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El Gobierno canario se desentiende de la recuperación del pinzón azul de Gran Canaria

Ejemplar de pinzón azul de Gran Canaria

Iago Otero Paz

Las Palmas de Gran Canaria —

“Algunos políticos son más peligrosos para la recuperación del pinzón azul que un incendio forestal”. Lo asegura Pascual Calabuig, prestigioso veterinario, director del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre del Cabildo de Gran Canaria y responsable del programa de recuperación de esta especie en peligro de extinción, que sufrió un duro golpe en el año 2007, cuando el mayor incendio forestal de la historia de la isla arrasó con el pinar de Inagua, principal hábitat de estos pájaros.

Según sostiene el veterinario, la recuperación del pinzón azul de Gran Canaria es la historia de un boicot al trabajo que ha dirigido desde el Cabildo por las diferencias y “celos profesionales” que mantiene con él desde hace décadas el actual coordinador de Fauna del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, Gorgonio Díaz. Pero, sobre todo, por el hecho de que el equipo que coordinó este funcionario fracasó en su intento de criar en cautividad pinzones azules de Gran Canaria, con apoyo de los fondos Life.

En concreto, durante los periodos 1995-1997 y 1999-2002 la Viceconsejería de Medioambiente del Gobierno de Canarias era quien estaba a cargo de este proyecto de recuperación costeado por la Unión Europea, y no logró ninguno de sus cometidos por varios errores. Uno de ellos es que administraron a los ejemplares que tenían un medicamento para evitar que contrajeran un parásito (coccidios) sin reparar que provocaba un efecto secundario demoledor para sus propósitos: los esterilizaba. Así, cuando prepararon las memorias, desde el Ejecutivo regional concluyeron que se trataba de una especie imposible de reproducir en cautividad. En total, unos 300 millones de pesetas de la época (más de 1,8 millones de euros) tirados a la basura.

Craso error, porque la realidad demostró que estas aves sí que se podían reproducir y se trataba de una especie recuperable. El Cabildo de Gran Canaria comenzó a gestionar de manera directa la cría en 2002 y puso al frente a Pascual Calabuig. “Lo hice a regañadientes, no quería hacerlo viendo que era una apuesta a caballo perdedor”, admite el veterinario, y recuerda que los anteriores encargados “solo entregaron al Cabildo hembras, pero no los machos, que fueron liberados, a pesar de tratarse de animales que llevaban años en cautividad y probablemente ya no se adaptarían a sobrevivir a la naturaleza”. Tenía que intentar la reproducción de la especie sin machos.

De hecho, todos los ejemplares soltados murieron. No fue la única dificultad con la que se encontró al aceptar el reto puesto que no tuvo acceso a las memorias de los años de trabajo, por lo que su equipo debió empezar de cero. A ello se le añade que el Servicio de Biodiversidad del Gobierno canario trató de obligarles a criar los pollos de manera manual, aunque el Cabildo al final logró que se redactara un plan “con sentido común” para no caer en los fallos anteriores.

Así, optaron por intentar la cría en cautividad con ejemplares del pinar de Inagua y apoyándose con amas de cría de la subespecie de pinzón azul de Tenerife. Para ello contactaron con un ornitólogo de la isla vecina que desde el principio se prestó a ayudarle hasta que un día se echó para atrás porque desde el Gobierno, según Calabuig, le dijeron que si ayudaba a recuperar el pinzón azul de Gran Canaria no lo iban a contratar más. Con el apoyo de otros ornitólogos independientes, pudieron capturar pinzones en las cumbres de Tenerife y comenzar con el trabajo.

La siguiente piedra en el camino llegó en 2005 cuando desde la Viceconsejería se enteraron de que algunos pájaros estaban infectados por viruela aviar. Se detectó en ese momento, pero era algo que se venía produciendo en años anteriores y no se había identificado hasta entonces. Al final los pájaros afectados quedaban inmunizados y las partículas víricas eran totalmente destruidas por la inmunidad celular de la respuesta generada en el organismo de las aves, por lo que optaron por seguir con la cría.

“A principios de 2006 el asunto se hace público en la propia Facultad de Veterinaria, donde estaba colaborando el anterior responsable sanitario del programa de cría de pinzones, que también ejercía como coordinador en Gran Canaria de la Sociedad Española de Ornitología (SEO). De manera totalmente sensacionalista se transmite a los medios de comunicación la idea de la peligrosidad de la viruela que ha contagiado al pinzón azul y se inicia una campaña en la que se argumenta la mala ubicación del Centro de Cría, muy cerca del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, supuesto origen de la infección”, recuerda Calabuig.

El desprestigio no acabó allí puesto que desde SEO se mandaron cartas a distintas instituciones para solicitar que no mandaran animales al centro del Cabildo de Gran Canaria, ello a pesar de que cuando los pinzones dependían del Gobierno de Canarias también presentaban esta enfermedad y la diagnosticaron, simplemente constataban que los animales tenían en las patas “picadas de mosquito” que nunca fueron analizadas.

En 2008, con tres ejemplares, y en 2009, con siete, se solicitaron las primeras sueltas de pinzones, pero estas fueron denegadas por el coordinador de Medio Ambiente en Gran Canaria, que en aquella época era Gorgonio Díaz. A pesar de estas dificultades, el pinzón azul salió hacia delante y en 2010 tuvo lugar la primera suelta. En total, en tres años, hasta 2012, se lograron liberar 48 pájaros. “Al ritmo que iba el repoblamiento de los pinares con pinzones sería histórico”, estima Calabuig, y agrega que “si no fuera por la mano negra del Gobierno la isla tendría toda la cumbre llena de pinzones, repoblar la Caldera de los Marteles, Montañón Negro, los Pinos de Gáldar y Tamadaba estaba al alcance de la mano”.

