En el último encuentro que tuvo con la banda en Francia les dijo que no volvería a reunirse con ellos y estos contemplaron destituciones
MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
La decisión de Arnaldo Otegi de disputar el liderazgo a ETA dentro de la izquierda abertzale llevó a reflexionar a la banda terrorista sobre el futuro de éste y, a finales del pasado verano, la organización se estuvo planteando darle por amortizado, apartarle y sustituirle por otra persona de la confianza de los terroristas. Pero finalmente no se atrevieron a dar el paso por el 'predicamento' que éste tiene entre las bases y porque tampoco tenían un recambio claro.
El debate que vive actualmente la izquierda abertzale se empezó a gestar en el año 2006, cuando ETA obligó a Batasuna a mostrar su negativa al documento que habían estado negociando en las conversaciones de Loyola con el PNV y los socialistas vascos, y con la ruptura de la tregua. En aquel momento, la izquierda abertzale asumió la decisión impuesta por ETA, aunque no la compartía, pero la semilla de las diferencias ya estaba sembrada.
Además, también la discusión interna en ETA ha repercutido en este proceso. Tiene su origen en las graves diferencias que se plasmaban en el Zuba --órgano de dirección de la banda-- entre Francisco Javier López Peña 'Tierry' y Garikoitz Azpiazu 'Txeroki'. Según los expertos en la lucha antiterrorista consultados por Europa Press, en aquel momento todas las votaciones las ganaba la línea que marcaba López Peña y por eso, 'Txeroki' acabó por no ir a las reuniones de la dirección de la banda.
Sin embargo, ambos, Thierry y Txeroki, daban órdenes por separado a la izquierda aberztale. De hecho, en el marco de esta lucha por el poder, ambos protagonizaron un enfrentamiento sin precedentes en la dirección de la banda llegando incluso a expulsarse mutuamente de la organización criminal.
Este conato de 'guerra civil' sólo fue aplacado cuando las Fuerzas de Seguridad detuvieron en mayo de 2008 en Burdeos a 'Thierry' y a sus hombres de confianza dentro del Zuba, Ainhoa Ozaeta e Igor Suberbiola. Esta operación despejó el terreno a Txeroki y sus partidarios, entre los que se encontraba precisamente el último jefe etarra detenido, Mikel Carrera Sarobe, el único que permanecía en libertad de los miembros de aquel comité de dirección enfrentado.
Con Txeroki reforzado en el control de la banda salió de prisión en agosto de ese 2008, Arnaldo Otegi. Durante todo el año siguiente, el histórico dirigente batasuno estuvo trabajándose a las bases y a los diferentes colectivos de la izquierda abertzale y preparando la estrategia de Bateragune --el último intento para recomponer la cúpula de Batasuna a las órdenes de ETA--.
Paralelamente, Otegi mantenía reuniones con la dirección de la banda, tal y como quedó reflejado en el auto dictado por el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, tras la operación policial contra Bateragune (punto de encuentro en euskera).
En el último de esos encuentros del ex portavoz de Batasuna con la banda, previsiblemente el celebrado el 21 de julio de 2009 --es el último documentado en el sumario del Bateragune--, las discrepancias protagonizaron la discusión y Arnaldo Otegi transmitió a la banda que no tenía intención de tener más renuniones con ellos.
LA PELEA POR EL PODER
De esta forma, la pelea por el poder en la izquierda abertzale, que se había estado larvando desde la ruptura de la tregua por parte de ETA, se hacía más patente que nunca. Por un lado, Otegi y los llamados 'posibilistas' que dicen apostar por las vías políticas y sin injerencias de ETA y por otro, la banda, que no quiere perder el control del brazo político.
Por ello, poco después de este último encuentro, hacia finales del pasado verano, la banda reflexionó sobre la posibilidad de apartar a Otegi, darle por amortizado y buscar un sustituto de plena confianza de la dirección etarra.
Sin embargo, esta reflexión no llegó a materializarse porque se encontraron con que la gran mayoría de las bases --que tienen gran respeto hacia Arnaldo Otegi-- no les seguían y tampoco veían con claridad quien podía ser el sustituto de éste. Por eso, finalmente optaron por dejarles hacer.
No obstante, la banda intentó otros mecanismos para controlar a Otegi en sus trabajos de reconstrucción del brazo político. Los terroristas apostaron por 'colocar' en la mesa de trabajo de Bateragune a gente de su confianza, guardianes de la ortodoxia etarra como Miren Zabaleta o Arkaitz Rodríguez, ahora ambos en prisión. Sin embargo, con el tiempo, ambos terminaron cambiando de 'bando' y acabaron por asumir las tesis de Otegi. El caso más claro es el de Rodríguez, quien actualmente es uno de los hombres más cercanos al ex portavoz de Batasuna.
Esta disputa entre Otegi y la dirección de la banda vivió un capítulo decisivo el pasado mes de octubre, justo después del ingreso en prisión del líder batasuno y el resto de integrantes de Bateragune.
Según las fuentes consultadas, ETA pretendió pasar página a los objetivos de conformar un frente popular en el País Vasco con el apoyo de colectivos, sindicatos y EA para llegar a las elecciones de 2011, pero Otegi, ya en la cárcel, se opuso a esta vuelta a los atentados e impulsó el debate en el seno de la izquierda que se escenificó primero en la Declaración de Alsasua y después en el documento, 'Zutik Euskal Herria' (Euskal Herría en pie).
Aquel movimiento desde prisión supuso un claro desafío a la banda que, en ese momento, apostaba por la 'Ponencia Mugarri' en la que defendía mantener la violencia. Eso a pesar de que ETA en sus comunicados ha intentado dar apariencia de normalidad al asegurar que está al tanto del debate en sus bases, llegando incluso a afirmar que lo tutela y lo dirige.