El técnico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ramón Ortiz ha aclarado que las nuevas manchas que durante la tarde de este jueves se han ido produciendo cada vez más cerca de la costa de La Restinga están asociadas a la salida del magma por otras partes de la misma fisura que lleva días abierta.
Así, aunque en un primer momento se habló de nuevas fisuras, Ortiz aclaró que lo que sucede es que “hay una fisura de varios kilómetros y sale el magma por un lado o por otro”. Ortiz compareció junto al director general de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias, Juan Manuel Santana, como miembros de la dirección del Plan de Protección Civil por Riesgo Volcánico (Pevolca).
Santana explicó que, por ahora, “se mantienen las medidas de protección que se han ido decidiendo: semáforo rojo en La Restinga y amarillo en el resto de la Isla”. Además, el responsable autonómico de la gestión de la crisis sismovolcánica anunció que, por ahora, no se va a abrir el túnel de Los Roquillos, como han pedido tanto el Cabildo como los ayuntamientos de la Isla. “Nuestra obligación es la seguridad de las personas, no atendemos a otra serie de criterios”, dijo.
Respecto a las manchas que se observaban esta tarde desde La Restinga, donde parecía que el magma volvía a salir en línea recta hacia el Este, cada vez más próximo hacia la costa, Ortiz aseguró que este fenómeno es la conocida como inestabilidad Rayleigh-Taylor, con la que “en vez de salir siempre por el mismo sitio, ahora sale por un sitio y luego por otro”.
El científico del CSIF aclaró que todas las posibilidades están abiertas en cuanto a lo que pueda pasar con la fisura. “Si se va a aguas más profundas no se va a ver nada”, ya que más allá de los 500 metros de profundidad la presión del agua impide que salga nada. Al existir una mancha, Ortiz se arriesgó a calcular que debe estar la fisura a una profundidad de 200 metros, ya que para que se observen manchas debe estar entre 150 y 500 metros.
“En el momento que el magma subiera más y tuviese sólo 40 ó 60 metros de agua encima estaríamos en el momento más peligroso en el que ya habría muchas explosiones”, añadió.
La presencia científica en la zona para estudiar la evolución del fenómeno se prolongará las 24 horas del día “con vigilancia instrumental y visual para poder detectar si comienzan a aparecer signos que nos indiquen que el magma está muy superficial”, explicó Ortiz..