¿Qué pasó para que un trabajo que comenzaba a tener frutos se parara de golpe?, pues el enésimo boicot por parte del Gobierno canario, según insiste en denunciar el veterinario que ha hecho del pinzón azul su causa. En 2012, cuando solicitaron los permisos del Ejecutivo autonómico para realizar la suelta de 24 pinzones en cuatro tandas, el Gobierno se lo prohibió alegando que esta liberación iba a generar una catástrofe genética en la cumbre porque entre los emparejamientos se les había colado un cruce entre un abuelo y una nieta. La liberación de tres tandas antes de que llegara la autorización pertinente hizo que Calabuig fuera expedientado por la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, en manos de María del Mar Arévalo (PP). Sin embargo, un estudio publicado posteriormente demostró que los ejemplares liberados tenían una diversidad genética superior a la que tenía la propia colonia de Inagua, tal y como advirtió el veterinario insistentemente. El índice de heterocigocidad de las crías era del 0.8% cuando en la población salvaje era del 0.73%.

Expedientes y lucha en los juzgados

Expedientes y lucha en los juzgadosEste expediente lo recurrió y el instructor del mismo concluyó que Calabuig no tenía intención de desobedecer a un superior y alabó la acción realizada por el coordinador del proyecto porque con su actitud se evitó que ejemplares de una especie en peligro de extinción murieran. “Desobedecí por ser fiel a mi código deontológico como veterinario”, apunta.

Hasta en tres ocasiones el veterinario tuvo que ir a los juzgados a defender sus derechos, y en todas las ocasiones la Justicia le ha dado la razón. En 2012 fue apartado de la coordinación del programa de recuperación del pinzón azul, pero en 2016 la Justicia obligó al Cabildo a reponerlo al frente del mismo, cosa que aún no ha cumplido. “El Cabildo asume lo que le dice el Gobierno”, subraya.

La relación con el Ejecutivo autonómico se tensó más desde el pasado verano, cuando Calabuig contó en unas charlas en el Colegio de Veterinarios de Las Palmas toda esta serie de boicots que ponen en peligro al pinzón azul. Lo hacía a título personal, no como trabajador de la Corporación insular, pero aclara que desde entonces la Viceconsejería de Medio Ambiente, en manos de la licenciada en Filosofía Blanca Pérez (CC), le tiene apartado. “No voy a reuniones, no me dan los datos que pido, me entero por la prensa de todo...pero sigo cobrando como si estuviera en el cargo”, se lamenta Calabuig, que a lo largo de su discurso hace hincapié en que se están desaprovechando los fondos destinados a la recuperación de este ave.

Con todo esto concluye que el objetivo final de este boicot es el cierre del Centro de Cría de pinzón azul que existe en Tafira, que se pretende dar por “amortizado” y que ahora mismo parece un “geriátrico”. En los últimos seis años la suelta pinzones se ha derrumbado. Si en 2012 se liberaron 24 ejemplares, al año siguiente solo lo hicieron seis. A ello hay que sumarle que tampoco se han rejuvenecido los ejemplares en cautiverio, algo que Calabuig opina que se está haciendo en contra de las normas del plan de recuperación y del proyecto Life.

Esta afirmación la mantiene porque en 2013 el Gobierno de Canarias elaboró el Plan de Recuperación del Pinzón Azul de Gran Canaria, el cual es coordinado por el Ejecutivo autonómico pero ejecutado por el Cabildo. En este documento se recoge que, entre las prioridades altas del mismo está “continuar con el desarrollo del programa de cría en cautividad de cara a la obtención de ejemplares viables para su liberación en el medio” y “mantener una población cautiva genéticamente viable y demográficamente estable”, algo que es imposible de conseguir con animales envejecidos, de hecho, de las 15 parejas que hay, solo dos tienen capacidad reproductora. “En cinco años no han cogido ni un pájaro...si en 2012 supuestamente se había cometido una catástrofe genética en Tafira, ¡cómo es posible que no se haya cogido ningún pájaro para solucionarla!”, exclama.

Este plan de 2013 concluye en noviembre de este año. Para el experto es un “disparate” porque en él se opta por las traslocaciones, es decir, capturar pinzones en un pinar y soltarlos en otro. “En teoría funciona, pero los pájaros tienen la filopatría,  que es algo que induce a un ave a volver al lugar donde nació a reproducirse, y los pinzones tienen mucha. Hemos visto cómo en Inagua han vuelto con los árboles quemados, es tan fuerte la filopatría que si los sueltas en la cumbre vuelven a Inagua. En 2016 se cogieron 20 pájaros en Inagua, se soltaron en la cumbre y solo quedan una hembra y tres machos en la cumbre. Puede ayudar, pero no se puede despreciar la cría en cautividad”, defiende Calabuig.

Este periódico ha preguntado al Gobierno de Canarias sobre este caso, pero desde la Viceconsejería de Medio Ambiente han declinado hacer declaraciones remitiendo a un texto relatando el trabajo realizado. Este escrito no ha llegado ocho días después. Los responsables de comunicación tampoco trasladaron a Gorgonio Díaz las denuncias de Calabuig para recabar su versión del boicot al trabajo de recuperación del pinzón azul grancanario.

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