Desde que se inauguró la plaza de España de Santa Cruz en el verano de 2008 se ha venido produciendo de forma invariable un curioso fenómeno. Es rara la semana en la que los operarios municipales de jardines no tienen que reponer los cactus que se sitúan en dos de los tres vanguardistas pabellones diseñados por los arquitectos suizos Herzog & De Meuron. Precisamente, en estos momentos quedan cinco boquetes en los que hasta hace poco se encontraban otros tantos ejemplares en lo que parece ser una consecuencia más de la resaca de los carnavales.
Los jardineros están resignados y cada cierto tiempo vuelven a reponer pacientemente los ejemplares arrancados. Algunas veces estos aparecen justo al lado lo que da idea de que se trata tan sólo de una gamberrada pero en otras seguramente han ido a parar a la casa de algún vecino de Santa Cruz. O del extranjero porque también se ha visto a algún que otro turista haciéndose con estas plantas que deberán llamarle la atención por su exotismo.
“Ahora mismo hemos visto que faltan cuatro o cinco. Pero esto ya es bastante normal. A veces se pasa un mes sin que desaparezca ninguno pero al final siempre vuelve a ocurrir”, indica uno de los jardineros que se ocupa del mantenimiento de la plaza de España. El tiempo de reposición es variable. En general se intenta que sea “lo más pronto posible” pero tampoco hay demasiada prisa sabiendo la suerte que le esperan a estas plantas. “Es muy parecido a lo que ocurre en navidades con las flores de Pascua”, indica este jardinero. Lo curioso es que no siempre resulta fácil extraerlos. Por ello, desde el Ayuntamiento se sospecha que hay gente que viene perfectamente preparada con sus guantes y demás utensilios para hacerse con los grandes cactus.
En otro de los pabellones está ubicado el centro insular de información turística, una de cuyas empleadas indica que el robo se extiende a todo tipo de plantas. En este caso la institución encargada del mantenimiento es el Cabildo cuyo jardinero procede a reponer las especies todos los martes y jueves. Pero estas instalaciones parecen haberse convertido en una invitación a la trasgresión. Cada cierto tiempo tienen que desalojar a personas y sobre todo turistas que se suben a los tejados para coger sol o deben soportar el triste espectáculo de algún indigente que hace de las suyas en este entorno sin que nadie haya decidido intervenir aunque sea por motivos humanitarios. Tanta desgracia se contrapone al lujo de las instalaciones.
Tan sólo una de las sillas en las que se sientan las encargadas de dar información a los turistas cuesta 3.000 euros, las bombillas interiores otros 300 y las exteriores 600. Precisamente, uno de los principales temores que se tenía cuando se inauguró la plaza era que estas lámparas fueran objeto del vandalismo. Sin embargo, la vida siempre supera a la ficción y ni una sola de ellas ha sido víctima de las pedradas. Eso sí, muchos vecinos demandan que al menos las laven de vez en cuando. Al final las que han sido objeto del gamberrismo son las plantas pero de forma selectiva. Ya que a nadie parece interesarles las que están situadas al final de la plaza, sino sólo las del techo de los pabellones.
Otro de los pabellones permanece totalmente vacío y en su techo se sitúan algunos de los cactus que son cíclicamente robados. En el tercero se encuentra un bar y una tienda de recuerdos para los turistas. La encargada no muestra ninguna sorpresa cuando se le pregunta por el robo de plantas. “Eso ha ocurrido siempre desde que inauguraron la plaza. Parece que son muy fáciles de quitar porque sólo es un agujero en el que encajan la maceta. Ahora mismo hay varios huecos vacíos. No todos los días pero cada cierto tiempo desaparecen aunque la verdad es que los reponen con bastante rapidez”. No hace falta decir que el robo de plantas de la calle se considera un acto de vandalismo que implica una sanción que oscila entre los 90 a los 600 euros.
Los pabellones junto con el gigantesco lago son los elementos fundamentales, más llamativos y que más controversia originaron tras la remodelación de la plaza España llevada a cabo según el diseño de los arquitectos suizos. Una vez que en los próximos meses se inaugure la segunda fase el espacio se verá incrementado en casi el doble aunque lo cierto es que falta aún el dinero para culminar la explanada que ahora quedará libre y por la que tan sólo transcurrirá una vía de un carril y único sentido.