Investigadores del Equipo de Geología y Geofísica del IEO en Madrid y del Grupo de Investigación Consolidado de Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona han publicado en la revista Geology, editada por la Geological Society of America, un trabajo en el que se detalla la evolución morfológica y de los volúmenes de material emitidos durante la erupción submarina que se inició hace un año en la isla canaria de El Hierro.
El trabajo se basa en los datos obtenidos durante las seis campañas geológicas realizadas a bordo del buque oceanográfico Ramón Margalef, perteneciente al IEO, que se desarrollaron entre el 24 de octubre de 2011, 15 días después del inicio de la erupción, y el 24 de febrero de 2012.
Los científicos han calculado que el volumen total de material expulsado por el volcán ascendió a 329 millones de metros cúbicos, lo que equivale a más de 120.000 piscinas olímpicas. “Un volumen muy modesto”, explica Jesús Rivera, responsable de las primeras campañas Bimbache y coautor del trabajo. “Para construir una isla como El Hierro, se precisarían unas 9.000 erupciones similares a ésta, espaciadas unos 125 años cada una”, apunta Rivera.
El trabajo, que se publica cuando se acaba de cumplir un año del inicio de las campañas de investigación, ha sido calificado por los revisores científicos de la revista como un “excelente análisis de la única erupción submarina observada en las Islas Canarias y uno de los muy pocos casos reportados en todo el mundo”. Apuntaron además que “pocas erupciones submarinas activas han sido tan documentadas y aún menos se asocian a este tipo de monitoreo continuo que permite realizar mediciones cuantitativas de las tasas de erupción y de la destrucción del edificio”.
El equipo científico concluye que el crecimiento de El Hierro corresponde a miles de pequeñas erupciones similares a la última, que aportan modestos volúmenes de material, mientras que la destrucción del relieve proviene de colapsos masivos de los flancos de la estructura de la isla.
Este trabajo constituye un importante avance en el conocimiento de la formación de las Islas Canarias y, además, será muy útil en el diseño de programas de monitorización futuros y en la asesoría de los riesgos que estos eventos implican.