“El cuerpo de las mujeres migrantes es una mercancía”

Los Llanos de Aridane —
12 de octubre de 2020 21:34 h

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Helena Maleno, activista y defensora de los Derechos Humanos en la frontera sur de Europa, donde ayuda a salvar vidas, se ha desplazado a La Palma para participar en Los Llanos de Aridane en las jornadas La voz de la mujer que organiza la asociación intercultural Karmala Cultura. En una entrevista con La Palma Ahora ha asegurado que “el cuerpo de las mujeres migrantes es una mercancía”. “Ni siquiera hay concepto de feminicidio en la frontera”, subraya.

¿Cuál es la realidad de las mujeres migrantes en la frontera? 

Sus propios cuerpos definen de qué manera son atravesadas por la frontera, por la necrofrontera, una frontera donde la muerte de determinadas colectividades da dinero a todas las empresas de control migratorio.  El cuerpo de las mujeres tiene un valor añadido y es que su sufrimiento da dinero en la nacrofrontera, por eso se produce la violencia sexual, los secuestros, la explotación… Son atravesadas de esa manera, y sucede lo mismo con sus hijos e hijas, porque las mujeres en muchas ocasiones se quedan embarazadas durante el proyecto migratorio, no pueden evitar con tanta violencia quedarse embarazadas. Pero también son mujeres con estrategia de resistencia frente a esa necrofrontera, estrategias de resistencia que definen su vida. Han sido expulsadas de sus territorios, saben que no tenían derecho a migrar, pero que también tenían derecho a no migrar y que sus cuerpos son atravesados por los haberes de la frontera, por esas experiencias. Son mujeres valientes de las que tenemos mucho que aprender.

¿Qué visión tiene de ellas la sociedad? 

-Tuve la suerte de trabajar con Alianza por la Solidaridad en el proyecto Alzando voces y le preguntamos a más de cien mujeres que qué pensaban sobre la visión que tiene de ellas la sociedad. Pensaban que muchas veces la sociedad de acogida las veía como negras, como putas, como analfabetas, como pobres, malas madres, mendigas, pero ellos decían: ‘Yo no soy así, soy fuerte, poderosa, he soportado lo que tú no aguantas, yo lloro mucho, es verdad que la violencia me atraviesa, pero también soy una buena madre’. Esa diferencia en el relato que construye la sociedad de sus cuerpos y el relato que ellas mismas construyen es muy brutal. 

¿Nos hemos acostumbrado a los feminicidios y a la violencia y explotación sexual? ¿no nos conmueve ya este drama? ¿o nunca nos ha conmovido? 

Nunca nos ha conmovido. El cuerpo de las mujeres es un cuerpo mercancía, ni siquiera hay concepto de feminicidio. Fíjate que la primera vez que yo he escuchado en esta frontera hablar de feminicidio racial referido a las mujeres migrantes fue en Libia, mientras que, en otra frontera, por ejemplo, en Latinoamérica, sí que se habla mucho de este concepto, que no veo en pensadores o pensadoras que estudian las migraciones. Creo que no ha importado, el cuerpo de las mujeres también ha servido para tapar la necropolítica, que las mujeres sean víctimas, que las salvemos, eso sucede mucho con la trata con fines de explotación sexual. Las mujeres no quieren ser víctimas ni criminalizadas, quieren ser sujetas de derecho.

¿Qué late en el corazón de una migrante?

Cuando le hacíamos esa pregunta, decían que emigraban para ser independientes, ser ellas mismas, pero con proyectos comunitarios, pensando en el futuro. Creo que en sus corazones late la defensa de la vida.