La Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés) celebrará en La Palma su simposio 385 titulado ‘Astronomía y constelaciones de satélites: caminos a seguir’. El congreso tendrá lugar en Santa Cruz de La Palma del 2 al 6 de octubre.
Este simposio, explican los organizadores, “está previsto como un espacio donde los astrónomos, la industria y otras partes interesadas puedan compartir el estado actual de su trabajo con respecto a las grandes constelaciones de satélites y su impacto en la astronomía y el cielo nocturno”. A través de presentaciones y paneles de discusión, añade, “esperamos explorar el estado actual de los estudios, observaciones y mitigaciones”. Además, añaden, “los participantes podrán compartir sus líneas de investigación actuales o futuras en esta área y discutir las brechas identificadas que deben abordarse”.
Señalan que “la región del espacio exterior cercana a la Tierra está cambiando. 65 años después del lanzamiento del primer satélite artificial, muchos miles de satélites orbitan alrededor de nuestro planeta. De esta actividad han resultado muchos más trozos de 'desechos espaciales' o 'basura espacial'. Añaden que ”el espacio alrededor de nuestro planeta está cada vez más poblado, por lo que se corre el riesgo de catástrofes futuras“.
Nueva era en el uso del espacio exterior
Indican que “este es el resultado de una nueva era en el uso del espacio exterior que comenzó en 2019. Las empresas espaciales comerciales privadas comenzaron a lanzar grupos masivos de satélites conocidos como ‘grandes constelaciones’. Aunque no existe una definición precisa de este término, a menudo se refiere a un grupo de satélites que oscila entre cientos y decenas de miles. Están diseñados, lanzados y operados como un grupo con un propósito común, brindar acceso a Internet de banda ancha”.
Desde el inicio de “la era de las grandes constelaciones, el número de satélites funcionales se ha duplicado hasta alcanzar más de 5.000. Las empresas espaciales han anunciado públicamente planes para el lanzamiento de hasta 400.000 satélites de aquí a 2030. Es posible que ya haya más de un millón de fragmentos de desechos de más de 1 centímetro orbitar la Tierra. Acontecimientos hostiles, como las pruebas destructivas de armas antisatélites, amenazan con aumentar estas cifras”.
Apuntan que “grandes constelaciones están alterando la apariencia del cielo nocturno. Los satélites y los escombros que se encuentran muy por encima de la Tierra reflejan la luz solar hacia el lado nocturno del planeta, lo que los hace visibles como puntos de luz en movimiento. Estos objetos visibles pueden alterar las prácticas de navegación de los buscadores nocturnos tradicionales. Los enjambres de satélites pueden interferir con las prácticas culturales y religiosas de algunas personas. Y son una intrusión no deseada para los observadores ocasionales de estrellas y para todos los que aman la tranquilidad de las noches oscuras y silenciosas”.
Actualmente, explican, “los telescopios astronómicos suelen registrar brillantes estelas de luz en fotografías. Los astrónomos pueden perder datos cuando las huellas de los satélites superen las débiles señales cósmicas que recopilan. Las grandes constelaciones y los escombros pueden aumentar el brillo del cielo nocturno, dificultando la visión de objetos débiles”.
Exponen que “las transmisiones de los satélites sobrecargan los sensibles detectores de los radiotelescopios. Estos efectos están perjudicando nuestra capacidad de realizar nuevos descubrimientos astronómicos utilizando telescopios terrestres. Ni siquiera los telescopios espaciales son inmunes al problema. Las huellas de los satélites son evidentes en algunas imágenes del Telescopio Espacial Hubble”.
Apuntan que “los ciclos de vida de los satélites también plantean otras amenazas ambientales. La contaminación procedente de los lanzamientos puede añadir sustancias a la atmósfera inferior relacionadas con el cambio climático. El reingreso de una nave espacial puede agregar cantidades alarmantes de ciertos metales a la atmósfera superior. Y existen impactos potenciales para la vida silvestre y la ecología debido a las grandes constelaciones. Por ejemplo, agregar muchos objetos en movimiento nuevos y brillantes al cielo nocturno podría interferir con las especies migratorias que usan las estrellas para navegar”.
Pioneros
Los astrónomos, indican, “fueron pioneros en el estudio de los efectos de las grandes constelaciones para comprender los riesgos para el cielo nocturno. Se han comprometido directamente con empresas espaciales, organismos internacionales como las Naciones Unidas y una comunidad diversa de partes interesadas. Estos esfuerzos llevaron a algunas modificaciones en el diseño de las naves espaciales que produjeron reducciones modestas en el brillo de los satélites. Al mismo tiempo, el ritmo de los lanzamientos sigue aumentando. Los riesgos tanto para el cielo nocturno como para el espacio cercano a la Tierra son grandes a menos que estos recursos se gestionen cuidadosamente. Sin embargo, existen pocas leyes o regulaciones nacionales o internacionales que pongan límites significativos a la cantidad aceptable de daño que los satélites pueden causar al cielo nocturno”.
Los astrónomos “no suelen oponerse a los satélites ni a las grandes constelaciones de satélites. Los beneficios potenciales para la humanidad son grandes, pero también lo son las preocupaciones asociadas. Se necesitan soluciones creativas e innovación tecnológica para afrontar y resolver estos problemas”.