Un estudio sobre el Tajogaite evidencia que la petrología tiene “potencial como técnica de vigilancia volcánica en tiempo real”

Imagen archivo del volcán Tajogaite  (19 de septiembre-13 de diciembre de 2021)

La Palma Ahora

Santa Cruz de La Palma —

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Un estudio del conjunto de datos petrológicos y geofísicos de la erupción del Tajogaite “pone en evidencia que la petrología (estudio de las rocas) tiene el potencial necesario para ser utilizado como una técnica de vigilancia volcánica en tiempo real”, informa el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) en sus redes sociales.

La nueva publicación (Vittorio Zanon and Luca D’AuriaVolcanic anatomy, mapped as it erupts.Eos, 105) sobre “la perspectiva del uso de análisis petrológicos en tiempo real, conjuntamente con otras técnicas de vigilancia volcánica”, ha sido elaborada por científicos del Involcan; Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) y del Instituto de Investigação em Vulcanologia e Avaliação de Riscos (IVAR), Universidade dos Açores (Portugal)

El trabajo ha sido editado en “la prestigiosa revista semanal Eos de la Unión Geofísica Americana (AGU) que publica noticias acerca de actualidad e investigación en el área de geociencias”.

La erupción del volcán de Tajogaite en 2021, recuerda el Involcan, “ha sido la más devastadora en Europa en los últimos 75 años. La devastación y las heridas causadas por esta erupción desgraciadamente siguen afectando la sociedad palmera. A pesar de esta gran tragedia, la erupción ha tenido también algunos aspectos positivos. Uno de ellos ha sido la importante contribución a la mejora del conocimiento sobre la dinámica de las erupciones volcánicas y la vigilancia volcánica”.

En un artículo científico, publicado el pasado mes de febrero de 2024 (Zanon, D’Auria et al. Toward a near real-time magma ascent monitoring by combined fluid inclusion barometry and ongoing seismicity. Sc. Adv), “se demuestra cómo el análisis conjunto de datos petrológicos y geofísicos ha permitido mejorar la comprensión del sistema magmático del volcán de Cumbre Vieja”.

En este nuevo artículo “se pone en evidencia un mensaje clave: la petrología tiene el potencial necesario para ser utilizado como una técnica de vigilancia volcánica en tiempo real”. Añade que “hoy en día, la geofísica, la geoquímica de fluidos y la teledetección permiten obtener una información rápida y actualizada sobre lo que ocurre dentro de un volcán durante una erupción volcánica. Por otro lado, hasta ahora, de forma general los análisis petrológicos necesitan tiempos incompatibles con la gestión científica de una emergencia volcánica, que necesita datos científicos que permitan detectar una posible evolución de la actividad volcánica a corto plazo. El problema principal en el uso de la petrología para la vigilancia volcánica son los tiempos necesarios para la preparación de las muestras. Además, muchas áreas volcánicamente activas carecen de la instrumentación necesaria para realizar este tipo de análisis. Por estos motivos, resulta necesario enviar las muestras a laboratorios que pueden encontrarse muy lejos del área de estudio”.

Apunta que “dentro de todos los posibles estudios petrológicos, el análisis de las inclusiones fluidas se ha catalogado como una técnica muy prometedora. Las inclusiones fluidas son pequeñas cantidades de fluidos (principalmente, dióxido de carbono y agua) atrapados en los minerales a medida que se forman o como resultado de la recristalización. Estas permiten determinar la profundidad y la temperatura del magma donde se encontraba el mineral y, por lo tanto, reconstruir el camino del magma hacia la superficie”. En el caso de la erupción del Tajogaite, explica, “este tipo de análisis ha sido fundamental para entender la estructura y el funcionamiento del sistema magmático que alimentó esta erupción”.

Indica que “el desarrollo de tecnologías novedosas podría permitir realizar este tipo de análisis diariamente, a través de la implementación de laboratorios móviles, colocados en la cercanía de un volcán en erupción. Asimismo, el desarrollo de colaboraciones internacionales podría permitir disponer de esta tecnología también en volcanes localizados en países en desarrollo. En conclusión, este estudio demuestra cómo la integración de estas dos metodologías fundamentalmente diferentes puede establecer un nuevo estándar para el seguimiento de la actividad volcánica”.

El 19 de septiembre de 2021, la isla de La Palma, una de las islas Canarias frente a la costa noroeste de África, experimentó su primera actividad volcánica después de unos 50 años de inactividad.

La última erupción de La Palma (19 de septiembre-13 de diciembre de 2021), se recuerda en el estudio recientemente publicado, “duró unos 3 meses y creó un nuevo cono volcánico, llamado Tajogaite, en medio de la cresta volcánica de Cumbre Vieja de la Isla. Liberó grandes columnas de ceniza y gas, así como aproximadamente 200 millones de metros cúbicos de lava que se extendieron por 12 kilómetros cuadrados de la Isla, sepultando o dañando gravemente asentamientos urbanos y carreteras. El evento obligó a evacuar a unas 7.000 personas y causó más de 842 millones de euros en daños” .

La erupción, señala, “se produjo a lo largo de una pequeña fisura eruptiva de la dorsal volcánica de Cumbre Vieja. Esta dorsal está formada por una serie de conos monogénicos orientados aproximadamente de norte a sur (cada uno generado durante un único episodio eruptivo) a lo largo del sistema volcanotectónico dominante en la Isla”.

Apunta que “los cristales de olivino y piroxeno en las lavas de este volcán a menudo contienen inclusiones de fluidos: pequeñas cantidades de fluidos (principalmente dióxido de carbono y agua) atrapadas en los minerales a medida que se forman o como resultado de la recristalización”.

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