Hace unos cuantos años hubo una eclosión de museos y se sucedían las propuestas de museos por toda la Isla. A riesgo de estar equivocado no quedó municipio en la Isla de La Palma que no contará con un museo, bueno ciertos municipios llegaron a contar con varios museos, y aunque algunos solo fueran paneles informativos, parecía que íbamos a vivir de los museos, pero como los museos eran construidos con dinero público, no importaba que una vez abiertos generarán nula o poca economía. (Una posible excusa para tales actuaciones era que los museos son cultura).
Luego llegaron las carreras de montaña y aunque Silk Marketing y Corporación 5 nos indican que Transvulcania aportó en su última edición a la Isla 12 veces más dinero que el que se necesitó para el desarrollo y organización (informaban de 12 euros generados por euro invertido), tenemos otras carreras de montaña por varios municipios, donde los números, o sea la relación coste-beneficio, es desde mi punto de vista claramente deficitaria. Y si la justificación a ese déficit la encontramos en la actividad deportiva, recordar que hay muchos deportes eclipsados por los deportes más populares, los cuales han sido y seguirán siendo impulsados con dinero público, como el fútbol, la lucha canaria, el baloncesto… pero al igual que las carreras de montaña, al ser deportes, admitimos con benevolencia un gasto excesivo en los mismos, pero nos debe de quedar claro, que la Isla no va a vivir de carreras de montaña por mucho dinero que invirtamos en depurar las mismas.
Llegamos a la última gran moda, el último coladero de dinero público, los conciertos, los macro conciertos y los pequeños conciertos, con artistas de fuera de la Isla como principal reclamo. Miren hasta dónde hemos llegado con esta moda de los conciertos sufragados con dinero público que tenemos un congreso educativo y cultural, que cierra con un concierto para escolares con un grupo de primer nivel.
Como se suele indicar, con palabras que a muchas personas no les agrada, esto de los conciertos se ha constituido en un desmadre. Para muestra un botón, un simple concierto consistente en un tributo a una banda de reconocido prestigio, puede costar 6.500 euros, donde 2.000 euros se los lleva el intermediario o comisionista. Dicho esto, tenemos conciertos muy costosos y de corto alcance, realidad esta, la del alto coste, y pequeño alcance, que puede quedar oculta si grandes conciertos como el Love Festival, el Blue Experience, o los conciertos de las fiestas más populares, como los conciertos de las Fiestas Trienales de El Paso, acogen a varios miles de personas. Pero todos estos conciertos salen adelante gracias a que los costes siempre están cubiertos con enormes cantidades de dinero público que aportan nuestras instituciones; a partir de ahí, lo que se obtenga en entradas son beneficios para los promotores. Ahora se comenta que Alejandro Fernández viene a La Palma por 800.000 euros, ¿Cuánto dinero van a poner las empresas promotoras? ¿Pondrán todo el dinero necesario para ese concierto las administraciones públicas? A priori se desconoce, y queriendo nuestros representantes llevar adelante estos conciertos con la mejor intención, tenemos que hacer notar, que es mucho gasto, para no poder vivir de los conciertos, como tampoco llegamos a vivir de los museos ni de las carreras de montaña.