“No eras de esas personas que se hicieran notar porque no te gustaba estar en primera fila, pero de una manera u otra hacías que todo el mundo te viera, así te conocí ya hace 23 años, mis palabras tiemblan en mi boca cuando te nombro ahora de pena, pero también de orgullo por haber compartido mi vida a tu lado”. En muy pocas palabras el fotógrafo Emilio Barrionuevo dedicó un pequeño homenaje a su compañera de tantos años. Con ternura recordó los momentos en que veían caer la lluvia desde su balcón. Y la pena y el orgullo se mezclaron en aquella breve necrológica.
Emilio es un fotógrafo que cultiva el retrato y su prestigio es internacional. A Rosario Valcárcel y a mí nos fotografió junto a la plaza de Los Llanos de Aridane, y a ella sola luego en su estudio de El Paso. Retratos que definen y llenan un instante de la vida, y que hemos utilizado en algunos de nuestros libros. Él sabe que para trascender viviendo en La Palma hay que tener una sabia mezcla de humildad y osadía. Y así lo hace, y de este modo va ganando importantes reconocimientos.
Sandra era una mujer venezolana que sabía cocinar muy bien y alguna vez degustamos sus creaciones. En su mirada ya te transmitía su dulzura, su personalidad y su capacidad de resistencia.
Una pareja envidiable, por su armonía y por su compenetración. Solo nos queda enviar un abrazo al creador que eleva su obra desde la Isla Corazón, siempre aplicado a obtener la mejor composición, la clave de cada personaje.