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THE FORCE OMNIBUS Vol.1

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Dos meses después de aquello me encontré viajando hasta la ciudad de Barcelona para conocer a dicha persona y, de paso, pedirle ayuda para un proyecto que, a la postre, articuló mi profesión hasta el mismo día de hoy. El viaje, además, me permitió conocer y adquirir los primeros números de la revista, así como poder ver algunos de los fanzines originales y entender, más en profundidad, la motivación de las personas que trabajaban en aquella revista que, veinte años después, continúa siendo el mejor ejemplo de cómo se debe presentar una publicación por y para el mundo del fandom. Y digo esto, porque se puede trabajar en una revista como The Force y no por eso perder el sentido, ni la capacidad de critica que, irremediablemente, se diluyen en las publicaciones oficiales y/o pertenecientes a los clubs de fans de un determinado tema.

The Force no sólo era una revista para quienes tratábamos de mantener vivo el espíritu, y nuestros recuerdos, del universo de Star Wars en un mundo en el que lo más nuevo que se nos ofrecía para mantener la querencia para con la creación de George Lucas eran las nuevas figuras comercializadas por la marca Kenner y, en 1997, las ediciones especiales de la trilogía original. La revista servía, además, como guía para todos aquellos que querían conocer lo que debía ser conocido, sobre todo si estaba relacionado con el mundo del coleccionismo de figuras articuladas. En sus páginas se daban cita los nuevos surtidos de Kenner, Toy Biz, McFarlane Toys, Mezco, Playmates, Diamond Select Toys, entre otras tantas, además de detallar la infinidad de variantes, figuras exclusivas y rarezas que, por aquel entonces, llegaban al mercado juguetero norteamericano.

Después estaban sus especiales dedicados a las películas de la saga galáctica y al resto de los estrenos relacionados con ciencia ficción, superhéroes en pantalla grande -los pocos que había por aquel entonces- y actividades relacionadas con el cine de género, festivales, exposiciones, libros, cómics y todo lo que aquella revista pudiera dar cabida en un espacio relativamente pequeño, si se ve con la óptica del actual mundo digital.

Con el paso de los años, la cabecera abandonó las estanterías de las librerías a las que llegaba, de una forma menos periódica de lo que muchos hubiéramos querido, pero los recuerdos y la posibilidad de revisar los ejemplares archivados en la biblioteca siempre suponían todo un aliciente.

La noticia con la que nos hemos levantado hoy, en pleno mes de noviembre del año 2018, es que el sello editorial The Force Books ha presentado The Force Omnibus Vol.1, el primero de los dos tomos que recogerán todas las revistas -tanto las primeras, en formato fanzine, como las siguientes, con un acabado mucho más profesional- para deleite de quienes crecimos con ellas, pero que ahora tendremos la oportunidad de tenerlas todas juntas y de la mejor manera posible.

Se trata de una tirada limitada de 100 ejemplares que se puede pedir ya en la dirección del nuevo sello editorial www.theforcebooks.com y que se me antoja -y no lo digo por todo lo anteriormente expresado, amén de por figurar en una de dichas entregas- como el mejor ejemplo posible de cómo deberían hacer las cosas, siempre refiriéndome al mundo del fandom, en medio del constante aluvión de productos oportunistas y mediocres que inunda el mercado actual.

Puede que sea por causa de la edad, pero en medio de tanto terror tecnológico del mundo digital en el que estamos inmersos, volver a leer The Force, tal cual se concibió, se me antoja el mejor bálsamo posible, ante la realidad cotidiana y tanto desatino galáctico de baja estofa y peor resolución.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2018

© The Force Books, 2018

Dos meses después de aquello me encontré viajando hasta la ciudad de Barcelona para conocer a dicha persona y, de paso, pedirle ayuda para un proyecto que, a la postre, articuló mi profesión hasta el mismo día de hoy. El viaje, además, me permitió conocer y adquirir los primeros números de la revista, así como poder ver algunos de los fanzines originales y entender, más en profundidad, la motivación de las personas que trabajaban en aquella revista que, veinte años después, continúa siendo el mejor ejemplo de cómo se debe presentar una publicación por y para el mundo del fandom. Y digo esto, porque se puede trabajar en una revista como The Force y no por eso perder el sentido, ni la capacidad de critica que, irremediablemente, se diluyen en las publicaciones oficiales y/o pertenecientes a los clubs de fans de un determinado tema.