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¡A mayores cargos, mayores cargas!

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Gara: ¿Qué tienes hoy, Guanartemillo, que se te ve tan apesadumbrado? ¡Alegra un poco esa carita tristona que parece que vienes de un funeral!

Guanarteme: Pero ¿qué cara quieres que se me ponga, Gara, si toda la gente que me acompaña en este lugar no deja de avasallarme para que apechugue con alguno de sus formidables tinglados?

Gara: ¿Y qué es, chiquillo, lo que se te manda hacer ahora?

Guanarteme: Pues eso, lo de siempre, que ocupe un puesto determinado, ya sea como candidato representante del Partido de los Verdes en las próximas elecciones, ya sea como postulante cantando salmos en el coro del monasterio del pueblo, o ya sea como padre de familia y sus prolongaciones…

Gara: ¡Vamos!, que a lo que te dediques sea a servir decididamente a la Realidad en nombre de la patria, la democracia, la religión o el amor. 

Guanarteme: ¿Y es esta serie de faenas impuestas, que a poco que te descuides te caen encima, motivo alguno para estar alegre? ¡Porque aquí, para colmo de los colmos, tiene uno que aparentar que está contentísimo!

Gara: No te falta razón, corazón, de lo que se trata es esencialmente de tenerte lo más entretenido posible con todo tipo de florituras, no vaya a ser que te quede un instante de respiro y te asalte el presentimiento de que pudiera vivirse del revés, y en lugar de hacer lo que hacemos, apostáramos por todo lo contrario.

Guanarteme: ¡Ya está bien! ¡Yo no quiero seguir siendo cómplice! “¡A mayores cargos, mayores cargas! ¡a mayores suertes, mayores muertes!” ¡Me gustaría vivir tranquilo! ¡¡¡estoy harto de obligaciones!!! ¡Ojalá pudiese convertirme en el hombre invisible!

Gara: Muy preciso tu desconcierto, mi amor. Sin embargo, no estaría de más recordar que la visibilidad está íntimamente ligada a la ideación. De hecho, en griego el verbo «idein»   quiere decir originalmente visión y sólo luego pasa a tomar el sentido de visión imaginativa, noética. Y «nous» es la facultad ideativa, la capacidad de concebir ideas. Por eso no te dejan en paz los prójimos, que te miran como sabiendo bien quién eres, te catalogan, te tienen definido por una serie de rasgos y, de esa manera, te invitan a que te identifiques con tu disfraz y a padecer por ello toda serie de torturas.

Guanarteme: Pero ¿qué es lo que tú ahora deseas recordarme, mocosilla? Yo ya soy mayorcito para estar bien desengañado.

Gara: Perdona, no estés tan seguro de que nunca se llega a estar lo suficiente. Siempre se puede insistir más y más. Uno cree que la vida es un bien que le toca a los Poderes administrarla con su montaje fabuloso. Pero ¡ay, amigo! esta fe nunca puede ser perfecta, y a veces se producen fisuras, que revelan que uno está poco formado, que está dividido, y es en esa confluencia de caminos donde hallamos el primer paso para una auténtica liberación.

Guanarteme: Eso, eso precisamente es lo que sueño, ser libre, ser libre, pero no sé cómo conseguirlo.

Gara: Apréndete de memoria, cariñito, que Realidad y Libertad son incompatibles. La libertad no se nos da más que en la pura disolución de la realidad en general y la del alma individual en particular, siendo ambas mentirosas en su única pretensión de ser verdaderas. ¡Ay, si realmente deseáramos lo que desea nuestro corazón! ¡ese profundo anhelo de lo otro, de lo que no es uno, de lo que no es realidad!  

Guanarteme: ¿Sería como entrar en el reino de la gracia?

Gara: Sí, el vínculo es incuestionable: gracia de lo inconcebible, de lo desconocido, las vivencias de la niñez, en definitiva, vivir esa vida que parece que sabe a vida. Por citar al poeta: “No es la gloria eterna lo que quiero, es vivir otra vez lo que he vivido.”

Guanarteme: ¡Uf! A mí lo que me pasa es que se me está pasando un poco esa magua, esa pesadumbre que no me dejaba vivir.

Gara: Déjala, déjala que se pase, a ver si, a fuerza de renunciar, se te da remontar el vuelo por lo menos para ir tirando este ratillo en que nos dejan estar juntos.