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Conecta Canarias
Los retos de las mujeres del campo y del mar en Canarias: conciliación, vocación y relevo generacional

La periodista Estíbaliz Pérez (i) entrevista a la patrona de barco y pescadora profesional Carmen Soto Barrera (d) incluida en las jornadas Conecta Canarias Europa, organizada por el Parlamento de Canarias.

Efe

20 de noviembre de 2024 18:00 h

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Las jornadas Conecta Canarias-Europa, organizadas por el Parlamento regional, han abordado este miércoles algunos de los retos del sector primario como la conciliación, la vocación o el relevo generacional, desde la perspectiva de las mujeres del campo y del mar.

Carmen Soto, patrona y pescadora profesional, y Ana María Vega y Belén Mendoza, madre e hija, de la Quesería Cortijo de Pavón, de Santa María de Guía (Gran Canaria), han sido las encargadas de dar voz a esas mujeres que son minoría en un sector generalmente masculinizado.

La primera ha relatado su experiencia como patrona, pescadora y madre de un niño de cuyo cuidado y de las salidas a la mar se alterna con su pareja, con quien comparte profesión. Pero a pesar de esa “suerte” tienen que “hacer malabares” en casa para que todo salga adelante.

Ha indicado que en el sector de la pesca “hay muchas mujeres”, sobre todo en las cooperativas o en funciones de secretaría, no tanto a bordo de las embarcaciones, aunque “haberlas haylas”.

“Tenemos que ganarnos el respeto”, ha indicado Carmen Soto, quien ha coincido con compañeros varones a los que “les cuesta que una mujer les dé una orden o dirija la forma de trabajar”, aunque por lo general ha tenido “la suerte de sentirse una más”.

Ha abogado por “hacer piña” entre las mujeres de la pesca y en general por mejorar el asociacionismo en el sector, que “está muy mal”, dice, ya que “hay diferentes tipos de barcos, de pesca, y cada uno barre para su casa”.

Ha hecho hincapié en que el trabajo de la pesca “no se ve” porque se hace mar adentro, y “a la gente le cuesta saber cuánto cuesta sacar un kilo de pescado” y luego a la hora de venderlo se mantienen los mismos precios desde hace años, pero los gastos se han disparado.

Por eso y por las “medidas muy duras” que impone la UE, le augura “un futuro negro” a la actividad pesquera: “de aquí a diez años, gran parte de la flota artesanal canaria va a desaparecer”.

Y por si todo esto no fuera suficiente, ha aludido también al impacto de la contaminación marina y de la subida de la temperatura del agua. Hace escasos días frente a las costas de La Gomera estaba a 23,5 grados.

Esto afecta a la migración del atún y también al tamaño, cantidad y calidad del pescado que capturan en caladeros donde antes recogían hasta 200 o 300 kilos.

Tras Carmen Soto han intervenido en las jornadas Conecta Canarias Europa Ana María Vega y Belén Mendoza, representantes de la tercera y cuarta generación familiar al frente de la Quesería Cortijo de Pavón, de Santa María de Guía.

Han relatado que ambas “mamaron” de niñas la profesión de ganaderas, que es “muy vocacional”, tanto que solo hay dos opciones: “o la amas o la odias”.

También es “muy sacrificada”, ya que implica trabajar todos los días, incluidos fines de semana y festivos, y supeditar las vacaciones al periodo en el que a sus 460 ovejas les toca descansar, en los meses de verano.

En su caso, además se dedican a la trashumancia, con jornadas de ocho horas caminando con el ganado de norte a sur de la isla en busca de los mejores pastos.

Ana María ha contado que de cinco hermanos ella fue la única que siguió en el negocio y que el resto optó por la hostelería.

Ahora Belén, la más pequeña de sus hijas, ha tomado las riendas de un negocio que ha visto cómo poco a poco ha ido aumentando la carga administrativa a la que tienen que hacer frente los ganaderos, y en general la gente que trabaja en el sector primario.

“Con mis abuelos no vi un administrativo -en la empresa- para llevar los papeles. Hoy es el doble trabajo, es papeleo para todo, y eso complica y echa atrás a mucha gente”, ha analizado Ana María.

Otra cosa que ha cambiado con el paso de las generaciones son las visitas que reciben en sus queserías de escolares y de particulares, en las que han podido constatar “la poca mentalidad sobre el campo” que existe en la sociedad actual.

“Vino el confinamiento y nosotros no paramos de trabajar. Y no se dieron cuenta de que si el supermercado cierra, ellos no comen, si el campo no produce, no comen”, ha reflexionado Belén, quien ha llamado a “valorar lo nuestro” frente a la competencia de las grandes industrias, que “nos aplastan”.

Han contado que su granja produce unos 18.000 kilos de queso al año y que su producto tiene “una buena salida” en el mercado de cercanía.

También han relatado que una gran superficie quería toda su producción pero no podían porque solo hacen queso durante 9 meses y porque quieren seguir vendiendo “producto de kilómetro cero, artesanal, a los clientes de toda la vida”.

Por el momento, el relevo generacional en la empresa está garantizado, aunque Ana María no lo tiene tan claro con los nietos, ya que los ve más interesados “en las tecnologías, en la robótica”, que “son importantes”, pero lamenta que en los colegios a los niños se les enseña “poco campo”. 

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