Actualmente tras esta crisis sanitaria que nos afecta al mundo entero, nos hemos detenido a pensar qué es lo que ha pasado realmente. ¿Nos ha supuesto un cambio interior? ¿Ha mejorado el clima? ¿El planeta se ha podido regenerar de algún modo? Nos creíamos invulnerables, hasta que llegó ese “bichito invisible” llamado virus Covid- 19 a demostrarnos lo contrario.
A pesar de toda esta situación, un buen número de turistas han podido continuar con sus viajes, y, en consecuencia, han notado los grandes cambios de los lugares turísticos: sitios anteriormente masificados que ahora están desiertos, modificación de las pautas de relación y convivencia, etc. Llevemos el ejemplo incluso a los que escasamente nos desplazamos de nuestro entorno, seguramente hemos empezado a escuchar el sonido de los pájaros y también, hemos dejado de escuchar el ir y venir tan molesto del tráfico imparable.
Pero ¿y si reflexionamos sobre lo que ha cambiado?
Somos nuevas personas, hemos aprendido a detenernos y tomar un descanso de ese continuo ajetreo de cada día. Aprendimos a ser más resilientes, solidarios, empáticos y agradecidos. Solo puedo extraer reflexiones positivas, pues hemos aprendido a valorar y debemos saber cuándo parar esa subida de revoluciones y decibelios en nuestro mundo. Hemos aprendido a valorar cosas antes insignificantes, pequeños detalles, tan importantes ahora en nuestro nuevo bienestar: desde la presencia del familiar al que no podemos abrazar hasta la ayuda del ERTE que nos hace llegar como se puede a fin de mes.
El planeta entero se paró casi por completo. Tuvo forzosamente que adaptarse, aprendió a convivir con las nuevas circunstancias, a revivir, a reconvertirse y a renacer. Las dunas se regeneraron, la contaminación descendió a niveles históricos, la capa de ozono ha podido detener su deterioro y hasta la naturaleza se ha tomado un break. Si ya nos lo decía una gran campaña de marketing de todos conocida...
Es posible que esta sea una señal de emergencia, un stop, un llamamiento a todas y todos para que tomemos conciencia, respiremos profundamente y seamos más responsables, cuidadosos y pacientes. No podemos permitir continuar siendo parte de una sociedad enferma y poco ilusionada con sus cometidos. Necesitamos una familia con multitud de fortalezas, diversidad de propósitos y metas ambiciosas para hacer de este mundo un hogar mejor, más habitable, de respeto entre personas, con el medio y todos los seres que comparten en el planeta su hogar, una convivencia más armoniosa que nos haga respirar felicidad.
Quizás muchos lo estamos pasando mal en nuestras actividades y sectores, pero aprovechemos todo nuestro ingenio para crear y reciclarnos con nuevos propósitos y nuevas oportunidades de actividad y negocios, aprovechar la oportunidad que es el turismo como fuente de producción económica y bienestar, innovar, salirnos de lo conocido, pensar en nuevos modos de hacer, nuevas cosas que hacer y los nuevos anhelos que traerán los turistas al volver. Algunas actividades que comienzan a tener
notoriedad como la influencia de los nómadas digitales, o las excelencias naturales y condiciones de seguridad y convivencia que tenemos en Canarias para atraer turistas respetuosos con el medio natural y rural, y con ello, contribuir al resurgir de nuestros pueblos enamorando a todos a que se acerquen los conozcan y valoren, descubran sus tradiciones, cultura y productos locales. Aquí también tenemos una gran tarea por hacer.
Si algo hemos de tener claro, es que con cooperación no nos ganan ninguna batalla. A pesar de la fragilidad que nos ha supuesto la pandemia, podemos encontrar las fuerzas, sacar conclusiones y revertir la situación en positivo. Nuestros cuerpos y mentes, al igual que todo nuestro planeta, necesitaban respirar. Unamos fuerzas y voluntades y no decaigamos, pues tal y como dice una frase de la película que tiene como personaje biográfico a Hawking,
La teoría del todo, “por muy dura que nos parezca la vida, mientras haya vida hay esperanza”. Confío en ti para lograrlo.