Rajoy dibuja un escenario “desolador” y pide “con humildad” la ayuda de todos

MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

El futuro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha dibujado un escenario “desolador” durante su discurso que ha dado inicio al debate de investidura, ha pedido “con humildad” la ayuda de todos para salir de la crisis, al tiempo que ha recordado que será necesario hacer “sacrificios”. Asimismo ha pedido la “unidad” en el esfuerzo y ha peiddo “diálogo” con todos y decir siempre “la verdad”.

Cree que la tarea será “ingrata”, como la que tienen que hacer los padres que dan de comer a cuatro con el dinero de dos, pero se mostró convencido de que las “nubes desaparecerán” y tratará de que España recupere su “prestigio” y tenga un “hueco” en el mundo. Rajoy dice ser consciente de que él no ha llegado para “cosechar aplausos”, sino para “resolver los problemas” y que está acostumbrado a enfrentarse a escenarios que no son precisamente de “halagos y lisonjas”.

El dirigente popular describió un panorama “sombrío”, relatando los datos macroeconómicos del presente y las previsiones para los próximos meses, como el dato de los 5,4 millones de parados (el 23 por ciento de la población activa) o la previsión de decrecimiento económico del último trimestre de este año.

Según expuso, “no existe ninguna posibilidad de enderezar la marcha de la Nación” si no se crean las condiciones para generar empleo. Algo que, en opinión de Rajoy, no aporta sólo beneficios materiales, sino que también ayuda a “estabilizar el país”, afirmar la “confianza”, a repartir la “dignidad”, a hacer accesibles los “sueños” y a que cada individuo pueda “administrar su propia vida”.

También dejó clara su preocupación por los jóvenes, entre los que el paro alcanza el 43 por ciento. “Me preocupa que piensen, por primera vez en nuestra memoria, que la vida les trata peor que a sus padres” y dijo no estar dispuesto a que en España haya una “generación que pudiera perderse” porque encuentra cerradas todas las puertas.

OPORTUNIDADES PARA LOS JOVENES

En este sentido, se comprometió a “detener este despilfarro de riqueza y energía” y a ofrecerles oportunidades nuevas para que conserven el “derecho a soñar” y a construir su propio futuro.

Por ello, dejó claro que va a empezar por lo “más importante” que calificó también de “lo más difícil”: poner las bases para que se genere empleo. Y en este empeño convocó a “todos” los españoles y pidió “con humildad” su ayuda para superar la crisis porque, aseguró, se trata de abordar una “tarea nacional”, un empeño que “sobrepasa las posibilidades de cualquier Gobierno”.

Pero también dijo que no va a pedir un “esfuerzo baldío” sino que garantizó que se darán las condiciones para que los sacrificios “rindan provecho”. Para ello, cree necesario que se den una serie de condiciones, entre ellas, que “España trabaje unida” en un gran “esfuerzo solidario”. Su objetivo es que “desaparezca” todo lo que pueda “enturbiar” las “aguas de nuestra convivencia”.

En este punto no mencionó expresamente a nadie, pero sí señaló que para él no habrá “españoles buenos y malos”, sino que habrá “españoles todos iguales, todos necesarios, todos dignos de respeto y capaces de ayudar en la tarea común”.

DIALOGO PERMANENTE

En este esfuerzo que repetidamente pidió, Mariano Rajoy se comprometió a realizar un “diálogo permanente” con todos los sectores de la sociedad, a mantener una “rigurosa justicia” en el reparto de la austeridad que empezará por el propio Gobierno y a ser “escrupuloso” con la “verdad”. “Sería temerario pretender engañarnos y engañar a los demás”, advirtió y en otro momento de su discurso mencionó el dicho popular de “al pan, pan y al vino, vino”.

Mariano Rajoy dijo ser muy consciente de que España depende de su propio esfuerzo y “será lo que los españoles” quieran que sea y se colocará en el puesto que “nuestros hechos la coloquen”. Pero cree que con “esfuerzo, tenacidad y confianza” los “nubarrones” al final “desaparecerán”, aunque ahora nos enfrentemos a la tarea “ingrata” de “esos padres que se las ingenian para dar de comer a cuatro con el dinero de dos”.

Además del empleo, el segundo empeño de Rajoy es “asegurar la plaza que corresponderá a España” en el mundo, que tras la crisis, no será ya “el que hemos conocido hasta ahora”. En este sentido, quiso concienciar a los ciudadanos de que la España que ha quedado atrás “no va a volver” y que esta “vieja Nación” tendrá que “rejuvenecer su actitud, recuperar flexibilidad y fortalecer sus estructuras” para poder competir por un puesto de “primera fila” en un nuevo mundo.

Por ello, insistió en la necesidad de que España restaure su propia “energía” y que “nos miren” como a una sociedad dinámica, capaz de crear empleo, de pagar sus deudas y sostener una sociedad civilizada para, de esta manera, tener “un hueco” en el escenario internacional que sea el de un “país con prestigio”.

Aunque se mostró convencido de que la crisis pasará porque el esfuerzo “no será inútil” y de que llegará un momento en el que se hable para bien de España, Rajoy concluyó su discurso inicial de investidura dejando claro que no ha llegado a este momento para cosechar aplausos, sino para intentar resolver los problemas.

Además, dijo ser muy consciente de que no se enfrenta a un escenario de “halagos y lisonjas” y recordó que él está acostumbrado a enfrentarse a escenarios complicados. Una frase en la que, aunque no lo citó, trascendía la travesía del desierto que debió sortear en sus dos derrotas electorales y, sobre todo, tras las generales de 2008, con los problemas internos que surgieron en su partido.