El proyecto del artista vasco Agustín Ibarrola en La Palma, donde pintará 300 metros cuadrados de piedras en un barranco, ha suscitado el rechazo de historiadores, literatos y creadores, que ven un error y una apuesta por el mercantilismo esta intervención en un paraje de gran belleza.
Tanto el arqueólogo José Farrujia como la escritora Elsa López y el músico y también creador Luis Morera han expresado su oposición a este proyecto y en concreto el primero reflexiona sobre esta propuesta en el artículo El proyecto Ibarrola en La Palma: ¿arte en la isla de las espirales?, que publica en el semanario Tamaimos.
Explica José Farrujia que el proyecto de Agustín Ibarrola (Vizcaya, 1930) para La Palma se llevará a cabo finalmente después de que el Ayuntamiento de Garafía haya puesto a disposición del Cabildo de esta isla los terrenos en los que se realizará esta intervención, que “altera un espacio natural”.
La intervención del artista está planteada en dos espacios, cercanos el uno al otro en Garafía y la primera parte se ejecutará en el Barranco de la Luz, donde pintará una de las paredes rocosas formando un fresco de unos 300 metros cuadrados, para lo que empleará pintura al agua.
La segunda fase, denominada “Las Piedras de Ibarrola”, se ubicará sobre la montaña de Los Lisianes y en su llano instalará, dentro de un círculo de 45 metros de diámetro, cinco grandes amontonamientos de piedras secas, con un volumen de 75 metros cúbicos cada una de ellas, empleando en su ejecución material tomado del lugar.
La propuesta del artista es pintar estos amontonamientos desde su interior y legar una especie de museo en la naturaleza, que proyecte Garafía al mundo y al turismo internacional.
“Resulta inevitable no ver paralelismos entre este proyecto y el caso Tindaya y no precisamente por la ascendencia vasca de Ibarrola y Chillida, sino porque en ambos casos se intenta dotar de sentido artístico a unas realizaciones que afectan al patrimonio cultural y natural de Canarias”, agrega.
Pero quizás resulte “más sugerente e inevitable” sacar a relucir la radical diferencia que existe entre la concepción que Ibarrola y César Manrique (1919-1992) tienen sobre el paisaje cultural, continúa José Farrujia, quien señala que el turismo parece el negocio mejor situado para engarzar La Palma a una economía global, y es aquí donde encuentra su acomodo el proyecto de Ibarrola.
“Manrique construyó un auténtico paisaje cultural, una imagen vinculada a un territorio, a un lugar concreto, caracterizado por una cultura coherente y estable en unos postulados que se plasman en los Jameos del Agua, en el Mirador del Río o en el restaurante en las Montañas del Fuego”, y todos ellos forman parte del mapa mental de los habitantes de Lanzarote por su simbolismo y su belleza.
Frente a esta cosmovisión, el proyecto de Ibarrola no refleja un compromiso con el paisaje de La Palma, pues antepone su oficio de artista a su conciencia medioambiental, es una simple afirmación del sentir estético y de la apreciación de lo bello, no reclama el arte como territorio, como esfera de reafirmación de la vida, sino que parte de una visión del arte como esfera puramente estética.
“Y todo esto acontece, paradójicamente, en una isla como La Palma, en uno de los lugares del planeta con mayor concentración de manifestaciones rupestres por metro cuadrado; en un espacio en el que ya los antiguos pobladores indígenas concibieron el territorio y el mundo rupestre como elementos de reafirmación de la vida”, asevera Farrujia.
La escritora Elsa López explica por su parte a EFE que cuando Ibarrola presentó el proyecto pensó que los colores ideados para su materialización eran “preciosos”, pero se muestra en desacuerdo con el lugar elegido, los barrancos de Garafía de “belleza natural indiscutible” y que no necesitan “la intervención del hombre”.
“No entro en valorar si el proyecto de Ibarrola es bueno, malo o regular, pero es un error intervenir en una naturaleza que no necesita ningún tipo de intervención”, puntualiza la autora.
Luis Morera, músico fundador de Taburiente, poeta y pintor, subraya que el proyecto de Ibarrola carece “del ADN de La Palma” porque en la Isla, la parte prioritaria es su propia naturaleza y cuando un artista interviene en ella sólo para hacer su obra de arte “es un error”.
“Hay que tener un cuidado exquisito porque La Palma es la Isla canaria en la que mayor vegetación hay y cualquier intervención en la naturaleza tiene que ser camaleónica porque hay que preservarla para el futuro y todas estas aventuras de meterse en el barranco están en contra de la filosofía” del territorio insular, proclama.
Morera, quien afirma que los artistas locales están “muy disgustados” con este proyecto, reitera que es un error hacer este tipo de apuestas, pues lo que pretende Ibarrola es “pisar artísticamente un lugar que por sí solo ya tiene belleza”.