Me parece coherente que suspendan el ‘Sálvame’ en los tiempos del sálvese quien pueda, qué se le va a hacer, nunca llueve a gusto de todos, bueno, al menos que llueva a gusto de alguien, pero que llueva y tranquilos, que dicen que viene Juan Luis Guerra y entonces lloverá café. Todo parece anunciar un apocalipsis de botellón, un apocalipsis de andar por casa, sobre todo me parece inquietante que tenga que reunirse la junta de seguridad por problemas relacionados con ¡Puntagorda! Hasta ahí podíamos llegar, apaga y vámonos, y todo ello en la edad de los sabios, la edad que todos somos abogados, médicos, ingenieros, etc., y vamos dando por ahí consejos que nadie nos ha pedido. Como diría Petite Lorena, todos queremos enseñarle acordes a Eric Clapton. Lo dicho, la edad de los sabios. No te digo YouTube, donde proliferan de forma virulenta consejeros y profetas, gente incluso que te proporciona paz interior e iluminación espiritual al precio de un simple like. Gente que te dice cómo cambiar la realidad sin primero decirte qué diablos es la realidad, esa cosa tan ambigua que queremos moldear como si fuera de plastilina, a nuestra imagen y semejanza, y eso ni a los dioses les salió demasiado bien.  Salgo a pasear por el carril de viandantes de la carretera de Fuencaliente y pienso que me he quedado calvo de tanto decirme “pelillos a la mar”.