Mira cómo están las papayas,
han crecido todo este tiempo.
También el galán de noche,
el invitado tembloroso de mi luna llena,
delgadito y sereno.
La rosa inexistente que prometimos:
¡Cómo ha crecido!
La higuera,
la araucaria,
el maíz recién masticado del enigmático conejo.
También yo crecí,
un tímido desarrollo,
un cuerpo largo dentro de otros cuerpos.
Allí seguían tus brazos hondos, intactos.
Las hojas de Castilla pasaban frío junto a mi padre,
y un pez suplicaba a una isla
no ser expulsado por su feroz viento.
¡Mira cuánto he crecido!
Ella, yo, somos las mismas.
Todo lo que hemos sido en La Palma,
la tímida flor en desarrollo
de un volcán dentro del pecho.