La Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, declarada en 2014 Fiesta de Interés Turístico de Canarias, está considerada “una de las más bellas y elegantes de cuantas se celebran en el Archipiélago y es de las únicas que guardan escrupulosamente la sucesión cronológica de acontecimientos de la Pasión y Muerte de Cristo según las Sagradas Escrituras”, ha explicado a La Palma Ahora el investigador José Rodríguez Escudero.
En la Semana Santa de la capital “la tradición en su estado puro se impone y marca el devenir de una ciudad que ha sabido guardar lo suyo de una generación a otra como si de un preciado tesoro se tratase”, dice. “La imaginería que celosamente se custodia en los suntuosos templos y valiosas iglesias de esta ciudad es única. Célebres artistas nos han dejado sus obras para honrar la cultura de una ciudad y provocar el deleite de sus gentes”, recuerda Escudero. Destaca “el imaginero orotavense Fernando Estévez, de cuya gubia salió el maravilloso Nazareno de Santo Domingo, cubierto con la túnica de seda y oro más valiosa de la región; asimismo, es autor de una de las vírgenes más bellas, una Dolorosa llamada La Magna, y que ha servido de modelo a otros escultores; también de la delicada imagen de la Magdalena de la iglesia de San Francisco; el Señor del Perdón y San Pedro Penitente que forman grupo popularmente conocido como San Pedro y el Gallo que cada Lunes Santo procesionan majestuosamente desde El Salvador; magníficas imágenes para una incomparable Semana Santa como es la de la capital palmera”, asegura.
“Para quien contemple el panorama artístico que ofrece La Palma, constituye una inesperada sorpresa encontrar a miles de kilómetros de Europa, este cuantioso legado de arte y de fe llegado de Flandes a lo largo de los siglos XVI y XVII, no usual en otros lugares. En esta preciosa ciudad tenemos fabulosos ejemplos que desfilan en Viernes Santo, como el magistral Calvario del Amparo—considerado el mejor de Europa en su estiloâ, o la venerada imagen de Nuestra Señora de La Piedad, talla titular del Hospital de Dolores, llegada a La Palma tras el Cisma de Inglaterra en misteriosas circunstancias”, detalla.
“Lo mismo cabe decir de la espléndida herencia andaluza y americana, derivada de las fructíferas relaciones comerciales con Sevilla y las Indias. Del primer grupo cabe destacar una de las mejores tallas que desfilan en la Semana Santa del Archipiélago, la del Señor de la Caída, de Benito de Hita y Castillo, que lo hace el Miércoles Santo por la noche cuya insólita historia âfruto de una profanación— ha hecho correr ríos de tinta. Dentro del segundo grupo, destaca la sobrecogedora talla del siglo XVI, el Señor de la Piedra Fría, la efigie más antigua llegada de las Américas conservadas en Canarias bajo la advocación del Cristo de la Humildad y la Paciencia. Su esperada procesión es realmente multitudinaria”, afirma.
Y las piezas musicales de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma “son muy importantes”. “Las marchas procesionales se interpretarán de acuerdo con el día santo en el que se esté y de la procesión de la que se trate. Muchos las tarareamos de memoria. Los recuerdos acuden a raudales y causan emoción”, confiesa Escudero.
Todos los tronos, precisa, “son cargados sobre los hombros de encapuchados. Así, las imágenes parece que están caminando por las callejuelas empedradas. Los portadores o cargadores tienen su origen en el siglo XVII y no eran, como ocurría hasta hace apenas unas décadas, hermanos cofrades. Al contrario, entonces sí que recibían remuneración por un trabajo que era menospreciado por considerarlo como mera fuerza bruta. Su importancia se revalorizó con los años y han llegado a constituirse como auténticas cofradías de carácter penitencial”.
A juicio de este investigador, en la Semana Santa de la capital “falta, tal vez, como broche de oro, la incorporación de un Resucitado que desfile el Domingo de Resurrección, tras el descanso del sábado, día en el que no hay procesiones. La hermosa talla del Hospital de Dolores sería una buena y lógica solución, nada más y nada menos que el más antiguo de las Islas. Un esperado colofón en el que estarían todas y cada una de las cofradías de la ciudad”, propone.
A lo largo de la semana “preciosas Vírgenes y sobrecogedores Cristos desfilan por nuestras calles y por nuestras vidas marcando profundamente el caminar de un pueblo que lucha por conservar sus magníficas tradiciones cueste lo que cueste, y mostrar así lo mejor de nuestra cultura heredada con orgullo de nuestros padres”, apunta Escudero, y se pregunta: “¿Podremos nosotros hacer lo mismo con nuestros hijos?”
“Independientemente del grado de religiosidad de cada cual, se dice que el que vio la Semana Santa y la disfrutó, jamás la podrá olvidar”, concluye.