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El Interferómetro de La Palma: la apuesta que podría llevar a la astrofísica española al Nobel

Breña Baja —
12 de abril de 2025 21:39 h

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En un rincón privilegiado del Atlántico, donde el cielo parece más cercano y las estrellas más nítidas, se ha gestado esta semana un encuentro que podría marcar un antes y un después en la historia de la astronomía moderna. Durante varios días, Los Cancajos y el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM), en la isla de La Palma, han acogido a 42 expertos de 14 instituciones científicas procedentes de ocho países con un propósito común: avanzar en el desarrollo del Interferómetro de La Palma (LPI, por sus siglas en inglés: La Palma Interferometer).

El objetivo del proyecto es ambicioso, casi desbordante: utilizar la luz recogida por cinco de los mayores telescopios del ORM para formar un solo instrumento virtual, capaz de observar el universo con una resolución sin precedentes. Una resolución angular de 50 microsegundos de arco, o lo que es lo mismo, la capacidad de distinguir el contorno de una moneda de un euro en la superficie de la Luna. La precisión sería mil veces superior a la del Telescopio Espacial Hubble, durante décadas el icono absoluto de la observación astronómica.

La clave de esta proeza está en una técnica tan sofisticada como prometedora: la interferometría de intensidad en longitudes de onda visibles. Lejos de ser una rareza técnica, esta herramienta permitiría acceder a una nueva dimensión de la observación astronómica, correlacionando fotones procedentes de distintas fuentes para componer imágenes de altísima fidelidad. Es una frontera apenas explorada, donde lo visible se une a lo cuántico, y lo posible aún está por construirse.

El LPI trabajará con los cinco telescopios ópticos más destacados del Roque de los Muchachos: el Telescopio Nacional Galileo (TNG), el Telescopio Óptico Nórdico (NOT), el Gran Telescopio Canarias (GTC), el Telescopio William Herschel (WHT) y el Telescopio Isaac Newton (INT). Juntos, estos gigantes permitirán alcanzar una línea base de hasta 1,5 kilómetros. Pero, para lograrlo, hará falta más que un empalme de cables o una reprogramación de software: muchas de las herramientas necesarias para hacer realidad este proyecto aún no existen. Deberán ser diseñadas y creadas ex profeso, abriendo la puerta a un ecosistema de innovación con implicaciones que van mucho más allá de la ciencia.

“El mayor reto no está en coordinar los telescopios, sino en imaginar y construir la tecnología que todavía no tenemos”, explica uno de los ingenieros participantes. Este desafío tecnológico sitúa a La Palma en el mapa global de la investigación científica más avanzada, y no solo como un lugar de observación pasiva, sino como motor activo de conocimiento de frontera.

En las reuniones mantenidas esta semana se han discutido desde los fundamentos físicos de la interferometría hasta la logística de cables de fibra óptica y detectores ultrarrápidos. El ambiente era el de una comunidad científica convencida de estar ante algo grande. “El entusiasmo era palpable. Nos enfrentamos a un reto monumental, pero también a una oportunidad histórica”, apunta otro de los asistentes.

La interferometría ha sido utilizada con éxito en radioastronomía desde hace décadas, pero aplicarla a luz visible con esta precisión y escala es un salto cualitativo. El Roque de los Muchachos, con su altitud, estabilidad atmosférica y experiencia operativa, ofrece el escenario ideal para este tipo de experimentación. Y no es casualidad que el impulso parta de aquí.

Entre las instituciones implicadas se encuentran centros de referencia en Europa y América, y ya se han comenzado a articular propuestas para solicitar financiación pública y privada que permita consolidar un consorcio internacional. El LPI no solo abrirá nuevas ventanas al universo: también podría convertirse en el germen de desarrollos industriales punteros en áreas como la óptica de alta precisión, la computación cuántica o la inteligencia artificial aplicada a la ciencia.

Los paralelismos con otros grandes hitos científicos no son exagerados. Como ocurrió con el descubrimiento de las ondas gravitacionales o la primera imagen de un agujero negro, los avances que promete el LPI podrían derivar en publicaciones de impacto mundial y, eventualmente, en reconocimientos como el Nobel de Física. “Estamos hablando de ciencia con potencial de premio Nobel, y no lo decimos a la ligera”, aseguran desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía, uno de los impulsores del proyecto.

En este contexto, La Palma se convierte en más que una sede: en protagonista. La isla, que ya figura en la élite astronómica mundial, podría dar ahora el salto definitivo. Pero para ello, será imprescindible que las instituciones implicadas —locales, nacionales e internacionales— comprendan la magnitud del momento.

Y aquí está el nudo del relato: si bien el Observatorio del Roque sigue siendo un referente, muchas de sus actividades han entrado en una rutina científica valiosa pero previsible. El LPI ofrece algo diferente: un camino hacia lo desconocido, hacia lo aún no observado ni comprendido, donde el riesgo se equilibra con una posibilidad real de transformación científica, tecnológica y también social.

Porque no se trata solo de ciencia. Se trata de visión. De entender que en un mundo donde el conocimiento es poder, apostar por lo grande no es un lujo, sino una necesidad. Si La Palma logra convertirse en el epicentro del LPI, no solo ganará prestigio internacional: generará empleo cualificado, atraerá talento, creará oportunidades y pondrá el nombre de la isla en el corazón mismo del futuro de la astrofísica.

El mensaje, entonces, es claro y urgente: quienes toman decisiones no pueden seguir pensando en pequeño. No es el momento de cálculos cortoplacistas, ni de divisiones por cuotas o competencias. La ciencia, cuando de verdad rompe barreras, no entiende de fronteras administrativas. Este proyecto puede dar lugar a uno de los avances más relevantes del siglo en astronomía óptica. Y puede ocurrir aquí. En esta isla. Bajo este cielo.

Si el Interferómetro de La Palma se hace realidad, no solo veremos más allá en el cosmos. También veremos quién supo, a tiempo, mirar más lejos.

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