Arqueólogos documentan, por primera vez en Canarias, el asesinato de un aborigen con un arma blanca de metal

Las doctoras Teresa Delgado (i) y Verónica Alberto (d).

Luis Socorro

4 de septiembre de 2024 21:02 h

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La bioantropología ha certificado desde hace décadas, incluso centurias, muertes violentas en el seno de las comunidades indígenas de Canarias. Pero lo que jamás ha podido probar la arqueología es que alguno de esos episodios de violencia letal fuera perpetrado con un arma blanca de metal, antes de la conquista. Hasta hoy, gracias a una investigación de Tibicena y El Museo Canario, publicada por Quaternary Science Review. Los cortes en los restos óseos analizados de un cadáver, según las bioantropólogas Verónica Alberto, Teresa Delgado, y el arqueólogo Javier Velasco fueron producidos “por el uso de objetos metálicos”. Lo que no se ha encontrado es el arma del crimen.

El artículo En las entrañas del volcán. Violencia letal en la expansión de los grupos amaziges hacia Canarias, publicado por la citada revista científica, estudia las evidencias de traumatismos óseos en dos individuos, varón y mujer respectivamente, y discute la causa de sus muertes”. Los resultados indican que “el varón fue apuñalado repetidamente con un tipo de puñal que no se pudo fabricar en Canarias debido a la ausencia de minerales metálicos, lo que sugiere una forma de violencia mortal desconocida entre la población indígena”.

Los únicos restos metálicos encontrados en yacimientos del Archipiélago pertenecen a la etapa final de la cultura indígena, cuando los navegantes europeos empezaron a recalar por las islas (siglo XIV) y concluyó con la conquista que se prolongó durante casi todo el siglo XV. Entonces, ¿cómo se explica el uso de “una daga de doble filo”, como describe Alberto el arma usada? Dado que el cadáver del varón está datado en torno al siglo III de la era, los arqueólogos consideran plausible que fuera importado cuando se inició el poblamiento de las islas, en este caso de Lanzarote, la primera isla en ser colonizada según varias investigaciones recientes. Pero no es la única hipótesis; es más, se inclinan por la tesis de que el autor del crimen lo perpetrara una persona ajena a los aborígenes, navegantes que recalaran en la isla.

Este cadáver -encontrado a finales de los años 60 en el tubo volcánico de La Chifletera, municipio de Yaiza, en uno de los pocos espacios que no fueron sepultados por las lavas de la erupción de Timanfaya, según informa a Canarias Ahora Marco Moreno, uno de los autores que firma el artículo- es el resto humano indígena más antiguo localizado hasta ahora en las Islas, como adelantara este periódico en el capítulo 4º de Amaziges de Canarias, historia de una cultura.

Pero hay huellas, debido al tipo de cortes observados en los restos óseos, que permiten a las investigadoras concluir el uso de “un objeto punzante de metal”. Los signos de trauma “indican que este varón probablemente murió como resultado de múltiples heridas en el transcurso de un encuentro violento. Las lesiones en los elementos torácicos fueron graves, lo que provocó un desenlace fatal”. Se han localizado “hasta nueve lesiones, la mayoría concentradas en la espalda, que debieron afectar a órganos vitales como los pulmones, el hígado y el riñón y, probablemente, el corazón”.

Cadáver en Los Jameos del Agua

En la otra muerte criminal analizada en la investigación, en este caso la víctima es una mujer, “las huellas observadas consisten en varios golpes enérgicos en el cráneo y se corresponden con las prácticas de violencia letal de las poblaciones indígenas canarias, si bien ejecutadas en grado extremo”.

La datación del individuo femenino es algo menos antigua que el del varón; pero la muerte se produjo entre los siglos III y IV de la era común, en el otro extremo de la Isla, en el norte, concretamente en el tubo volcánico de Los Jameos del Agua, uno de los atractivos de Lanzarote tocados por el talento de César Manrique. Los restos fueron localizados a finales de los años 70 del pasado siglo XX.

El caso de Los Jameos del Agua destaca por la violencia extrema a la que fue sometida la mujer. “Se logró determinar”, relata Verónica Alberto, “la presencia de múltiples traumatismos, dos de los cuales debieron haber causado su muerte inmediata. Los golpes fueron realizados con un objeto contundente y pesado que, además, habría tenido una proyección puntiaguda”. ¿Un garrote?, se pregunta la arqueóloga. “Desafortunadamente, carecemos de información del contexto del hallazgo y, sobre todo, solamente pudo ser recuperado, y por tanto estudiado, el cráneo”. 

Al margen de las propias lesiones letales en ambos sujetos, los autores del estudio apuntan que “la cronología temprana de los restos y el tipo de armas utilizadas aportan nuevos datos para explorar las etapas iniciales de la colonización estable de la isla. Por este mismo motivo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las expresiones de violencia entre las poblaciones amaziges continentales, escasamente conocidas desde una perspectiva arqueológica, a partir de los modelos de comportamiento que traen a las islas”.

Los investigadores concluyen que “los dos casos presentados constituyen la evidencia bioantropológica más antigua de la isla de Lanzarote y, prácticamente, de todo el Archipiélago, por lo que conforman un recurso privilegiado para la investigación de las primeras etapas de la ocupación humana de Canarias”, además de ser un instrumento “para ahondar en los contextos de conflicto y violencia que vivieron aquellas primeras poblaciones”.

Este trabajo ha recibido financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias en el marco de la Investigación Estudio histórico de los restos bioantropológicos de La Chifletera y Los Jameos del Agua. El estudio también forma parte del Proyecto de Investigación SEVIOCAN Semántica de la violencia en las sociedades indígenas de Canarias (PID 2022-142419OB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España .

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