La activista detenida en Israel dice que no sintió miedo

La activista catalana Ariadna Jové, detenida en la madrugada del domingo en Ramala por el Ejército israelí, relató que los soldados entraron de forma “violenta y agresiva” en su casa, tiraron la puerta al suelo y la apuntaron con fusiles M-16, aunque no sintió miedo porque lleva más de un año en Palestina y está acostumbrada a ver a militares.

En declaraciones tras salir de la cárcel de Tel Aviv, donde ha pasado la noche junto a otra activista del Movimiento Internacional de Solidaridad (ISM) también detenida, la australiana Bridgette Chappell, dijo que “nadie está preparado” para que le detengan en plena noche y le apunten con un arma, y que fue “impactante”, aunque no ha tenido “tiempo de asimilarlo”.

Según ella, no han sufrido “ninguna agresión”, aunque durante su traslado y en el interrogatorio fueron objeto de “comentarios despectivos”, llamándolas “sucias activistas”. Además, aseguró que han tenido “todo el apoyo” legal de sus abogados y de los medios de comunicación, además del consulado español.

Explicó que este lunes por la mañana las trasladaron al juicio en el Tribunal Supremo esposadas de pies y manos, en un camión con celdas individualizadas de 50 por 50, en las que apenas podían sentarse en un taburete de metal “de mala manera”.

La noche de la detención, una decena de jeeps del Ejército llegaron a su vivienda, y los soldados armados la rodearon y tiraron la puerta al suelo. Les apuntaron y les reclamaron sus pasaportes, y comprobaron que tenían el visado caducado.

Les ordenaron que cogieran sus pertenencias y confiscaron un ordenador, y documentación del ISM, para trasladarlas a un asentamiento israelí en Ramala, y de allí a la prisión militar de Ofer, donde fueron entregadas a la unidad policial migratoria de Israel.

Deportación o cárcel

Cambiaron de vehículo en varias ocasiones, y según Jové, un agente del servicio secreto israelí les explicó que las iban a llevar a la comisaría en Tel Aviv donde les darían a elegir entre seis meses de cárcel “o firmar la deportación momentánea”, en 24 horas, algo para amedrentarlas, aunque ellas “no firmaron nada”.

Sobre las 18 horas llegaron a una prisión de Tel Aviv, donde recibieron la visita del cónsul español y del canciller español en Jerusalén, hasta que a las 10 horas fueron al juicio.

“El juicio todavía no está acabado”, explicó Jové, ya que ahora el Supremo debe dirimir si la detención fue ilegal, ya que según ella se trata de una violación de los Acuerdos de Oslo, por los que las fuerzas de seguridad israelíes no pueden entrar en determinadas zonas palestinas, la Zona A, en la que está incluida Ramala, a menos que haya un caso urgente de riesgo para la seguridad.

Así, si declaran el arresto ilegal, la activista podría volver a entrar en territorio palestino y regresar a Ramala, algo que por el momento el Supremo les ha vetado. “Hasta que el juicio acabe, tenemos permiso para estar en Israel”, dijo Jové, que aseguró que por el momento se quedarán en el país y que en función de lo que dictamine el Alto Tribunal, decidirá si regresar a España.

Para Ariadna Jové, que las hayan detenido “de esta manera” entra “dentro de la campaña para restar activistas” a la causa palestina y “frenar las manifestaciones contra la ocupación israelí”, y opinó que si el Supremo dictamina que la detención fue ilegal, será una “victoria para el movimiento de resistencia popular”.