¿Un cayuco en Brasil?: 1.000 personas han desaparecido desde enero en barcas de Mauritania
El hallazgo en las costas de Brasil de una pequeña embarcación con 20 cadáveres a bordo ha llevado a numerosas familias en África a preguntarse si será el cayuco de ese hijo, esposo o hermana del que no tienen noticias, porque se estima que son más de 1.000 las personas que han desaparecido en el Atlántico en lo que va de año intentando llegar a Canarias.
Según informó este sábado la Policía Federal de Brasil, la barca fue encontrada por unos pescadores en la costa de Salgado, en el norte de Pará, con los cuerpos en avanzado estado de descomposición. Ya hay una investigación abierta para intentar identificar a los fallecidos o, al menos, averiguar de dónde salieron.
Algunos medios de Brasil han apuntado la hipótesis de que podría tratarse de un grupo de refugiados haitianos, pero el aspecto de la embarcación (alargada, de casco blanco e interior azul) ha hecho que numerosas familias en África estén convenidas de que es un cayuco de Mauritania, ha señalado a EFE una portavoz de Caminando Fronteras, colectivo que avisa regularmente de las salidas a las autoridades españolas y lleva su propio recuento de barcas perdidas.
En 2023 reportó 6.007 muertes o desapariciones en embarcaciones con rumbo a Canarias, 395 de ellas en cayucos que zarparon desde Mauritania. Solo en los tres primeros meses del año, de enero a marzo, Caminando Fronteras tiene constancia de 22 cayucos mauritanos perdidos en la Ruta Atlántica, con más de 1.500 personas a bordo.
En la ruta migratoria desde África Occidental hacia las Islas Canarias son frecuentes los casos de pateras o cayucos que naufragan en alta mar sin que ninguno de sus ocupantes sobreviva, pero también es habitual que algunas barcas se queden a la deriva y sean arrastradas hacia el sur y hacia el oeste por las corrientes.
Dos cayucos llegaron al Caribe en 2021
En esos casos, sus ocupantes perecen de sed y casi nunca aparecen, porque el océano se traga sus cuerpos. Sin embargo, no es extraño que alguno de esos cayucos se encuentre al cabo de meses en el Caribe o en las costas de Brasil tras recorrer más de 4.500 kilómetros a la deriva; no es habitual, pero hay numerosos precedentes.
Sin ir más lejos, en 2021 apareció uno en mayo con 14 cadáveres en una playa de Tobago y otro en junio con 20 cuerpos en Islas Turcas y Caicos, ambos en el Caribe. En el primer caso, una investigación de la agencia Associated Press logró probar que se trataba de un cayuco que salió de Nuadibú (Mauritania) e identificar a 33 de sus 43 ocupantes, tras seguir el rastro de las llamadas y contactos de una tarjeta SIM recuperada del teléfono móvil de uno de los fallecidos.
En otoño de 2023, la ruta de los cayucos se reactivó con fuerza, hasta llevar a Canarias a cifras sin precedentes de llegadas de inmigrantes a sus cosas (casi 40.000 en el balance del año).
Entonces, la gran mayoría partía en grandes embarcaciones de entre 150 y 300 ocupantes desde Senegal, a 1.200-1.400 kilómetros de Canarias (de 10 a 12 días de navegación, si todo va bien). A principios de año hubo un cambio notable y el grueso de las salidas se ha desplazado a Nuadibú y Nuatchok, en Mauritania (entre 800 y 1.100 kilómetros de distancia a las islas, de cinco a siete días).
De acuerdo con cifras publicadas por el Ministerio del Interior, el 83 % de los barcos con migrantes llegados a Canarias en el primer trimestre del año habían partido de la costa de Mauritania, aunque no solo (ni mayoritariamente) con nacionales de ese país: también transportan personas de Mali, Senegal, Costa de Marfil o Guinea.
Rutas cada vez más arriesgadas
Por ello, tanto la comisaria de Interior, Ylva Johansson, como el ministro español, Fernando Grande Marlaska, viajaran a Nuakchot en marzo a negociar con el Gobierno mauritano nuevas medidas de control policial de la salida de migrantes hacia Canarias, que han reforzado el acuerdo que ya existía en ese mismo ámbito con ese país.
Caminando Fronteras sostiene que “el impacto del aumento de control en la zona ha sido terrible, porque no se ha puesto el foco en las búsquedas y rescates, cuando los desvíos (hacia espacios más alejados de la costa) para evitar controles son mucho más letales”.
La ONG española ha recibido ya numerosas llamadas tras hacerse pública la noticia de la barca hallada en Brasil.
“Cualquier embarcación que aparece, aunque sea a miles de kilómetros, abre una esperanza a las miles de familias que anhelan saber la verdad”, ha señalado a EFE una portavoz de la organización, que espera que las autoridades de Brasil hagan las identificaciones “con celeridad, para saber, al menos, de dónde salieron”.
Con la agencia EFE se han puesto en contacto estos meses dos ciudadanos mauritanos que buscan a la desesperada a parientes perdidos en la Ruta. Uno de ellos es Ali Sokhona, un emigrante ya establecido en España, adonde llegó en cayuco en 2006.
“Solo en mi pueblo hay 20 desaparecidos”
Sokhona ya perdió a dos primos en 2020 en un cayuco que partió de Nuadibú a Canarias. Ahora, en su familia viven una nueva desgracia: tres primos más han desaparecido en un cayuco que salió en enero.
“No sabemos nada de ellos. De mi pueblo hay ocho personas dentro de esa barca, nada... Toda la patera perdida. Tres primos míos iban en ella, sus padres me llaman todos los días para preguntarme si sabemos algo de ellos, si han llegado”, relata.
“Está siendo terrible. Solo en mi pueblo hay unos 20 desaparecidos de varios cayucos. En los pueblos de alrededor, 10, 20 o 30 en cada uno. Toda la comunidad soninke está muy, muy triste”, continúa.
Este emigrante mauritano, que reside y trabaja en Valencia, es consciente de que nadie sobrevive tanto tiempo en un cayuco a la deriva -lo sabe por experiencia, porque él mismo hizo la ruta a Canarias dos veces, en 2006 y 2007-, así que ya solo busca cualquier dato con el que su familia pueda comenzar el duelo.
“Nos pasó hace tres años igual. Alguien les dice que están vivos, que están en Portugal, en Alicante... Yo les pregunto ¿quién os lo dijo? Si en una barca en la que iban 70 u 80 personas, ninguno llama, eso significa que ha habido un accidente. Sin supervivientes. Los que estamos en España lo sabemos, pero los que siguen en Mauritania piensan que están perdidos, en un bosque o por ahí. Y no es así”.
0