Parque Nacional Mar de las Calmas

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El tema da que pensar

cuando repasas la historia

y afloran en la memoria

asuntos para olvidar.

En la costa de El Pinar

el mar sigue indiferente,

sólo se escucha a la gente

que a la ciencia contradice

y del parque sólo dice:

¡que se pare el expediente!

Jócamo, 9.VII.2024

NOTA: De la historia siempre se aprende, más cuando rentabilizamos sus enseñanzas.

Todos los pueblos, grandes o pequeños, tienen la suya, que se escribe a base de aciertos y errores.

En El Hierro, como en el resto de las islas, existen buenos ejemplos de ambos, marcados por convicciones nobles o espurias.

Para la isla del Meridiano existe la propuesta técnica de declarar un parque nacional en el Mar de las Calmas, hecho que a priori debería ser motivo de orgullo y alegría para los herreños. Sin embargo, lejos de recibir la noticia con la alegría que merece, valorando los aspectos positivos que han supuesto para las respectivas islas los otros cuatro parques nacionales existentes en Canarias, los herreños están enfrascados en estériles batallas personales e institucionales, que recuerdan a viejas rencillas insulares, que despiertan más pena que gloria.

Soy de los que piensan que la declaración del Parque Nacional del Mar de las Calmas, beneficiaría globalmente a toda la Isla, en términos económicos y promocionales. Y es precisamente ésta la razón por la que he pasado de ser un acérrimo defensor del parque, a tener ciertos reparos sobre su declaración, por temor a que más que una figura de regulación y protección para la naturaleza, pueda convertirse sólo en una herramienta de promoción turística para degradar la misma. A esa paradoja se llega cuando se pervierte el uso de los espacios naturales protegidos y se masifican los territorios insulares.

Tenerife y el Parque Nacional del Teide, patrimonio mundial, es un penoso ejemplo que ilustra mis temores.