“Exigente y perseverante”, el líder que aprendió a convivir con el 'baltarismo' esgrime que Galicia está “mejor” y ataca a las coaliciones
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 21 (EUROPA PRESS)
El único candidato de las tres fuerzas con presencia en el Pazo do Hórreo que repite, Alberto Núñez Feijóo (Os Peares --Ourense--, 1961), se reivindica a sí mismo como el gestor que actuó con el 'sentidiño' que evocaba el veterano Gerardo Fernández Albor y no se cansa de reiterar que se presenta “contra la crisis y contra el paro”. Iniciada la “reconquista” en 2009 y transcurrido medio año desde que Andalucía se le resistió al PP, Feijóo aspira a ratificar en las urnas lo que pronostican los sondeos y a dar de nuevo buenas noticias a su jefe de filas, Mariano Rajoy.
Con el resto de partidos lanzando el mensaje de que votar a Feijóo es avalar los ajustes de Rajoy y pendiente de verificar en las urnas inciertos efectos de un partido como el de Mario Conde sobre una eventual segmentación del voto de derechas, los populares vuelven a confiar en la figura de quien sucedió a Manuel Fraga como una de sus principales bazas. Y es que, pese a que este político de 51 años ha personificado la práctica totalidad de los mensajes de la Xunta en un mandato “austero”, sigue siendo mejor valorado por los ciudadanos que sus rivales políticos.
El secreto de que Feijóo se aproxime al aprobado, según el sondeo preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en un escenario en el que el resto de políticos no llegan al cuatro reside, según algunos de sus ayudantes más próximos consultados por Europa Press en que es un dirigente “exigente y perseverante”. “No da ningún asunto por perdido por difícil que sea”, aseguran sus colaboradores.
Pese a la tensión del trabajo diario, los suyos entienden que “encaja bien las críticas y siempre las pide”. Además, “lee cualquier papel que llega a sus manos, desde opiniones especializadas a las de cualquier ciudadano”. Obligado a compaginar su agenda institucional con la responsabilidad de liderar el partido, “no entiende de fines de semana y festivos”, aunque es “flexible” con sus colaboradores, “siempre y cuando el trabajo esté hecho”.
Como curiosidad reveladora, Núñez Feijóo mantiene el mismo número de teléfono desde hace años, aunque el volumen de llamadas y de mensajes se ha multiplicado desde que tomó las riendas de la Xunta. Su entorno asegura que “siempre responde”; también que mantiene una vida “sana” que recomienda “constantemente”, que le “frustra la poca colaboración de la oposición” y que “siempre tiene presentes a sus padres” y rememora continuamente su infancia en Os Peares.
DE FUNCIONARIO A LÍDER POLÍTICO
Este Licenciado en Derecho no sólo se ha labrado su imagen de gestor esta legislatura; viene de antes. Su biografía revela una carrera profesional que arrancó con sólo 23 años en la Xunta y el paso por Insalud y Correos. También su capacidad política para liderar la era post Manuel Fraga al frente del PPdeG y como, ya en la oposición, fue capaz de hacerse con las riendas del partido, con el 'baltarismo' como contrapunto en Ourense.
Siempre pendiente de colocarse la 'boina' o el 'birrete' según el complemento que perciba adecuado a cada momento --en Galicia y en Madrid--, cambió de estrategia política, mejoró su dialéctica y transformó su imagen abandonando la gomina y definiéndose reiteradamente como “un niño de aldea” para desterrar la imagen de 'pijo madrileño' con la que se esforzaban en identificarle sus rivales políticos.
Finalmente, en 2009 superó la prueba de fuego y recuperó la Xunta para el PPdeG a la primera el mismo día en el que el socialista Patxi López protagonizaba también una jornada electoral histórica en Euskadi. Ambos iniciaron su mandato en una época de crisis, convirtiéndose en figuras políticas en ascenso en el panorama nacional y ambos se someten de nuevo a la prueba de las urnas, con los sondeos pronosticando esta vez un camino distinto.
“HICE LO QUE ME PEDISTEIS”
Lejos de esconder su balance en esta legislatura, Feijóo presenta su “experiencia” de gobierno como aval a la hora de pedir el voto. “Hice lo que entendí que me pedisteis. Cumplí el trato y actué como lo haría cualquier gallego, con 'sentidiño', el 'sentidiño' de no gastar lo que no se tiene y pagar lo que se debe”, se justifica en los mítines.
Con unos datos económicos que han empeorado, admite que “no cumplió todos sus sueños” y se presenta “contra el paro y contra la crisis”, pero también reivindica que los indicadores de Galicia son “mejores” que los del resto de comunidades y que la comunidad no tuvo que pedir ayudas al Estado. Tras su indiscutible apuesta por la austeridad en este mandato, promete que los próximos cuatro años serán los del “crecimiento”.
También abandera la “anticipación”, tras una legislatura en la que la Consellería de Facenda ha contado con un inusitado protagonismo, no sólo por la fusión de las cajas de ahorro y la transformación de la entidad resultante en un banco --uno de sus principales “fracasos”, según la oposición--, sino por medidas pioneras como la ley de techo de gasto.
SIMPATÍAS EN MADRID
Si en su etapa en la oposición logró hacerse con las riendas del PP gallego, al frente del Gobierno nadie ha puesto en duda su liderazgo. El proceso que más alteró la paz en el seno del partido fue el congreso de sucesión del 'barón' ourensano José Luis Baltar, que dejó las riendas del partido en manos de Manuel Baltar. Desde la sede de San Lázaro se articuló una estrategia para hacer frente a este relevo de padre a hijo, pero el candidato avalado por la cúpula autonómica y regidor de Verín, Juan Manuel Jiménez Morán, salió perdedor.
Feijóo se ha acostumbrado a convivir con el 'baltarismo' y dirigentes destacados del partido coinciden en que, aunque “padre e hijo no son lo mismo”, el vástago ha heredado la capacidad de José Luis Baltar para controlar su formación en la provincia. Quizás por ello, su jefe de filas renunció a plantar batalla cuando sucedió también a su padre al frente de la Diputación y ha pactado con él la candidatura para las autonómicas.
Mientras, en Madrid Feijóo ha ganado peso en el partido y su lealtad a Rajoy es incuestionable, aunque la estrategia en esta campaña ha pasado por centrarse más en su figura, que resiste mejor frente al desgaste del presidente del Gobierno. Y es que, aunque se declara galleguista, sus discursos profundizan más en los principios del “reformismo” y el “tan gallego como español”, lo que multiplica en Madrid las simpatías por su figura.
Consciente de ello, se mostró en el multitudinario mitin de la Plaza de Toros de Pontevedra el veterano expresidente Gerardo Fernández Albor que, en su discurso, pronunció en alto las palabras prohibidas en el círculo más próximo del candidato: “Nos lo van a llevar”. Mientras la oposición le acusa de estar más pendiente de “hacer carrera en Madrid”, Feijóo repite en público y en privado que prefiere ser presidente que ministro y que su vocación es “Galicia, Galicia y Galicia”.