La cultura del tabaco sigue viva en la Isla. La Compañía Insular de Tabaco de La Palma, fundada en 1917 y ubicada en Las Vueltas, en Breña Alta, es la fábrica tabaquera más antigua de Canarias en activo y tiene como meta “construir una marca de puros que sea reconocida a nivel internacional”, ha señalado a La Palma Ahora Fabrizio Gentile, socio de la empresa junto con Miguel Ángel Pérez González. “El puro palmero es un producto estrella único y espectacular debido a las condiciones climáticas de La Palma”, asegura.
La Fábrica, como se le conoce popularmente a esta empresa tabaquera, cuenta con una decena de trabajadores que elaboran puros a mano y a máquina para el mercado europeo bajo las marcas De Lucía, Premium, Casa Vieja, Monte Alto, Rica Hoja o Primorosa. La producción diaria de puros a mano, de tripa larga, es de unos 300. “Se revisan uno por uno diariamente”, subraya Fabrizio, quien señala que “llevamos unos siete meses trabajando en intentar hacer una asociación que promueva en el extranjero y en España el puro artesano palmero y el tabaco palmero y canario, y esperamos que eso ayude”. “Queremos unir a los empresarios y cosecheros para fomentar un producto que es estrella en Canarias y que no se vende como debería”, añade.
La Fábrica dispone de una plantación propia de unas 5.000 matas de tabaco y el resto lo importa de Cuba, República Dominicana o Nicaragua. “Las mezclas es un secreto de cada purero, con variedades distintas de tabaco, lo importante es que lleve siempre un porcentaje palmero”, recalca, y relata que “un empresario israelí que tiene la distribución en Oriente Medio de Habanos SA, y que cuenta con cuatro locales de cata de puros en Tel Aviv, al probar una de las ligas que llevan tabaco palmero, me dijo que nunca había probado nada así”. “El puro está buenísimo, y quiero crear en La Palma un producto estrella, pero necesitamos venderlo muy bien para poder subsistir todos”, apunta. “La marca De Lucía vende entre 4 y 6 euros el puro de tripa larga, y un habano de media sale entre nueve y diez euros; nuestro puro tendría que ser más caro al tener menos producción, pero todavía no tenemos marca reconocida internacionalmente”, se lamenta.
Fabrizio recuerda que “los tabaqueros que volvieron de Cuba eran todos de familias palmeras, que trajeron esa tradición y hoy cuesta mantenerla, porque hacer las cosas bien, cuesta mucho”. “Aquí cuidamos la manufactura y la calidad del tabaco, y si hace falta estamos en la fábrica hasta 15 horas al día”.