La gestión de la emergencia en La Palma antes y durante la erupción fue la adecuada, opina la profesora titular de Geografía Física de la Universidad de La Laguna (ULL), Carmen Romero, quien en cambio advierte de que durante la llamada reconstrucción se están destruyendo “material único”.
Considerada toda una referencia en el conocimiento del vulcanismo histórico en Canarias, Carmen Romero señala a Efe que, en este primer aniversario del volcán, se puede decir que lo más importante es que por primera vez, a pesar de que ha habido otras erupciones con anterioridad en las islas, su población ha sido plenamente consciente de que vive en un territorio volcánico.
Y eso es algo fundamental, remarca Romero, porque desde el punto de vista científico la lectura que se puede hacer de la erupción es que se han obtenido resultados “muy buenos” y, en cuanto a las actuaciones sobre el terreno, la gestión de la emergencia ha sido la adecuada en las dos primera fases.
Pero en la fase posteruptiva cree que no se está actuando de una manera adecuada, ya que las acciones que se han emprendido en la isla para resolver los problemas generados por este fenómeno se han planteado bien, pero “están mal ejecutadas”.
Carmen Romero se refiere a las actuaciones en carreteras y alude de forma directa a la necesidad de unir el sur de la isla con Los Llanos de Aridane, un enlace que comparte que debe construirse, cuyas obras considera que se ejecutan de manera “no satisfactoria, pues no se asume que se trata de un territorio nuevo”.
Se trata de un territorio afectado por la lava y que ahora tiene características nuevas, acorde a las cuales debería actuarse, defiende la profesora de Geografía Física de la ULL.
Carmen Romero sostiene que lo adecuado sería no volver a caer “exactamente” en los mismos errores que han provocado que la erupción haya sido un desastre natural y precisa que, al destruir esas rocas se pierden valores tanto culturales como históricos, naturales y científicos.
Se debe comunicar Los Llanos con el sur de la isla por medio de una carretera, pero ésta debe adaptarse a los rasgos del nuevo territorio, reitera Carmen Romero, quien reconoce que no es una experta en el trazado de ese tipo de infraestructuras, pero sí cree que deben tenerse en cuenta las novedades.
Como ejemplo cita las actuaciones que se han llevado a cabo en otras islas afectadas por volcanismo histórico, como Lanzarote, donde “es mínimo” el impacto que las carreteras tienen sobre el territorio volcánico del Parque Nacional de Timanfaya.
Romero recuerda que, desde la década de los setenta del siglo pasado en Canarias, en general, y en La Palma, en particular, el territorio se ha ocupado de forma “desmesurada” y ha llegado la hora de plantearse si el daño es consecuencia directa de la erupción o de la mala planificación territorial. Porque, se lamenta, la planificación no se ha tenido en cuenta el riesgo volcánico.
En cuanto a las actuaciones tras el proceso eruptivo también subraya que no es lo mismo hablar del valor natural de, por ejemplo, un bosque, que se puede replantar aunque no sea exactamente con las mismas condiciones y características, que de una roca, en la que los daños resulta irreparables si se interviene sobre ella.
Por eso “hay que pensar mucho cómo queremos el territorio, cómo planificamos”, ha precisado Carmen Romero, para quien es verdad que es “urgente actuar, pero también hacerlo con cabeza”.
Carmen Romero se refiere a la situación de la población, que, a su juicio, aún no es consciente de qué es lo que ha pasado y está bajo el impacto de lo ocurrido, y recuerda que parte de la población evacuada pertenece a Puerto Naos, localidad que si bien no fue afectada por la erupción sí lo ha sido por la emisión de gases y por ello sigue desalojada.
Y esa es una de las pruebas de que la emergencia volcánica aún no se ha superado, añade esta profesora de la ULL ya que buena parte de las personas afectadas sigue sin poder volver a sus casas.