Madres y padres del CEIP La Laguna: “No dejaremos de luchar hasta que se reconstruya con urgencia el colegio que dañó el volcán”
Un funesto día de octubre de 2021 el colegio público de La Laguna empezó a ser engullido por la lava. Parecía que el río de fuego iba a llevarse todo el barrio, incluyendo su querida escuela. Al final, con incertidumbre hasta el 13 de diciembre, el volcán dejó en pie parte del colegio y del núcleo lagunero.
Meses después se inició esta lucha de madres y padres, con apoyo de casi 7.000 firmas, para que el CEIP se reconstruya por vía de emergencia.
Una de esas madres, Nohely Fernández, portavoz de ese movimiento ciudadano, explica a ELVALLEDEARIDANE.COM (web solidaria de la asociación Tierra Bonita gracias al libro Las otras historias del volcán) cuál es la situación tres años después de acabada la erupción.
La considerada peor catástrofe volcánica del último siglo en Europa impactó también en su comunidad escolar. Tras el desalojo del barrio, las clases se retomaron a unas instalaciones provisionales, el Centro Sociocultural El Retamar y la Escuela Oficial de Idiomas de Los Llanos de Aridane, cedidos por el Ayuntamiento llanense, hasta que en el presente curso se reunificó a todos en un mismo espacio mediante aulas en módulos prefabricados, con un coste de 14.000 euros al mes, por lo que ya se han gastado cientos de miles de euros.
En el entorno del antiguo Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) hace ya mucho tiempo que se retiró la lava, se recuperó la carretera y se han repuesto los servicios de luz y agua.
Pero, tres años después, aún no está elaborado ni el proyecto para la demolición y la construcción del nuevo centro. Es decir, no se ha puesto ni un bloque. Y ello a pesar de la persistente reivindicación ciudadana.
«Queremos que esta obra sea considerada de emergencia para acelerar los plazos», afirma esta madre, que en noviembre de este año intervino en una comisión del Parlamento de Canarias para defender esta reivindicación ante la Cámara legislativa.
Allí comprobó cómo esta «justa causa», de manera incomprensible, se tiñe de batallas políticas que disgustan a quienes no saben de colores políticos sino de la necesidad de que se recupere un servicio.
El consejero de Educación del Gobierno de Canarias, Poli Suárez, con quien se ha reunido una representación de las casi 7.000 personas que avalan esta petición, respondió que la obra no puede ser declarada de emergencia porque los informes técnicos y jurídicos indican que tramitarla por esa vía, tres años después de la erupción, supondría prevaricar, al tiempo que señaló que se tendría que haber adoptado esta solución justo tras la erupción, con el anterior Ejecutivo regional.
Pero padres y madres del colegio defienden la alternativa de que la Consejería de Educación ceda la construcción del colegio al Cabildo de La Palma, que tiene predisposición para declararla de emergencia.
Ambas instituciones tienen ahora que negociar un acuerdo. El consejero de Educación ha manifestado que no tiene inconveniente en explorar esa vía.
En la actualidad, un estudio de arquitectura redacta el proyecto, que tiene que estar entregado el 31 de diciembre. Y, por ahora, Educación no ha dado respuesta a la petición de este movimiento ciudadano de que la comunidad educativa sea tenida en cuenta en el diseño del nuevo CEIP.
“Desde el primer momento pedimos que se consideraran nuestras propuestas. Queríamos que este colegio reflejara las necesidades de los niños y de las familias, pero no nos han permitido participar”, afirma la portavoz.
Entre las sugerencias presentadas está la creación de una guardería escolar, un diseño que facilite la interacción entre alumnos de diferentes edades y mantener elementos icónicos como el color azul del edificio. Las imágenes preliminares publicadas por las autoridades no cumplen con estas expectativas. “El diseño parece un colegio urbano, sin relación con nuestro entorno ni con lo que era el antiguo centro», lamenta Nohely.
El colegio semidestruido por la lava era algo más que unas paredes y un techo donde dar clases.
“Es mucho más que eso, era el corazón de la comunidad, y lo volverá a ser”, subraya esta madre, quien pone de relieve que este centro educativo, donde al alumnado se le trata «con amor», es reconocido por su calidad pedagógica y su enfoque inclusivo, hasta el punto de que atrae a alumnos de otras localidades de La Palma
Por tanto, asegura que están luchando “por algo más que un edificio: queremos preservar la esencia del colegio: un ambiente familiar donde los niños crecen unidos y no separados por edades”.
Para la comunidad educativa de La Laguna, el colegio es fundamental en la reconstrucción del tejido social del barrio.
«No basta con decir que hay una guagua para llevar a los niños a otro lugar. El colegio es el alma de La Laguna», enfatiza Nohely, quien está convencida de que disponer de nuevo de esta infraestructura pública es un aspecto clave para la recuperación de este vecindario.
«No podemos permitirnos esperar otros siete u ocho años. El tiempo es crucial para que esta comunidad pueda sanar y reconstruirse», advierte.
El CEIP La Laguna, conocido cariñosamente como el cole azul, sigue siendo un símbolo de lucha y esperanza para una población que se resiste a perder su identidad y su historia.
El mensaje a las Administraciones publicas está claro desde este movimiento ciudadano: «No vamos a dejar de luchar hasta que nuestros hijos entren a clase en el nuevo colegio». Y es que la fuerza de la sociedad, cuando se une en torno a un objetivo justo y común, puede tener la energía de un volcán.
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