La mítica ínsula volvió a 'emerger' del Atlántico y la leyenda se refuerza, generando un debate a caballo entre un efecto óptico y un misterio sin resolver. 66 años después de que Manuel Rodríguez Quintero fotografiara por primera vez la misteriosa isla de San Borondón frente a la costa de la Villa y Puerto de Tazacorte, una imagen que se publicó en 1958 en el periódico ABC de Madrid, se ha producido un nuevo ‘avistamiento’. El pasado 10 de diciembre de 2023, Gabriel Hernández Pages captó una instantánea al atardecer, desde Los Pedregales, en Los Llanos de Aridane, en la que se aprecia, a la derecha de El Hierro y de las montañas de Todoque y La Laguna, lo que parece ciertamente el contorno de un territorio que despunta en el horizonte.
Unas 12 personas se hallaban en la tarde de ese día celebrando una fiesta en Los Pedregales y tomando fotos del atardecer. Curiosamente, en ese grupo se encontraba la arqueóloga Nuria Álvarez Rodríguez, bisnieta de Manuel Rodríguez Quintero, autor de la primera imagen de la ínsula que “viene y va”. Todos los allí reunidos vieron, con asombro e incredulidad, lo que parecía una isla en el horizonte del poniente, y Gabriel Hernández Pages logró fotografiarla.
“En esa parte del océano no hay ninguna isla y todos los que estábamos allí tomando imágenes del espectacular atardecer, la vimos, y la verdad es que no le dimos importancia a esa foto hasta que salió en La Palma Ahora el documental de National Geographic sobre la leyenda de San Borondón en el que participa la investigadora y cronista oficial de Los Llanos de Aridane María Victoria Hernández”, ha relatado a este periódico una de las personas que estaba en Los Pedregales.
Resulta también sorprendente que el ‘avistamiento’ de diciembre de 2023 coincide con el mismo lugar y espacio en el océano donde 'emergió' en 1957, según la fotografía de Quintero. Exactamente, a la altura del barrio de la Villa y Puerto de Tazacorte conocido por San Borondón. “Estábamos haciendo fotos de las puestas de sol, que esa tarde eran espectaculares, y de repente vimos allí eso, como una isla, pero allí no hay ninguna isla”, insiste la citada fuente.
Los investigadores Manuel Poggio y Luis Regueira publicaron en 2009 un libro con el título ‘La isla perdida. Memorias de San Borondón desde La Palma’ en el que se incluye un estudio sobre la cartografía que se ha realizado sobre este misterioso territorio a lo largo de la historia, representado en decenas de mapas, incluido uno de Torriani. Esta ínsula, sostienen los investigadores, “conforma uno de los paisajes más cautivadores de nuestra historia y de nuestra geografía” y “ha penetrado en el universo cultural de los isleños, que encuentran en la escurridiza roca una seña común de identidad”. Han constatado que la cultura popular canaria describe el fabuloso territorio como una isla real que aparece y desaparece.
Regueira y Poggio, explicaron en 2014 a este periódico que “la existencia en Canarias del mito de San Borondón se sustenta en tres pilares básicos”. Por un lado, “las leyendas de la Antigüedad clásica que hablaban de la existencia de las Islas Afortunadas. En tiempos de los romanos estas islas se identificaban con Canarias, y es significativo que los primeros geógrafos, como Claudio Ptolomeo en el siglo II d.C, incluyera en ese archipiélago una isla llamada 'Aprositus', que literalmente significa ‘inaccesible’. Por otro,”la aparición periódica de un efecto óptico atmosférico que hace que, en determinadas circunstancias meteorológicas, los habitantes de Canarias vean en distintos puntos del horizonte algo que pueden identificar como una ínsula más. En la época de los descubrimientos geográficos esta aparición se consideraba un indicio de que quedaban tierras por descubrir en el Atlántico“. El tercer pilar del mito es” la historia del monje irlandés Brendan de Clonfert, San Brandano, que vivió entre los siglos V y VI. Este santo es conocido sobre todo por unos manuscritos datados en los siglos IX y X que dan cuenta de la ‘Navigatio Sancti Brandani’, un periplo atlántico que el monje realizó en compañía de otros clérigos y que le llevó a una serie de escalas fabulosas, entre las que se encuentra un gigantesco pez que confundieron con tierra firme y en cuyo lomo celebraron una misa de Pascua“, relatan Poggio y Regueira.
La Palma es protagonista en la leyenda de San Borondón puesto que “sus costas son el lugar desde donde la onírica isla se ha oteado con más frecuencia y sus puertos fueron las radas desde donde partieron algunas de las naves que se atrevieron a emprender la aventura de su búsqueda”, recogen Poggio y Regueira, y destacan que “si San Borondón tiene un significado simbólico, este seguramente estará relacionado con el placer de descubrir lo intangible más allá de lo que la razón nos enseña”, afirman.
Un fenómeno óptico que se produce con irregular frecuencia, o un misterio sin resolver que emerge del Atlántico. El 'avistamiento' desde Los Pedregales reaviva la leyenda.