La Palma: tras la huella del incendio

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Dos meses han transcurrido

desde el incendio apagado

y el territorio quemado

ha caído en el olvido.

Pocas plantas han podido

renacer o rebrotar,

entran ganas de llorar

verlas a todas quemadas,

secas o carbonizadas,

que otra vez hay que plantar.

 Jócamo, 3.X.2023

NOTA: Resulta llamativa la rapidez con las que las autoridades en general, y las ambientales en particular, se olvidan de los incendios y dejan de tener presencia en los medios, como si su responsabilidad concluyera cuando se apagan las llamas.

Una lástima que no se conceda el mismo protagonismo que acaparan los políticos durante el incendio, a los responsables técnicos que les toca ahora la ardua y silenciosa tarea de verificar daños y tratar de restaurar los ecosistemas quemados.

En relación con el último incendio que afectó, el pasado mes de julio, el pinar y matorral de cumbre de los municipios de Puntagorda y Tijarafe, en La Palma, hay que destacar la labor realizada en las cumbres insulares por la dirección del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente.

Es doloroso ver cómo en unas pocas horas se ha ido al traste el esfuerzo de décadas de repoblación y de investigación, tanto dentro como fuera de las parcelas experimentales. A la vez que resulta admirable el entusiasmo con el que dicha dirección asume el contratiempo, que es aprovechado para adquirir información y continuar inasequible al desaliento con el trabajo emprendido. Un ejemplo que no es frecuente observarlo en la gestión y conservación de nuestro patrimonio natural, labor en la que “es más fácil predicar que dar trigo”.