En los últimos años, La Palma ha emergido como un punto clave en el mapa energético de Canarias. La isla, conocida por su excepcional biodiversidad y paisajes volcánicos, posee también un recurso menos visible pero igual de valioso: el calor de su subsuelo. La geotermia, una fuente de energía limpia y sostenible, se perfila como una solución viable para diversificar la matriz energética insular y reducir la dependencia de combustibles fósiles. Sin embargo, el camino hacia la explotación de este recurso no ha sido sencillo.
A través de la Orden 157/2023, la Consejería de Turismo, Industria y Comercio convocó un concurso público para la concesión de permisos de investigación geotérmica. El proceso, diseñado para fomentar la participación de entidades públicas y privadas bajo un marco transparente, no estuvo exento de problemas. La Palma fue la última isla del archipiélago en completar la adjudicación, en gran parte debido a retrasos administrativos y conflictos en la evaluación de propuestas.
Un proceso largo y complicado
El concurso público se estructuró en varias fases, comenzando con la definición de bases técnicas y económicas. Estas bases marcaban criterios claros para garantizar que solo las propuestas más sólidas y viables fueran consideradas. La creación de una mesa de selección, integrada por expertos y representantes gubernamentales, buscaba asegurar una evaluación rigurosa.
Sin embargo, los problemas surgieron pronto. La documentación presentada por algunos participantes no cumplía con los estándares establecidos, lo que llevó a la exclusión temporal de ciertas empresas. Un caso fue el de Tajogaite Energía S.L., inicialmente descartada por deficiencias formales. Tras interponer un recurso, la empresa logró reincorporarse al proceso, pero no sin generar retrasos significativos.
Además, surgieron conflictos en las llamadas “zonas de solapamiento”, áreas donde múltiples propuestas competían por las mismas cuadrículas mineras. Este aspecto técnico complicó la labor de la mesa de selección, que debía decidir cuál proyecto ofrecía el mayor valor técnico y económico.
Finalmente, los permisos fueron adjudicados a seis “empresas”. Cada una de las entidades adjudicatarias aporta distintas fortalezas al proyecto:
Repsol Exploración S.A.: con una amplia experiencia internacional, cuenta con equipos técnicos de primer nivel y capacidad para realizar estudios avanzados y una gran capacidad financiera.
Energía Geotérmica de Canarias S.L. (EGC): vinculada a DISA, aporta recursos técnicos, recursos económicos y logísticos importantes, con sede en Tenerife.
Tajogaite Energía S.L. y Geotermia La Palma S.L.: estas empresas locales, de conocidos e influyentes empresarios palmeros, representan intereses empresariales de la isla, combinando conocimiento local con capacidad técnica externa.
SODESCAN y Sodepal S.A.: como empresas públicas, garantizan que el proyecto se enfoque en el beneficio público, asegurando un impacto positivo en la economía local.
Además de sus propios equipos, las empresas, públicas y privadas, han establecido contratos o colaboraciones con universidades, institutos científicos o consultoras especializadas en ingeniería de caminos, vulcanología, minería y geología. Estas alianzas deberían garantizar que las investigaciones se realicen con rigor científico y técnico, mejorando la calidad y viabilidad de los proyectos.
Primeros pasos hacia la geotermia
Las empresas adjudicatarias cuentan con un plazo de un año para realizar una serie de actividades clave. Estas incluyen estudios geológicos, geoquímicos y geofísicos, perforaciones exploratorias y análisis detallados de los datos recolectados. El objetivo es claro: evaluar el potencial del subsuelo palmero para determinar si es viable la instalación de plantas geotérmicas.
Aunque ambicioso, este cronograma es crítico para sentar las bases de un nuevo modelo energético en la isla. La geotermia no solo ofrece una fuente constante de energía, sino que también podría reducir considerablemente los costos energéticos y la huella de carbono de La Palma.
Lecciones desde Azores: un modelo a seguir
El archipiélago de las Azores ha demostrado que la geotermia puede ser no solo viable, sino también altamente beneficiosa para islas volcánicas. Allí, una empresa mixta público-privada centraliza todas las operaciones relacionadas con la energía geotérmica. Este modelo combina la experiencia técnica del sector privado con la supervisión estratégica del gobierno, optimizando recursos y garantizando un impacto positivo en la economía local.
Para La Palma, adoptar un modelo similar podría ser la clave para superar los retos actuales. Una empresa mixta que integre a las seis adjudicatarias permitiría centralizar la planificación y ejecución, evitando duplicidades y maximizando la eficiencia. Además, esta estructura facilitaría la reinversión de los beneficios en proyectos locales, desde infraestructuras hasta programas de formación.
Inversión y futuro económico
El desarrollo geotérmico en La Palma no solo tiene implicaciones energéticas, sino también económicas. Según datos oficiales, el concurso público de Canarias movilizará más de 106 millones de euros, una parte significativa de los cuales se destinará a la isla.
Esta inversión se dividirá entre estudios preliminares, adquisición de tecnología avanzada y subvenciones para empresas locales. Además, La Palma se beneficiará de fondos europeos como los FEDER, que apoyan la transición energética y la sostenibilidad.
El impacto potencial es enorme. La energía geotérmica podría cubrir hasta un 40% de la demanda energética de la isla en la próxima década, reduciendo costos y aumentando la autonomía energética.
Geotermia como motor de desarrollo local
El impacto social de este proyecto también es relevante. La industria geotérmica promete generar empleo directo e indirecto en sectores como la ingeniería, la construcción y la operación de plantas energéticas. Además, se prevé un efecto positivo en el turismo sostenible, con La Palma posicionándose como un destino en energías renovables.
La formación también debe jugar un papel clave. Con parte de los fondos públicos, se deben llevar a cabo programas educativos que capaciten a la población local en habilidades técnicas, asegurando que los beneficios de la geotermia lleguen a toda la población.
Un futuro energético y sostenible
La Palma tiene ante sí una oportunidad única para transformarse en una isla sostenible energéticamente. La geotermia no solo promete un suministro energético limpio y constante, sino también un motor para el desarrollo económico y social de la isla.
La creación de una empresa mixta público-privada podría ser el catalizador necesario para maximizar este potencial, garantizando que los beneficios de la explotación geotérmica se reinviertan en el bienestar de los habitantes de la isla. A pesar de los obstáculos iniciales, La Palma puede estar en camino de construir un futuro más sostenible y próspero si se hace bien.