Espacio de opinión de Canarias Ahora
No me diga canarito

Fue Pepe Vélez el que cantaba allá por los setenta y ochenta aquello de:
Él me llama canarito
porque yo nací en Canarias
El diminutivo que utilizaba el de Telde, sin tener esa intención, se corresponde con la visión general que se tiene del canario en el exterior: afable, sociable, que disfruta de la vida, despreocupado y hasta vacilón. Este tópico tiene también una cara oscura: la del canario informal, poco trabajador, poco fiable y superficial. Y es que algunos pueblos, sobre todo los que nos encontramos al sur de Despeñaperros, nos tenemos que enfrentar a una serie de tópicos muy poco edificantes.
El colmo se alcanza cuando el canario se integra en un grupo de españoles de diferentes partes del Estado. Prácticamente se ve obligado a ser el gracioso del grupo y, además, tiene que escuchar el consabido: “muyayo, la guagua”. Si no se es alegre y dicharachero se tiene que escuchar: “es que no pareces canario”. Somos tratados de pueblerinos, por aquellos que no han visto en su vida una ciudad cosmopolita, vibrante, rica en matices y con una riqueza histórica y cultural envidiable como Las Palmas de Gran Canaria.
Sin embargo, tenemos que cargar con ese sambenito y doblegarlo. Personalmente, me gusta hacerlo actuando de la forma contraria: poco sociable, poco dado a bromas, puntual y fiable en el trabajo y frío en el trato. Sólo de esa forma se logra deconstruir, a lo largo del tiempo, el tópico del “canarito” y que se tenga en cuenta a la persona que está detrás del estereotipo.
Fue Manuel Alemán el que estudió con mayor profundidad el perfil social y psicológico del canario. Así quedó plasmado en su obra Psicología del Hombre Canario, que estoy leyendo actualmente y que me parece una joya de la cultura canaria. Aprovecho para recomendarlo. La ULPGC lo ha puesto a disposición del público a través de su proyecto de Memoria Digital de Canarias.
A lo largo de sus más de 270 páginas, el teólogo, psicólogo, escritor y catedrático grancanario elabora un manual de estudio de la historia, la psique colectiva, la configuración social y la identidad de nuestro pueblo. Alemán da una gran importancia al paisaje como elemento modelador de la psicología colectiva de lo canario, entendiendo el paisaje desde una multiplicidad de ángulos: cósmico, geopolítico, estético, antropológico, psicológico, psico-social, cosmovital y cultural. Todo ello resulta en lo que el llama una psicología de contrastes:
Presenta al canario como un pueblo aislado, incomunicado, pero que por necesidad debe abrirse al exterior, ya sea para recibir al turista o para emigrar a lugares más prósperos. Para esas actividades necesita comunicarse de forma abierta y espontánea, pero al mismo tiempo saber guardar los silencios necesarios para no tocar los numerosos tabús sociales. Otro contraste que presenta es el de un pueblo recio, resistente y casi inmune al desaliento, definido por una austeridad marcada por una geografía ruda y montañosa y que al mismo tiempo se suele mostrar inseguro. Dadas las condiciones desfavorables con las que habitualmente se ha encontrado, el canario tiende a actuar con pies de plomo y siente una gran aversión al riesgo.
El autor dedica un epígrafe completo al fenómeno del migrante, dibujando un cuadro psicoclínico del emigrante, del que comparto un extracto a continuación y con el que, a mi juicio, da en el clavo:
A la hora de la emigración, el emigrante se siente en el medio de un doble acoso: el pasado y el futuro. El pasado le exige ruptura, separación, nostalgia. El futuro le proporciona un medio extraño y desconocido, unas prácticas sociales diferentes, soledad y peligros reales e imaginarios.
Un deterioro de debilitamiento psíquico le proporciona la huida de su geografía de origen, la renuncia obligada a su mundo sociocultural, sintiéndose asaltado por sentimientos de miedo, angustia, abandono o venganza que le provocan una situación de impotencia. Frente a este trastueque de su organización psíquica confronta su falta de recursos psicológicos, el atrofiamiento de sus mecanismos de adaptación.
Así, Alemán presenta a un canario que fuera de su jaula está desubicado y triste, que no tiene ganas de cantar. Yo añadiría, y que le repugna que le digan “canarito” y mucho menos “muyayo”.
Fuentes:
Musix Match y Manuel Alemán, Psicología del hombre canario.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0