Después de muchos años, el pasado 3 de mayo de 2023 visité de nuevo el lugar de la popular Cruz de la Luz de El Time, Tijarafe, especie de pequeño mirador, y lamentablemente me encontré con la desagradable sorpresa que adolece del mantenimiento y decoro que merece, especialmente la Cruz protagonista de la bella leyenda palmera. Aquí lo dejo para quien competa.
Continúo con el texto de mi autoría publicado por el Cabildo de La Palma en la monografía Leyendas de La Palma, 1991.
El Time, que en voz prehispánica o benahorita quiere decir “risco alto”, dibuja el margen y frontera norte del Valle de Aridane, en la isla canaria de La Palma. A sus pies, en el fondo del profundo y abismal barranco, en una estrecha franja de tierra, se halla un pequeño santuario bajo la advocación de Nuestra Señora de las Angustias, en la que la imagen de la Virgen acaricia con la mirada y maternal mimo a su hijo muerto injustamente. Un puente de madera, sin baranda, junto a la ermita y al molino de agua, daba paso sobre el torrente del barranco a la otra orilla, para de nuevo subir por otra empinada senda que conducía al valle.
Pues bien, cuentan que, en una lejana noche sin luna, otra madre desesperada se dirigía al camino real de Amagar -que unía Tijarafe con Los Llanos de Aridane-, pasando por el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, en busca de salud para su pequeño hijo, que estaba más muerto que vivo. Al llegar a la cima comenzó a bajar por el penoso desfiladero hacia el valle, pero el viento y la lluvia apagaron de improviso el único farol que traía.
Se encontró de bruces con un madero de pino de tea que daba forma a una Cruz y, soltando al niño, lo arrancó, lo despedazó e hizo una antorcha o jacho, produciéndose la más brillante e inimaginable luz que jamás antes ningún caminante vio. Sigue la madre bajando las vueltas del empedrado y duro sendero, sosteniendo con ternura entre los brazos y el pecho a su niño, prodigándole miles de caricias y mimos, como aún la mantuviera unida a él el fuerte vínculo del cordón umbilical, que en La Palma amorosamente llamamos vida. Y la vida buscaba, mientras repetía en voz baja un lamento entre sollozos: «¡Mi niño! ¡Mi niño!». Su hijo sanó.
Algunas noches después, la madre tomó una nueva y pesada cruz, saliendo de su casa a cumplir su secreta promesa. Caminó por la misma vereda cargando en su corazón su sacrílego pecado. Al llegar al lugar donde había arrancado la cruz, colocó la nueva y comenzó a bajar por el penoso y pendiente camino hasta ver delante de ella una luz en forma de cruz que la deslumbró y la hizo postrarse de rodillas. Retumbó el eco de sus llantos y súplicas clamando perdón y, en ese mismo momento, escuchó una dulce, próxima y tierna voz que le anunció: «Mujer, conozco tu pena y tu pecado; tu hijo llora tu ausencia, vete con él. Tu promesa está cumplida». Quiso sentir y sintió que esta voz era la de la Virgen de las Angustias, otra madre que perdió a su hijo por no hallar, en su súplica a los hombres, el remedio de la comprensión.
Desde esos tiempos lejanos, cuentan que comenzó a verse en las laderas de Amagar un fulgor que llamaron la luz del Time, errante y a la espera de servir de guía a caminantes... Otros cuentan que la cruz no fue repuesta y realmente esos destellos proceden de la “luz que porta el alma en pena para pagar la profanación de la cruz”. Y fue así como la leyenda nació y se divulgó generación tras generación.
Nadie recuerda ni el año ni el nombre de la desesperada madre, pero hoy su Cruz sigue rematando la cima del esforzado camino de herradura. Junto a ella, dos trozos de madera cuyo origen nadie conoce, esperan a que otra madre desesperada en una noche sin luna las necesite para guiar su camino en busca de auxilio para aplacar su angustia. Aún hoy se puede ver parte de la primitiva cruz, abrazada en su escondida raíz a la actual, casi como ese símbolo imperecedero de la apenada madre.
María Victoria Hernández, cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)