Pero no solo hace magia, sino lo que es más difícil todavía, se inventa los trucos. Mueve las cartas, y las manos, con absoluta maestría y es capaz de dejar a cualquiera con la boca abierta de admiración. El joven mago Luis González Morera, de 16 años, y estudiante del Bachillerato de Letras en el IES Alonso Pérez Díaz de Santa Cruz de La Palma, es de los primeros que se han registrado en el Banco de Tiempo (BdT), una iniciativa pionera en Canarias impulsada por el informático Carlos Pérez en el marco del proyecto de implantación de la moneda local Drago. “Fui el segundo en inscribirme, y tengo una ilusión enorme; me ofrezco para hacer trucos de magia, animar cumpleaños y fiestas infantiles o cuidar niños”, ha comentado a LA PALMA AHORA. En el BdT se pueden anunciar gratuitamente ofertas, demandas de servicios o trueques.
La magia para Luis, que se define como “cartomago autodidacta”, es “la mejor afición que hay” aunque no piensa dedicarse a ella profesionalmente. “A mí me gustaría estudiar periodismo y hacer unos truquitos algunos días esporádicos”, confiesa.
Desde pequeño se ha interesado por el mundo del ilusionismo. “Hago magia desde hace muchísimo tiempo; siempre pedía por Reyes o para mi cumpleaños cosas de magia, como la 'magia borras'”, el legendario juego que ha pasado de generación en generación. “También, cuando se celebraban aquí los festivales de magia intentaba contactar con los magos para que me firmaran un autógrafo, y entonces, yo les hacía algún truco y ellos me enseñaban alguna cosita”, recuerda. “Todos los niños tienen una etapa en la que les encanta la magia y hacen sus pequeños trucos, pero a mí esa etapa me ha durado hasta ahora”, reflexiona.
A Luis le encantan los juegos con cartas, pero lo que más le apasiona es “inventarme yo los trucos, ponerme en mi escritorio con un montón de barajas y coger esto de aquí, esto de allá?”, explica. “Yo me considero cartomago, de las cartas salgo poco”, asegura.
Este joven mago está convencido de que la práctica del ilusionismo no es patrimonio de mentes privilegiadas. “Es difícil empezar a hacer magia, pero cuando ya coges carrerilla, y sobre todo pones interés, porque eso es lo más importante, los trucos van saliendo; lo fundamental es el interés, no se necesita nada más, cualquier persona puede hacer magia”, afirma.
Los referentes de Luis en el mundo de la magia son René Lavand y Tamariz. “Lavand es un mago argentino que tiene ochenta y pico de años, y es manco; ese hombre es todo un ejemplo de superación, porque llegar a ser uno de los mejores magos del mundo solo con un brazo tiene mucho mérito, y además es cartomago”, cuenta con admiración. Tamariz influyó decididamente en su afición. “Estuvo en La Palma y creo que fue el que me despertó la chispa porque me sacó en su espectáculo, y a partir de ese momento, me emocionó todavía más la magia”, reconoce.
Su truco preferido es precisamente uno del citado ilusionista argentino. “Es supercomplicado, su truco estrella por así decirlo; se llama 'No se puede hacer más lento', y lo repite muchísimas veces, cada vez más lento, te asombra, pero es imposible saber cómo lo hace, por eso me sorprende muchísimo”, admite.
En La Palma hay muy pocos ilusionistas, y de su edad, menos todavía. “Creo que existe una asociación pero de magos mayores; yo me considero un autodidacta, porque no me relaciono con otros magos”, apunta.
El mago Luis lleva meses realizando actuaciones en plena Calle Real de Santa Cruz de La Palma o en el mercadillo de los domingos para financiar el viaje de fin de curso. En estos lugares se ubica con su mesa, sus cartas y su sombrero. “Nos vamos a Asturias y necesitamos algo de dinero; la verdad es que me ha ido bastante bien, sobre todo en navidades hubo días muy, muy buenos”, resalta. “Cuando me pongo en la calle no pido una cantidad determinada por truco sino la voluntad; yo lo hago, y si al espectador le gusta, pues pone lo que quiera, y si no pone nada pues tampoco me importa, porque a mí en realidad me interesa más hacer el truco que recaudar dinero”, precisa. Sus seguidores son, en su gran mayoría, los más pequeños de la casa. “Hay muchos niños que me conocen porque he actuado en La Palmita, donde estudiaba, y en algún campamento, y ellos son los que tiran de los padres, porque los adultos no se suelen acercar, tengo yo que pedirles si quieren que les haga un truco”, indica.
La magia es para Luis “una actividad divertida que me encanta y que recomiendo a cualquier persona que le guste ver caras de sorpresa, esto es lo mejor que hay”, concluye.