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La Virgen de Las Nieves de La Palma en tiempos de los awara

Existen numerosos casos en Canarias o en América de utilizar imágenes de la Virgen, y no de Cristo, como modelo de conversión al cristianismo, sabedores de que la sociedad y las creencias de los indígenas insulares manifestaban un claro carácter matriarcal.

Serían los franciscanos los que experimentaron el método y las introdujeron en Canarias durante el siglo XV. Los intrusos se afanaron por lograr la dominación ideológica y se esmeraron en destruir y suplantar la espiritualidad ancestral con una nueva simbología mariana (imágenes de vírgenes con niño como distintivo de madre y señora ligada a la fertilidad y a la adoración de la naturaleza). Los misioneros, a la vez que difundían los principios del Evangelio, inculcaban en el espíritu de los nativos la devoción a la Virgen.

Posteriormente, la iglesia católica, por medio de su dogma, se encargó de adjudicar un sentido mayor al incorporar las tesis marianas que involucran las creencias y, por lo tanto, validan los mitos y leyendas surgidos en torno a la Virgen María. En septiembre del año 1369 el papa Urbano V hizo pública la bula Ad hoc semper en la que alentaba el traslado de religiosos a Canarias con el fin de convertir “a los adoradores del Sol y la Luna” a la fe de Cristo. Sin embargo, a partir de 1402 comienza una nueva fase basada en la conquista armada como paso previo a la evangelización con el apoyo de misioneros llegados mayoritariamente de Andalucía y Castilla. Abreu Galindo, entre otros cronistas e historiadores, recoge en la Bula del Papa Martino V fechada en Roma el 20 de noviembre de 1423, una mención a Santa María de la Palma.

La cristianización se hizo buscando acabar con tradiciones, autoridades y valores antiguos, haciéndolos aparecer perversos o inadmisibles. La religión estuvo íntimamente ligada a la opresión colonial de tal manera que se subvaloró la cosmogonía indígena con la convicción de portar una religión y cultura superiores. Se buscó evangelizar y “civilizar” al mismo tiempo, pues se pensaba que la religión autóctona era una superstición. No sabemos con seguridad quien trajo la talla de la imagen de la Virgen de Las Nieves (escultura muy pequeña que mide unos 50 cm, modelada en terracota policromada, de estilo románico tardío en transición al gótico, que se sitúa cronológicamente a finales del siglo XIV) ni el momento exacto de la llegada a la costa occidental de la isla de La Palma, concretamente a las playas de Maldonado (Santa Cruz de La Palma), ni cómo fue el encuentro por parte de los naturales que la recogieron y trasladaron al poblado troglodita, ubicado en el margen izquierdo del Barranco del Río, en el Morro de Las Nieves, conformado por unas 15 cuevas con capacidad para ser habitadas, siendo reutilizadas históricamente la gran mayoría. De momento, sin confirmación documental, sólo podemos conformarnos con las leyendas y las narraciones que hablan de restos de un naufragio o la presencia en la Isla de misioneros mallorquines, del Obispado de Telde, irlandeses, normandos, de la expedición de Juba o incluso el propio Fernández de Lugo.

La importancia espiritual del lugar queda registrada en la presencia de cazoletas y canales sobre la plataforma superior del risco de Las Nieves, así como la presencia de cuatro grabados rupestres y un conjunto de cazoletas y canales sobre un soporte de toba volcánica que localizamos en el extremo oriental del Morro y que publicamos en 1997 [“La vida sagrada de los benahoarita”, p 103]. Sobre una superficie de unos 4,30 m x 1,90 m se tallaron todo un circuito de 15 cazoletas y canalillos que las comunican. La adaptación a la morfología de la roca originó el cincelado de un canal principal (19 cm de anchura por 12 cm de profundo) que desciende linealmente, variando hacia la izquierda dos veces para dividirse en “afluentes” de canalillos que terminan en cazoletas o se precipitan al vacío. La cazoleta más grande alcanza dimensiones de más de 25 cm de largo por 16 de ancho.

Presidiendo el conjunto, en la cabecera superior de la tosca, se encuentra un petroglifo espiraliforme que se orienta, en conjunto con el altar, hacia el lugar por donde despunta el Sol en un instante temporal determinado como es el solsticio de verano.

A unos pocos metros de distancia, formando parte del risco, localizamos tres pequeños grabados rupestres (espiraliformes y círculos concéntricos) estampados en aquellas superficies que se orientan con el orto solar durante el solsticio de invierno, cuando el Sol sale por detrás del Sombrero de Chasna (isla de Tenerife) y el ocaso solar durante el mismo solsticio de invierno. Son direcciones sagradas que los antiguos ‘intencionaron’ como una forma de ordenar el espacio para controlar el tiempo ritual.

Pues bien, una vez conquistada la Isla, los nuevos dueños del territorio entendieron como algo milagroso la aparición de la Virgen entre los nativos, lo que explica categóricamente la construcción, sobre la vaguada situada al N del Morro, del Real Santuario respetándose la orientación de la cabecera de la iglesia hacia el naciente como es tradición en la arquitectura religiosa cristiana. El lugar sufrió una metamorfosis de antiguos cultos paganos que ahora se cristianizan.

A raíz de la conquista, el adelantado Alonso Fernández de Lugo, ferviente devoto de la Santa Cruz, de San Miguel Arcángel y de la Virgen de Las Nieves, asigna e impone estos tres símbolos en la isla de La Palma. El documento más antiguo que se conserva con el nombre de “Santa María de las Nieves” lleva fecha del 23 de enero de 1507. Se trata de una Data del propio Alonso Fernández de Lugo donando a la Virgen los solares en los que, 10 años más tarde, constaba como edificado el primitivo templo, luego ampliado en 1525 y sustituido por el actual en 1646. La iglesia fue elevada a parroquia en el año 1657. Es todo un alarde exhibicionista del triunfo de la cristiandad, resultando obvia la victoria ideológica implícita en el hecho de cerrar y destruir lugares de culto indígena y levantar allí los propios. El territorio conservaría su carácter sagrado a pesar de la suplantación con otros ritos y el cambio de culto. El Real Santuario Insular de la Patrona de La Palma se convierte pronto en el centro religioso de la Isla por antonomasia y uno de los focos de devoción cristiana más antiguo del Archipiélago.

Existen numerosos casos en Canarias o en América de utilizar imágenes de la Virgen, y no de Cristo, como modelo de conversión al cristianismo, sabedores de que la sociedad y las creencias de los indígenas insulares manifestaban un claro carácter matriarcal.

Serían los franciscanos los que experimentaron el método y las introdujeron en Canarias durante el siglo XV. Los intrusos se afanaron por lograr la dominación ideológica y se esmeraron en destruir y suplantar la espiritualidad ancestral con una nueva simbología mariana (imágenes de vírgenes con niño como distintivo de madre y señora ligada a la fertilidad y a la adoración de la naturaleza). Los misioneros, a la vez que difundían los principios del Evangelio, inculcaban en el espíritu de los nativos la devoción a la Virgen.