La Palma Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

En el nombre del gesto

Nada ni nadie erradicará de un instante a otro la semilla viciosa e indeleble del racismo y la xenofobia, arraigada durante generaciones y generaciones en la especie humana, y no lo hará o no se hará porque es imposible deshacer o borrar cientos de páginas de la enciclopedia que delata las diversas e innumerables conductas de los miembros de dicha especie. Sin embargo, el gesto del pasado 1 de mayo de la activista Tess Asplund, lejos de mostrar o generarnos resolución a la ecuación matemática para neutralizar y desahuciar toda actitud nazista, dejó expuesto que, en todo caso, la más viable línea, trazo o composición musical con que acallar los tambores de la intransigencia racial, es la propia intransigencia, emular en conducta y forma, incluso simbolismo, revertido por supuesto hacía los 300 miembros del Movimiento Nórdico de Resistencia (NRM) que salieron ese domingo por la calles de Börlange, a 30 km al norte de Estocolmo, gritando y exigiendo la expulsión de los extranjeros de Suecia.

Emular en conducta y forma no se trata del ejercicio de la violencia para contrarrestar la propia violencia, la referencia a la intransigencia como tal se direcciona en relación a su definición: Actitud de la persona que no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no transige con ellos. Que es lo que Tess Asplund ha mostrado con su gesto. Dicho por ella misma a un reportero: “Fue un impulso, estaba tan enfadada. Cuando pasaron caminando simplemente sentí que no deberían estar ahí y salí a la calle”.

Las autoridades, en todo caso, no deberían de haber permitido y autorizado dicha manifestación, más cuando la raíz y fundamento de dicho grupo es evidente y consecuente, aunque, y como han indicado, exista una ley constitucional en Suecia para expresar libremente las opiniones.

El racismo y la xenofobia no se suelen quedar ahí, en opiniones navegando en mar abierto, suelen acercarse a puerto, quemar y arrasar todo a su paso. No son opiniones, son conductas que se alimentan de la ceguera del fanatismo, y que forjan e instrumentan clasificaciones en la ciudadanía.

Nada ni nadie erradicará de un instante a otro la semilla viciosa e indeleble del racismo y la xenofobia, arraigada durante generaciones y generaciones en la especie humana, y no lo hará o no se hará porque es imposible deshacer o borrar cientos de páginas de la enciclopedia que delata las diversas e innumerables conductas de los miembros de dicha especie. Sin embargo, el gesto del pasado 1 de mayo de la activista Tess Asplund, lejos de mostrar o generarnos resolución a la ecuación matemática para neutralizar y desahuciar toda actitud nazista, dejó expuesto que, en todo caso, la más viable línea, trazo o composición musical con que acallar los tambores de la intransigencia racial, es la propia intransigencia, emular en conducta y forma, incluso simbolismo, revertido por supuesto hacía los 300 miembros del Movimiento Nórdico de Resistencia (NRM) que salieron ese domingo por la calles de Börlange, a 30 km al norte de Estocolmo, gritando y exigiendo la expulsión de los extranjeros de Suecia.

Emular en conducta y forma no se trata del ejercicio de la violencia para contrarrestar la propia violencia, la referencia a la intransigencia como tal se direcciona en relación a su definición: Actitud de la persona que no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no transige con ellos. Que es lo que Tess Asplund ha mostrado con su gesto. Dicho por ella misma a un reportero: “Fue un impulso, estaba tan enfadada. Cuando pasaron caminando simplemente sentí que no deberían estar ahí y salí a la calle”.