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Garafía critica la decisión del Obispado de trasladar a León al cura Rubén Gallego

“El pueblo de la Villa de Garafía se suma, una vez más, a los movimientos para impedir que Rubén Gallego sea desplazado de nuestros municipios”, se informa en nota de prensa.

“Justo en septiembre de 2016 la Villa de Garafía se reunía en una multitudinaria misa para despedir hasta el que en ese momento y desde octubre de 2014 había sido el cura del pueblo. Desde el Ayuntamiento de la Villa de Garafía se recogieron firmas y diferentes escritos que se le hicieron llegar a Don Bernardo Álvarez (obispo de la Diócesis Nivariense), los cuales no sufrieron en la decisión del mismo ningún tipo de efecto”, recuerdan.

“De nuevo, la historia se repite, pero esta vez con el fiel objetivo de llevarlo lejos. Da la sensación de que incomoda el buen hacer, sí, decimos bien, el buen hacer…Hay un refrán que dice: ‘Cría fama y échate a dormir’, eso nos pasa a muchos, a Rubén Gallego también. Llegó a la Villa de Garafía en octubre de 2014, destacando por su cabeza cabizbaja. Con el tiempo descubrimos que eran muchas más sus peculiaridades. En silencio, fue metiéndose en el bolsillo a la comunidad cristiana de la Villa, casi inexistente a día de hoy. A los jóvenes del pueblo, que pasaron a formar parte de la Iglesia, porque en nuestro humilde entender, la Iglesia no es sólo ir a misa. Y qué paradoja no, como si fuera parte de un castigo o de algo personal contra su persona, casi sin argumento, se decide desplazar a Rubén al pueblo vecino de Barlovento, quedándose a cargo de tres iglesias de las nueve que tiene la Villa de Garafía: El Tablado, Roque Faro y Franceses”, recuerdan. “Y en contra de la voluntad de un pueblo entero, que se volcó para defender la permanencia de Rubén en el lugar donde él quería estar. Una vez establecido en Barlovento, y dada la cercanía de los municipios, la ausencia no resultó ser tan notable. Las visitas eran continuas, tanto a los más jóvenes como a los que no lo somos, seguía colaborando de forma activa en las actividades que se desarrollaban en la Villa, y, más de una vez salvaba esas dificultades para encontrar quien hiciera algunos de los servicios religiosos demandados”, dicen.

“Sabemos que se ha equivocado, seguramente mucho. También sabemos que ha pedido perdón. Pero los que vivimos con él, compartimos, queremos y somos sus hermanos, también sabemos con el respeto que trabaja y ofrece. Humilde y cercano, da la tranquilidad a todos esos padres y madres de saber que sus hijos están con él. Hay muchas formas de ayudar al prójimo, a nosotros nos ayuda tendiendo una mano, ayudando a nuestros hijos a salir de conflictos, a protegerlos y escucharlos. A aconsejarlos”, aseguran.

“No somos quiénes para decidir si así debe ser un buen cura o no, pero no cabe duda que así es el cura que queremos. Quizá sea hora de comenzar a reflexionar y valorar hacia dónde vamos y si es lo que queremos, si es dónde queremos ir… Sabemos que en octubre Rubén cumple sus cinco años de permiso, también sabemos que no lo reclaman desde León, que quizá ha podido meter la pata, no en una, sino en varias ocasiones, pero si algo ha demostrado en su paso por nuestras vidas es su vocación de cura, muchas veces lo más fácil es huir, y no lo hace. Podría decir, quiero llevar la vida que tanto me critican por ser cura, dejando de serlo, y jamás hemos escuchado esa frase como opción. Eso dice mucho, mucho más de lo que somos capaces de interpretar en videos, redes sociales, bautizos y bodas. Quizá haya más vocación y amor al Santísimo en estos actos que en tantos otros alabados por la comunidad cristiana, quizá solo se trate de egos y envidias, grandes pecados que tocan a todas las puertas, en la casa de Dios; la de todos, parece que también”, concluye.