La COVID-19, los conflictos en el Sahel y las relaciones con Marruecos, claves en la llegada de migrantes a Canarias
Cerca de 30.000 personas migrantes han llegado a Canarias en pateras y cayucos en el último año y medio. Su acogida en las Islas ha estado marcada por la “improvisación y las restricciones inesperadas que las han dejado bloqueadas en un territorio insular del que no pueden salir”. Así lo explica el informe Migraciones en Canarias, la emergencia previsible, elaborado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y publicado este miércoles. Según este documento, el impacto de la crisis de la COVID-19 en los países de origen, los conflictos en el Sahel, la guerra de Malí, las relaciones con Marruecos y la presión policial en el resto de rutas han sido las principales causas del aumento de las llegadas por la ruta canaria.
La pandemia, según CEAR, ha tenido un doble impacto en los países africanos de los que han partido buena parte de los migrantes llegados a Canarias. Muchas rutas terrestres que las personas en tránsito solían usar para llegar a otros puntos de partida vinculados a la ruta del Mediterráneo se cerraron. Así, “muchos migrantes tuvieron que quedarse en los países de la fachada atlántica como Mauritania, Senegal, Marruecos y Gambia”, por lo que la ruta canaria se presentó como la única opción para salir del continente “pese a ser una de las más peligrosas del mundo”.
Por otra parte, la crisis del coronavirus ha provocado una caída en los ingresos de las personas migrantes, que no han podido ayudar a sus familias. Senegal y Marruecos han sido dos de los países más afectados al tener una economía basada en el sector servicios. En consecuencia, ambos territorios han sufrido una mayor presión para emigrar.
Son Senegal y Marruecos los dos principales países emisores de migrantes de la crisis migratoria que atraviesa Canarias en la actualidad. Según datos de Ministerio del Interior publicados por el Defensor del Pueblo, un 52% de las personas llegadas por vía marítima a las Islas proviene de Marruecos, un 20% de Senegal, un 18% de Malí y una menor proporción de Costa de Marfil y Guinea Conakry.
Las crisis humanitarias que persisten en África Occidental son otras de las causas que explican la reactivación de la ruta canaria. Los conflictos en el Sahel han provocado desde 2019 el desplazamiento de más de un millón de personas. De ellas, solo una “mínima parte” toma la ruta atlántica hacia Canarias, según el informe de CEAR. “La mayoría se queda como desplazados internos en sus propios países o como refugiados en países vecinos”.
El conflicto de Malí ha provocado más de 251.000 desplazados internos y miles de campos de refugiados en países fronterizos. Entre ellos, Mauritania. Así, en los últimos meses ha habido un aumento del número de malienses que solicitan protección internacional en España tras haber llegado por vía marítima al Archipiélago. Según los datos de CEAR, 189 malienses solicitaron protección internacional en 2020, por detrás de Colombia (653) y Venezuela (2.696).
El papel de Marruecos como “agente de contención” de las rutas hacia España es, según el informe, “una constante”. Este documento asegura que la vigilancia migratoria que realiza el país africano depende en buena medida de la situación de las negociaciones con Europa “que trascienden al fenómeno migratorio”.
En esta línea, la presión policial y el control de fronteras tanto por parte de España como de Marruecos han desviado las rutas migratorias hacia Canarias. Ejemplo de esta modificación es el aumento de las dificultades para acceder a Ceuta y Melilla. Las entradas por tierra y por mar a estas ciudades autónomas cayeron un 70% entre 2019 y 2020. También han crecido los obstáculos para emprender las rutas italianas, del estrecho y del mar de Alborán.
Los puntos de salida para llegar a Canarias son muy diversos, y se distribuyen entre Marruecos, el Sáhara Occidental, Mauritania, Senegal y, en ocasiones, Gambia. La distancia de más de 1.500 kilómetros entre el Archipiélago y algunos de estos puntos de partida hace que las travesías varíen entre las 24 horas y los 12 días de trayecto. Aquellas embarcaciones que parten de Mbour, Senegal, pueden pasar hasta dos semanas en el mar. Los desplazamientos más cortos son los que salen de Dajla o Tarfaya. También influyen las condiciones del mar.
La peligrosidad de la ruta ha provocado la muerte de 609 personas en aguas canarias hasta el 1 de diciembre de 2020 y al menos 1.851 personas desaparecidas, según el informe Monitoreo del Derecho a la Vida 2020 del colectivo Caminando Fronteras.
Diferencias respecto a la crisis de 2006
La crisis migratoria que vive Canarias en la actualidad presenta algunas diferencias respecto a la denominada crisis de los cayucos de 2006. Una de ellas es el aumento de menores de edad que emprenden la ruta atlántica hacia Canarias. En 2006, de las 31.863 personas que llegaron a las islas, 1.600 eran niños y niñas. Un 5% del total. Este año, la cifra aumentó a 2.600.
Por otra parte, en la crisis de los cayucos la isla que recibió la mayor presión migratoria fue Tenerife, ya que buena parte de las embarcaciones partían de Senegal y Mauritania. En 2020, la mayor parte de las llegadas se produjeron en Gran Canaria ante el incremento de las salidas desde el Sáhara Occidental, concretamente desde Dajla. Esta ciudad se ha convertido, según el informe financiado por la Consejería de Cooperación Institucional y Solidaridad Internacional del Cabildo de Gran Canaria, “en el epicentro de las salidas de las personas que llegaban a las Islas en el tramo de mayor intensidad en la ruta migratoria”.
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