la mascarilla del emprendedor “tira o no tira”. Si es viable o no, si viene a cubrir la necesidad de mercado por la cual fue “adquirida” … 

Les recomiendo un material resistente pero transpirable. Los emprendedores solemos mordernos la lengua mucho, ya saben, si es transpirable mejor, que así respiramos mejor que buena falta nos hace… 

Colocación 

Es muy importante este ítem. Los emprendedores nos colocamos la mascarilla a las 8:00 a.m. y nos la quitamos a la misma hora (con suerte) pero de la lejana tarde. 

Como son muchas horas de mascarilla, les recomiendo que busquen esas que se ponen con fijación elástica al cuello o a la parte trasera de la cabeza. Intenten que no sea el “agarre” convencional de las orejas. El emprendedor deberá tener los oídos despejados para escuchar tendencias, para escuchar como decía ut supra a ese mercado y, tengo que decirlo, para escuchar a esa “gente” que dice que nos da tres meses de vida (al negocio). 

¿Cuándo cambiar la mascarilla? 

Esta es la pregunta más sencilla de contestar, simplemente “cuando puedan”. En esa jornada maratoniana del Emprendedor, muchas veces se nos olvida hasta comer, imagínense cambiarnos la mascarilla… 

Los expertos recomiendan que se cambie cada dos o tres días, aunque dependerá del uso que se les dé; como nosotros la llevamos unas 12 horas, igual la tendremos que cambiar cada 6, pero reitero, cuando puedan. 

Personalicen la mascarilla 

Les he comentado en otras ocasiones que es importante la personalización en las empresas. Ayuda a humanizar la marca de sus negocios, comercios, etc. y genera un vínculo más humano. 

Pongan su nombre, su cargo, su apodo… algún distintivo para hacerle la vida más fácil al cliente. 

Hay emprendedores que la mascarilla le ha venido hasta bien. Entiendan esta frase sin acritud, pero no sonreían a sus clientes antes, ahora al menos, al estar cubiertos, lo disimulan. 

Última recomendación 

Jamás ponérsela en el codo, garganta, pero, sobre todo, en los ojos. Nos “han quitado” la sonrisa, parte del lenguaje no verbal, incluso nos “han dado” la facilidad de sudoración, de que el pintalabios recorra por el interior de la mascarilla sus propias “curvas de San Juanito”, pero si se la ponen en los ojos, cegarán. 

Si había que tener los oídos “despejados”, ahora la visión es más importante que nunca. ¿Por qué? Porque deben tener visión de presente, pero sobre todo de futuro. Todo pasa, pero la diferencia es estar realmente preparados para cuando pase. Ojo, no estoy diciendo que volvamos a lo de antes, que haya una fecha donde digan “ea, ya esto ha acabado”, no, digo que la visión de futuro les permitirá pintar un lienzo que aún no se ha fabricado, pero cuando llegue el momento… cuando llegue, no perderán tiempo en saber qué pintar porque ya lo habían visionado. 

Lo sé, muchos de ustedes dirán -pero lo importante es el presente, es ahora cuando tenemos el problema-, nadie ha dicho lo contrario, vuelvan a repasar mis letras para cerciorarse, lo que quiero intentar explicarles, es que, bajo mi humilde opinión, el presente es un parche, el futuro es una rueda nueva… 

Los que me conocen saben que siempre intento ver las cosas positivas incluso en las cosas negativas. Bien es cierto que esta lacra que ha dejado muerte, paro, lágrimas y miedo, también nos ha entregado la capacidad de hablar sin voz a través de aplausos, solidaridad, innovación, reinvención y digitalización. 

Nos ha dado más tiempo para estar con nuestra familia, algo que con las 12 horas de “mascarilla emprendedora” no podíamos ni imaginar. Nos ha dado una bofetada de esas para aprender, de las que ya no se pueden dar, pero que los que tenemos más edad sabemos que, a tiempo, era una asignatura troncal de Oxford. 

Nos ha venido a decir que, con o sin mascarilla, tenemos que emprender en la diversidad, diversificando el riesgo de nuestras unidades de negocio, haciendo más sinergias emprendedoras que nunca… 

“Nos ha cerrado la boca (sin mascarilla) pero, espero, que para abrirnos los ojos”. 

Bueno, les dejo que tengo encargados en la farmacia de la esquina 10 paquetes de mascarillas, en total, unas 100; ya hice el cálculo de horas y creo que me darán para unas tres quincenas…

Rayko Lorenzo

www.raykolorenzo.com