Este jueves, 19 de mayo, comienza el traslado del espectrógrafo infrarrojo Emir, el nuevo espectrógrafo del Gran Telescopio de Canarias (GTC o Grantecan), al Observatorio del Roque de Los Muchachos situado en las cumbres de Garafía. “Saldrá transportado en camión de la sede central del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) para su embarque en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Llegará en barco este viernes al puerto de Santa Cruz de La Palma y, a continuación, subirá al Observatorio, señala el IAC en un comunicado.
“Es un instrumento –señala Francisco Garzón, investigador principal del proyecto- que utiliza técnicas de observación novedosas, con mecanismos de alta precisión, que le dan versatilidad funcional, y en el telescopio más grande del mundo. La suma de estos tres factores hace de él un instrumento potente. Estimamos que se necesitarán de tres a seis meses entre comisionado y puesta a punto de los sistemas de operación, antes de entrar en la fase de observaciones científicas rutinarias. Sin embargo, esperamos obtener datos de calidad científica en los tres primeros meses tras su primera luz”.
“Por tratarse de un instrumento criogénico, que su interior, en condiciones de operación, estará a -200ºC y en vacío, Emir permanecerá un mes en fase de integración y puesta en operación en las instalaciones del telescopio para sus primeras verificaciones científicas”, explica Mary Barreto, gestor técnico del proyecto.
Reto criogénico
Emir es un instrumento “diseñado, fabricado, ensamblado y verificado enteramente en el IAC. Hará imagen y espectroscopía en el infrarrojo cercano, lo que permite ver los objetos más fríos y distantes del Universo. Será otro instrumento multiuso del GTC, como Osiris , un espectrógrafo óptico también diseñado y construido por el IAC. Se espera que produzca resultados de gran importancia en astrofísica extragaláctica y galáctica. Por ejemplo, lo que Osiris ve en el óptico sobre el grupo de galaxias al que pertenece la Vía Láctea (Grupo Local), Emir lo verá en las galaxias precursoras a éstas, pues puede observar atrás en el tiempo y llegar al universo temprano”.
Se trata de un instrumento “técnicamente muy complejo, lo que explica en parte el largo tiempo de desarrollo de más de una década”. Para empezar, es “criogénico en su totalidad: se encuentra encerrado en un tanque, que en operación está a -200º en su interior, en el cual sus diferentes componentes deben funcionar con una precisión de unas micras. Y propone muchos modos de operación, proporcionando mucha versatilidad y potencia, pero al mismo tiempo aumenta las dificultades para su óptima operación en el telescopio, lo que puede alargar su puesta a punto una vez instalado”.