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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Relevo esperado

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El socialista Sergio Matos Castro deja la Alcaldía de Santa Cruz de La Palma en manos del popular Juan José Cabrera. El matrimonio no se extingue, intercambia roles de mutuo acuerdo. Ni Cabrera ha sido un estorbo para Matos, ni Sergio ha sido un obstáculo para Juan José. El problema es que, ahora, de cara a las elecciones del 2015, no ellos, sino sus partidos estarán en la obligación de recolocar sus discursos. La experiencia no ha sido mala y es posible que llegue a buen término, aunque algunos la consideren “sexo sin amor”. Lo cierto es que la nueva generación de populares y socialistas ha recompuesto sus relaciones a nivel local, hasta hacer fructificar acuerdos favorables a la ciudadanía. Aunque separados por la divisoria ideológica, hemos visto a sus hombres y mujeres, juntos pero no revueltos, persiguiendo el mismo objetivo, abriendo puertas y despejando caminos, con mejor o peor fortuna por el bienestar de nuestra gente. Así, el hasta ahora teniente de alcalde, Juan José Cabrera, ejercerá el cargo de primer regidor de Santa Cruz de La Palma de forma provisional hasta su toma de posesión como máximo responsable del Ayuntamiento.

El relevo se produce en un momento en el que el PSOE en La Palma parece renegar del aparato regional, tras la expulsión de los seis consejeros socialistas en el Cabildo por aliarse precisamente con el bando contrario del PP, para desbancar a CC y elevar a la Presidencia de la Institución al socialista Anselmo Pestana. Se entrega a los populares una alcaldía, en medio de la profunda crisis que sufre el socialismo palmero y después de que la Federal del PSOE haya decretado la disolución de la Ejecutiva Insular por la aludida alianza con los conservadores. Pero en el Ayuntamiento capitalino existe un especial sentido de continuidad y, aunque el poder atrae irresistiblemente, la honestidad y el respeto a la palabra dada, la fuerza moral, pródiga en sinceridad, de Sergio Matos, obliga a mucho más. Tal vez por eso, su persona no ha pasado desapercibida en el ámbito de la vida ciudadana. Matos no se ha dejado llevar por el viento que mueve las veletas y nos ha demostrado que para hacer política se necesita paciencia y, sobre todo, en situaciones de co-gobierno, seriedad para no cruzar la línea divisoria entre la concordia y la discordia, entre la paz y el conflicto. Recuerdo las palabras de aquel pensador que dijo: “El político, o es hombre de gobierno, o no pasa de comparsa, forma en el coro y nada más”. El ya anterior alcalde, conscientemente al servicio de su tierra natal, supo alcanzar con un partido antagónico, igualdad en la diferencia, algo que sólo se consigue exponiendo razones y superando dificultades en un trato cordial y con una comunicación adecuada, asumiendo la lealtad como el primer valor de un político.

El presidente de la comisión gestora del PSOE en la Isla, Manuel Marcos Pérez, ha declarado que “la cesión de la Alcaldía en la capital al PP, en principio, no conllevará las expulsiones de los cinco concejales socialistas, toda vez que, explicó, es el resultado del cumplimiento de un acuerdo que arranca a inicios del mandato, y que, si bien originó un expediente, este se resolvió a favor de los citados ediles”. El mensaje parece acertado, aunque en otros círculos políticos no se entienda “la cabriola”, al no tratarse por igual rasero a aquellos que con “pecadora impaciencia” convirtieron de un plumazo en hombres y mujeres sin bandera a socialistas de corazón en el Cabildo palmero. Hombres y mujeres que han sido zarandeados (en opinión de sus simpatizantes), hasta ser expulsados, en un clima de chulería y crispación por “los maléficos” dirigentes de su partido.

Respecto a la Corporación Local de Santa Cruz de La Palma, y por lo que hemos escuchado al nuevo “gestor” socialista, parece que salvo que exista algún trapicheo escondido debajo de la alfombra, PSOE y PP podrán seguir festejando “sus esponsales” en la capital por lo que resta de mandato. Y es que Manuel Marcos sabe que reconducir esta situación en la capital de la Isla es la síntesis de un imposible. Así, matizó que “ahora mismo no hay nada nuevo y, por tanto, no se incoará otro proceso de expulsión”.

