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Vivimos en Matrix, pero sin ganar como Keanu Reeves

El peligro de las redes sociales que muchas veces comento a mi alumnado:

Creerse médico por usar Google.

Creerse fotógrafo por usar Instagram.

Creerse periodista por usar Twitter.

Y una que cobra fuerza, creerse Político, Solucionador del Mundo, El Que Más Sabe, El Tú Más, Filósofo y Psicólogo por usar Facebook...

Cuánto nos queda por aprender, y sobre todo por leer fuera de los embudos generadores de insight que son las redes sociales... Aunque lo sé, incluso lo entiendo, es más cómodo visionar cuatro memes, cinco infografías y ocho stories.

Algún día, con café y/o te entre manos, cerveza no que me canso, les explicaré cómo funcionan los algoritmos de las redes, les hablaré de la publicidad interna, de los insights de ut supra, etc. Verán cómo solo nos muestran lo que queremos ver, viviendo en una parte de la realidad, pero no en toda ella, un Matrix en toda regla. Y da exactamente igual que ustedes no le hayan dicho qué quieren ver, estos palangres digitales ya lo saben.

Les han (hemos) dado el acceso a todo, sí, a TODO. Tienen nuestros contactos, reacciones, incluso divididas por me encanta, me entristece o me cabrea que te cagas, entre otras; tienen acceso a nuestros mensajes, a nuestra galería de fotos, al micrófono... Y si les falta algo, sacan juegos de cómo seremos dentro de 10 años, un juego que juega a la par que esta sociedad de la prontitud, del no tolerar el fracaso, un juego como la vida de nuestros días, efímera, tan rápida que cuando llegas te das cuenta que tenías que estar ya en otro lugar... te sacas un selfie, y tira millas...

Sigamos jugando a este juego, pero yo, y aunque mucho de mi pan sale de las redes sociales, guardaré con envidia el jugar a los médicos sin Google, al fotógrafo sin Instagram con las cámaras aquellas de plástico, a ser periodista sin Twitter en el hueco de una tele vieja y a intentar ayudar a un amigo, sin mensajes de Facebook, sino más bien con mensajes de abrazos, de palabras y de borrachera genuina...

Hace unos días escribía en mi blog una reflexión sobre los eventos y la forma que tenemos en la actualidad de “vivirlos”; salió después de ver una instantánea del alumbrado de la ciudad de Málaga. En el momento del encendido, había más móviles inmortalizando el momento que luces en las “formas apecebradas” de la iluminación, y eso que solamente en Calle Larios se cuentan 730.000 puntos de luz.

Hemos perdido el foco; más bien hemos cambiado de enfoque… Pero ¿saben qué? lo importante no es perder el foco o cambiar de enfoque, lo realmente importante es conocer que la tecnología, las redes sociales, etc. son solo herramientas, no son el fin sino “tools” para ayudarnos a conseguir retos personales y laborales. Son solo un ingrediente más dentro de una receta eterna. Una receta que se adereza con el sentido común, con el equilibro, con el respeto, primero por ti, y luego con el entorno y los usuarios… Una receta que se marida en mesa con un elixir a modo de transparencia y de no maldad. Pero viendo a los más jóvenes, y a los no tanto, parece que no solo hemos perdido el foco y cambiado el enfoque, nos han enfocado y aún estamos encandilados…

El día que entendamos que la tecnología es una pieza más del coche, pero no la única, podremos empezar a ser mejores mecánicos…

Al final no hemos cambiado tanto, antes jugábamos y ahora juegan con nosotros; la vida es un juego, y si no juegas, pierdes...

Bueno, les dejo que estoy llegando a León y tengo que ir abrigándome “modo esquimal”, para el frío (y para el selfie).

Rayko Lorenzo

www.raykolorenzo.com

El peligro de las redes sociales que muchas veces comento a mi alumnado:

Creerse médico por usar Google.