Transparencia a primera vista o divorcio

14 de febrero de 2022 21:55 h

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No sé si alguna vez has intentado leer unos presupuestos de la administración pública. Llevo días intentando leer las más de 250 páginas de mi ayuntamiento, del que soy flamante nueva concejala, y a parte del baile de cifras, remanentes y liquidaciones que debería venir con traducción simultánea, me choca la falta de poesía. Son los presupuestos de un pueblo para un año, para arreglar aceras entre un barrio y otro, para abonar los sueldos de los funcionarios y concejales liberados (no el mío, que en la oposición vivimos de la vocación), de las pequeñas ayudas a las asociaciones o promoción deportiva. Me choca, porque al final, las personas que conoces de tu pueblo se convierten en una cifra.

No figura en ningún sitio que este año le demos más dinero al equipo de baloncesto porque tienen que cambiar los equipajes o que si se presupuesta más cantidad a las ayudas para evitar la exclusión social o que la acera que toca arreglar es para que los chicos puedan ir andando al instituto. Pero tenemos los números sin nada de romanticismo. Si yo fuera alcaldesa, le ponía un poco de literatura, unas pocas palabras de cariño a los presupuestos. Porque, al fin y al cabo, cuando se elige destinar unos dineros a una cosa y no a otra, se hace por prioridades y para que contribuya a la mejora de la vida de las personas. Personas que no partidas presupuestarias. Ayudas, que no limosnas. Proyectos para un futuro mejor, que no escaparate mediático.

Y con las cifras, no se ve el cariño. Y mira que me gustan los números. Soy física, no me van a gustar... pero por mucho documento administrativo y legal que sea, por lo menos un apartado para la justificación de decisiones debería tener... Y claridad también, que está escrito para contables y no el público en general. Y si los imprimes ¡vas a ver el susto!

Y en una semana donde se publican las puntuaciones de transparencia de las instituciones, hablar de documentación administrativa me viene que ni pintado. Los portales de transparencia son una metáfora administrativa para llamar a la “accesibilidad de información”.

Hace unos años, las administraciones eran poco aficionadas a abrir la información a los ciudadanos. Un gran problema porque, entre los casos de corrupción, la poca cultura participativa y la poca transparencia, en nuestra sociedad se habla ahora del “ellos: los políticos y las instituciones” y “nosotros: los ciudadanos”. En un intento de conciliar la brecha comunicativa y el derecho a la información, se crearon, por ley, los portales de transparencia. 

Así que se puede subir la documentación pública de una institución a la web para el que la quiera consultar. Pero el que crea la ley, crea la trampa...y así, por ejemplo, se valoran más los formatos de la información (editables mejor que pdf) que la claridad de los contenidos o se valora más la estructura del portal en sí mismo, que sí contiene los datos actualizados o todos los documentos relevantes. Es verdad que ahora puedes leer las actas de los plenos o lo que cobra el alcalde o presidente. Pero si las actas tienen más de un año y no son actuales, si el sueldo también es de hace un año no el de ahora, o si la información está en un lenguaje tan formal que no llega el mensaje, eso no se valora. Así que por mucho que se tengan estos portales, la comunicación sigue alejando a la ciudadanía de las instituciones y a la larga, del civismo.

Y a lo peor, para cumplir con la normativa, algunos ayuntamientos y cabildos se dedican a pagar a consultoras cantidades astronómicas para pasar del suspenso al 10 en transparencia, así como por arte de magia. Total, que seguimos sin entender los presupuestos, con el 10 incluido, sin poesía y sin miles de euros que se podrían haber gastado, por ejemplo, en ayudas de emergencia, en lugar de en los honorarios de una consultoría. Aprobar, se aprueba en transparencia, pero como los funcionarios propios no han aprendido cómo funcionan los portales o la baremación, es como si hubieses copiado en el examen porque el año que viene toca pagar a otra consultora. ¿Lo importante es la nota final o el acceso a la información?

Como en la vida misma, nos encontramos con problemas de comunicación entre las instituciones y la población que hacen que la relación se deteriore de manera irreconciliable. Y mientras tanto, yo continúo mareada con los remanentes, los superávits y no veo ni un poquito de amor entre las líneas del presupuesto. Hoy, 14 de febrero, haré un esfuerzo para no llegar al divorcio por mutuo acuerdo.