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Una película para narrar Canarias y las migraciones a través de la mirada de sus protagonistas

Alicia Justo

10 de mayo de 2022 12:46 h

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En un barrio de la localidad de Telde (Gran Canaria) todo un equipo de rodaje compuesto por dirección, producción, actores y cámaras modifica la monotonía de un sábado cualquiera por la tarde. Algunos ocupantes de los vehículos que transitan por la zona sonríen al pasar y se preguntan con la mirada el motivo del despliegue. Durante marzo, abril y parte de mayo se ha rodado en varias localizaciones de las Islas Érase una vez en Canarias, la última película del cineasta Armando Ravelo (director de La Piel del volcán y otras cintas sobre la historia de Canarias). Pero antes de rodar en Telde, Santa Lucía de Tirajana, Gáldar o en Buenavista del Norte (Tenerife), el equipo de rodaje recaló en Senegal.

Y es que como el trayecto de miles de personas que han llegado a Canarias en los últimos años, este viaje a través del cine comienza en el país vecino. Érase una vez en Canarias es un filme que aborda la realidad migratoria de las Islas pero contada a través de la mirada de los migrantes, los verdaderos personajes principales de esta aventura. Este trabajo es además el primer largometraje de ficción sobre migraciones realizado en Canarias, está rodado también en wolof (el principal idioma de Senegal) y su protagonista es una mujer negra, que es española de origen senegalés, Diarra Diouf. En el reparto también se encuentran Kike Pérez, Yanely Hernández, Lili Quintana o Thimo Samb.

De Senegal proceden muchos jóvenes que decidieron venir a Europa. Cada persona cuenta con una historia particular y una motivación que lo empuja a venir, sin embargo, una vez en España, la mayoría son reducidos a números y condicionados por los clichés que rodean a la migración y a África. Este enfoque reduccionista ha sido también trasladado al cine. En este caso, Ravelo subraya que esta es una de las primeras veces que se aborda este tema no tanto desde el punto de vista del blanco europeo sino desde la mirada de ellos: “No somos nosotros mirándolos, sino que son ellos los que narran Canarias”. 

Su protagonista, Diarra Diouf, que es Nola en el filme, una joven senegalesa que viaja en patera a Canarias en busca de su padre, también considera que se trata de una película que representa a los personajes africanos con una dignidad que no es la norma en el panorama cinematográfico español. “La gente ve normal que hagas un papel de inmigrante y que tengas que estar pidiendo comida o haciendo cosas humillantes. La diferencia que tiene esta película de Armando es que yo llego en patera, pero es una historia digna, que de hecho ha pasado en la realidad”, afirma la protagonista.

 El actor senegalés Thimbo Samb, quien hace de hermano de Nola, coincide que aunque estos personajes traten sobre la migración negra “la cuentan desde el respeto y la dignidad y no desde el pobrecito, no desde la hambruna, no desde la miseria, sino desde la dignidad”.

Otra particularidad de este proyecto es que el personaje principal ha recaído en una mujer. La reactivación de la ruta migratoria canaria trajo consigo un ligero cambio en el perfil de persona migrante llegada a Canarias puesto que en muchas de las embarcaciones la mitad de sus tripulantes eran mujeres. Sin embargo, sus realidades están escasamente visibilizadas. A través de Nola, se reflejan todos aquellos obstáculos a los que se enfrenta una mujer migrante, ya que como narra Diarra, a Nola le pasan una serie de cosas que si fuera hombre no le ocurrirían. Además, el personaje abarca otros problemas que padecen las personas migrantes y concretamente una mujer migrante sin papeles: “No tienes derechos porque eres una persona invisible en la sociedad”, subraya. 

Al mismo tiempo, Érase una vez en Canarias pretende reflejar a través de los verdaderos rostros de las personas que llegan a las Islas, la diversidad y pluralidad del continente africano, que va más allá de los tópicos que se han construido en torno a él: “La imagen que tenemos nosotros de África es de animales salvajes, o de niños que tienen hambre o de tribus. Es lo que le interesa al hombre occidental. Pero realmente existen países vibrantes con muchos contrastes, con sus cosas buenas y malas como todas las sociedades del mundo”, detalla el director.

Para narrar la diversidad de África, de sus habitantes y de la migración en general, la clave está en contar con ellos. En esta película no solo participan personas procedentes de Senegal, Mali, Guinea Conakry, Guinea Ecuatorial, Ghana o Camerún sino que se han escuchado sus vivencias. “Creo que es una película que va a marcar un antes y un después”, sostiene Samb, quien apuesta porque haya más películas sobre migración que cuenten la realidad basada en sus experiencias. “Si tenemos directores como Armando que están dispuestos a acercarse, escuchar y escribir lo que nosotros contamos, creo que a la gente le va a gustar más y no se va a generar este rechazo ni este odio”, recalca.

“El flujo migratorio en Canarias es una historia única, propia” 

Érase una vez en Canarias no solo cuenta las migraciones con la dignidad que guardan los personas que llegan al Archipiélago sino que además será como un espejo en el que se verá reflejada la idiosincrasia de la sociedad receptora, la canaria. Ravelo desgrana que se hablará de la extrema pobreza, del abandono del campo o la sustitución de lo rural por el turismo. “Esas cuestiones que en Canarias se dan por hecho y se han dado como cosas positivas, pero que si las analizas de cerca nos están haciendo daño”, señala el director.

Este proyecto, configurado de este modo, tenía que nacer en esta comunidad, territorio que está en su parte más próxima a 100 km de África. Para Ravelo, en las Islas se ha establecido un muro con el continente vecino, con el cual Canarias tiene más en común de lo que se piensa: “Nosotros tenemos mucho de ese componente africano, aunque no lo sepamos enseguida hay conexiones que nos unen, de carácter y de cultura”. Además, comenta que ambos territorios comparten una etapa de la historia que al final termina marcándolos: “Tenemos muchas cosas en común, como la historia colonial ya que África fue colonizada como Canarias, hubo una cultura impuesta y todo eso se nota mucho, incluso en la personalidad del ciudadano medio”.

Pero además, la historia constata que Canarias ha sido forjada a base de los movimientos de personas. Sin embargo, el director sostiene que esa característica no ha tenido suficiente repercusión en el arte. De ahí surge la necesidad de reflejar en la gran pantalla, una parte de la historia, la más actual, del Archipiélago. “El flujo migratorio a Canarias es una realidad que nos está acompañando y que forma parte de nuestra historia. Una historia que es propia, única, que no se comparte con el resto de España a estos niveles”, destaca.