Queda claro que, aunque en otro tiempo no fue así, algunos políticos se mueven con más desenvoltura en los aparatos de poder que en las cercanías del pueblo. Los que están en el pedestal, no se han dado cuenta del “paso corto”, cada vez más corto, con que se mueve la gente de pie menudo? Nuestra gente, la gente de la calle. No es fácil conocer el pensamiento de los habitantes de Santa Cruz de la Palma y, ellos, son los únicos que tienen el poder de “premiar o censurar” a Sergio Matos. Valorar su manera de actuar ante los problemas. Sin embargo, hemos podido constatar que una gran mayoría alaba su cercanía al pueblo, su franqueza, esa fuerza moral pródiga en sinceridad, digna de agradecer y admirar por aquellos que le hemos tratado como alcalde, a lo largo de estos dos años y medio de mandato, en los que ha contado con el apoyo del PP.

En Santa Cruz de la Palma el poder que se disputan los partidos políticos, no es total. Difícilmente puede serlo, debido a la fragmentación del voto. De ahí, la importancia de ocupar, al margen de ideologías, un espacio que permita participar de la activa política municipal desde el gobierno. El respaldo a los políticos sin tener en cuenta tales ideologías, no es una novedad. De Antonio Sanjuan se dijo que era “un alcalde de izquierdas elegido por una ciudad de derechas”. No creemos que Santa Cruz de la Palma sea más de derechas que de izquierdas, sólo que su manera de votar obliga al debate, a la reflexión de los partidos y? a pactar sin resquemores. Un análisis que conduce a la moderación y a acrecentar los valores cívicos que permitan gobernar por encima de antagonismos. Tal vez por eso, a pesar del aberrante “drama pasional” que viven los socialistas palmeros (muchos de ellos sacrificados en una antropofagia política sin precedentes), esperamos que Sergio Matos, con Juan José Cabrera como primer edil, asuma con igual interés que siendo alcalde, una acción de gobierno racional y madura, expresión del hombre y del político que lleva dentro.

El socialista Sergio Matos Castro deja la Alcaldía de Santa Cruz de La Palma en manos del popular Juan José Cabrera. El matrimonio no se extingue, intercambia roles de mutuo acuerdo. Ni Cabrera ha sido un estorbo para Matos, ni Sergio ha sido un obstáculo para Juan José. El problema es que, ahora, de cara a las elecciones del 2015, no ellos, sino sus partidos estarán en la obligación de recolocar sus discursos. La experiencia no ha sido mala y es posible que llegue a buen término, aunque algunos la consideren “sexo sin amor”. Lo cierto es que la nueva generación de populares y socialistas ha recompuesto sus relaciones a nivel local, hasta hacer fructificar acuerdos favorables a la ciudadanía. Aunque separados por la divisoria ideológica, hemos visto a sus hombres y mujeres, juntos pero no revueltos, persiguiendo el mismo objetivo, abriendo puertas y despejando caminos, con mejor o peor fortuna por el bienestar de nuestra gente. Así, el hasta ahora teniente de alcalde, Juan José Cabrera, ejercerá el cargo de primer regidor de Santa Cruz de La Palma de forma provisional hasta su toma de posesión como máximo responsable del Ayuntamiento.

El relevo se produce en un momento en el que el PSOE en La Palma parece renegar del aparato regional, tras la expulsión de los seis consejeros socialistas en el Cabildo por aliarse precisamente con el bando contrario del PP, para desbancar a CC y elevar a la Presidencia de la Institución al socialista Anselmo Pestana. Se entrega a los populares una alcaldía, en medio de la profunda crisis que sufre el socialismo palmero y después de que la Federal del PSOE haya decretado la disolución de la Ejecutiva Insular por la aludida alianza con los conservadores. Pero en el Ayuntamiento capitalino existe un especial sentido de continuidad y, aunque el poder atrae irresistiblemente, la honestidad y el respeto a la palabra dada, la fuerza moral, pródiga en sinceridad, de Sergio Matos, obliga a mucho más. Tal vez por eso, su persona no ha pasado desapercibida en el ámbito de la vida ciudadana. Matos no se ha dejado llevar por el viento que mueve las veletas y nos ha demostrado que para hacer política se necesita paciencia y, sobre todo, en situaciones de co-gobierno, seriedad para no cruzar la línea divisoria entre la concordia y la discordia, entre la paz y el conflicto. Recuerdo las palabras de aquel pensador que dijo: “El político, o es hombre de gobierno, o no pasa de comparsa, forma en el coro y nada más”. El ya anterior alcalde, conscientemente al servicio de su tierra natal, supo alcanzar con un partido antagónico, igualdad en la diferencia, algo que sólo se consigue exponiendo razones y superando dificultades en un trato cordial y con una comunicación adecuada, asumiendo la lealtad como el primer valor de un político.