María Montez regresó a sus orígenes cien años después de su nacimiento. De la meca mundial del cine a la apartada Villa de Garafía. De Hollywood a La Palma. La estrella de la gran pantalla que fue María Montez (1912-1951) alumbra estos días la Casa de la Cultura de Santo Domingo. La vida y obra de este mito del cine se muestra, mediante paneles, carteles y películas, en el pueblo donde nació su padre, Isidoro Gracia García, que fue diplomático en Barahona (República Dominicana) y un próspero comerciante. Los restos de la artista reposan en el célebre cementerio parisino de Montparnasse.
El Cabildo de La Palma conmemora el centenario del nacimiento de la actriz con la exposición “María Montez, de La Palma a Hollywood. Cien años del nacimiento de la actriz” y un ciclo de películas en las intervino la estrella nacida en Barahona y de padre palmero. Los actos de homenaje fueron inaugurados este jueves en Santo Domingo por la consejera insular de Cultura y Patrimonio Histórico, María Victoria Hernández; el alcalde de Garafía, Yeray Rodríguez, y el comisario de la muestra Aaron Benchetrit. Estuvieron también presentes las primas segundas de María Montez, Pilar García Pombrol y Pilar Cabrera Pombrol. Hernández recordó que la actriz, con sus películas, “llenó de ilusión y ensueño” la sombría etapa de la posguerra española. El primer edil, por su parte, aseguró que es intención del Ayuntamiento recuperar la casa familiar de María Montez, nacida María África Gracia Vidal, y dedicar un museo a ella y a su familia, puesto que algunos de sus miembros jugaron un importante papel político en el municipio.
El comisario de la exposición, Aaron Benchetrit, explica que “el reinado de María Monte fue breve, el de los años de la Segunda Guerra Mundial, y en España un poco más tarde, ya que sus películas comenzaron a estrenarse en 1945, coincidiendo con el fin de la contienda”. Pero, añade, “su recuerdo ha perdurado a lo largo de generaciones como una de las encarnaciones más genuinas del kitch hollywoodiense, en su vertiente de delirios orientales, o también de lo que se entiende como camp, algo que pertenece irremediablemente a otros tiempos”. La actriz está considerada como uno de los grandes mitos de los años dorados de Hollywood y fue “para toda una generación de españoles la reina del tecnicolor”.
María Montez nació en Barahona en 1912, y durante un corto periodo de tiempo residió en Canarias. A finales de 1929, con 17 años, su padre la internó en un colegio de religiosas de Tenerife con la intención de que olvidara a un cincuentón del que se había enamorado. Pero en octubre de 1930, la actriz regresó a su tierra natal y reanudó sus relaciones con el banquero irlandés William G. MacFeeters, con el que terminaría casándose en 1932..
Su gran salto a la gran pantalla llegó con “La Venus de la selva”, que dio paso a uno de sus films más famosos y el primero de la serie de fantasías orientales por las que es hoy más recordada, “Las mil y una noches”, de 1942. Es en este mismo año cuando María Montez conoce al que se convertiría, en 1943, en su segundo marido, el también actor Jean Pierre Aumont.
La persona cinematográfica de María Montez, en palabras de Aaron Benchetrit, “comprende fundamentalmente dos grandes bloques: el de sus fantasías orientales, tipo ”Las mil y una Noches“ o ”Alí Baba y los 40 ladrones“ y sus fantasías en islas paradisíacas, habitualmente
tapada con un ropaje mínimo, lo que se conoce como sarong, en títulos como “La Venus de la selva”, “La salvaje blanca” o “La reina de Cobra”, donde interpretaba dos papeles: el de la perversa sacerdotisa de la isla y el de una nativa que finalmente resulta ser su hermana“. En todas estas películas, dice Benchetrit, ”de lo que se trataba, aparte de remarcar el carácter exótico que le proporcionaba su ascendencia latina, era de potenciar al máximo su esplendorosa belleza física“.
Su prematura muerte tuvo lugar en París el 7 de septiembre de 1951, a los 39 años. Mientras tomaba un baño caliente para prevenir la obesidad le sobrevino un fallo cardiaco que hizo que su cuerpo se deslizara bajo el agua. Sus restos reposan en el cementerio de Montparnasse.
La consejera de Cultura, María Victoria Hernández, señala que la exposición es un homenaje a María Montez y también al periodista y cinéfilo tinerfeño Antonio Pérez Arnay, el principal biógrafo de la actriz, fallecido a principios de este año. “En España no hay ningún coleccionista que tenga tanto material como él”, asegura. Su familia ha cedido la documentación para el montaje de una muestra que, tristemente, no podrá contemplar.