Llevo 42 años viviendo en La Palma, investigando el mundo de las setas en la isla en un entorno privilegiado y sorprendente pues en una extensión tan pequeña de terreno existe una biodiversidad que hace posible que haya podido registrar más de 1500 especies de setas diferentes. A través de una intensa investigación en toda la isla, descubrí 33 nuevos hongos que fueron publicados en revistas micológicas internacionales, una sensación. Mi gran compromiso con las setas se vio recompensado con el nombramiento como miembro de honor en tres Sociedades Micológicas, La Palma, Tenerife, Gran Canaria.
Además de mi trabajo de investigación he podido descubrir en La Palma una isla bonita por su vegetación, por sus paisajes, por su costa, por su montaña, por su Caldera de Taburiente con su cascada de agua que le da la vida y también por ver cómo en sus pueblos se mantienen costumbres y lugares que recuerdan una historia singular en unas islas afortunadas. Tenemos el mejor clima del mundo con los alisios que soplan constantemente y regulan un clima moderado sin temperaturas extremas como ocurre en mi lugar de nacimiento.
Amo La Palma como el país en el que nací y no quiero vivir en ningún otro lugar. A veces me cuesta acostumbrarme a las otras formas de administración. En Alemania, un alcalde o alcaldesa es elegido/a por la población, la gente le conoce y sus cualidades y espera un buen liderazgo. No toma las decisiones necesarias solo, sino que cuenta con 10-12 personas inteligentes respetadas de la localidad que se reúnen una vez al mes para discutir los casos pendientes. Aquí en La Palma los políticos deciden cómo gobernar un pueblo, sin escuchar en demasiadas ocasiones a esas personas con experiencia que pueden ayudar a tomar las decisiones más acertadas.
Por ejemplo, me decepciona que en cinco años no fuera posible empezar con el nuevo edificio del Centro de Micología DÄHNCKE, para el que ya se había conseguido una subvención del Gobierno de Canarias de 1.000.000 euros, que ahora se ha perdido por no haber sido capaces de ejecutar la obra. Doné mi material de 70 años de trabajo intensivo a Villa de Mazo para la fundación de este Centro de Setas. Desafortunadamente, la alcaldesa no puede contratar a alguien responsable, a pesar de que se ha presentado una solicitud seria. Ni siquiera están interesados ââen los resultados de la investigación que proviene de universidades internacionales y me refieren a Medio Ambiente del Cabildo que tampoco me atiende.
Vivo en Villa de Mazo desde hace 7 años. Un pueblo en donde su población está dispersa en 15 barrios, cada uno de los cuales guarda un lugar y espacio particular. Es en el pueblo donde se desarrolla en sus calzadas una fiesta que sorprende por su arte y colorido y es el Corpus Christi. Pero hoy no hablaré del Corpus sino de las calzadas de Villa de Mazo, porque ahora está sucediendo algo terrible con la calzada empinada pavimentada con piedras naturales que conduce a la iglesia, el antiguo centro del pueblo. He podido ver las fotos de la obra y me produce un impacto grande la mezcla de materiales diferentes. La gente la ama como es y la adorna artísticamente con alfombras y arcos de flores el día de Corpus Christi. Es digno de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Y esta valiosa calzada ahora debe cambiarse, modernizarse, pero no mejorarse bajo ninguna circunstancia, porque la nueva forma no traería ninguna ventaja. Es demasiado empinado para una tapa de cemento liso y sería un peligro. Esta pieza de la hermosa memoria de los tiempos antiguos, que conduce principalmente a la iglesia, rara vez se conduce o se camina sobre ella y realmente debería seguir siendo tan típica como es. Muchos residentes han protestado contra el cambio y la alcaldesa debería pedir consejo a ese grupo de personas inteligentes que representa esa cultura de un pueblo y que en Mazo también existen, sino lo hace asumirá la responsabilidad de este daño irrecuperable a unas calzadas maravillosas.