Esta tinerfeña que reside en la Isla desde hace 28 años considera que los políticos, después de dos mandatos, deben dejar el cargo y 'tomar tierra', es decir, regresar a su puesto de trabajo y conocer el día a día de los ciudadanos. Su máxima preocupación, en estos momentos difíciles, son sus dos hijos y el futuro de España, que ve “bastante oscuro”. Le encantan los bubangos rellenos que hace su madre. El tiempo libre lo invierte en devorar libros. Se declara un ser político con vocación de servicio público.
¿La crisis le ha obligado a modificar algún aspecto de su vida?
Sí. Ahora todos estamos ganando menos, los funcionarios también. Y al ganar menos y tener dos hijos en paro, con carreras y másteres, pero sin trabajo, y verme en la obligación de ayudarles, pues modificas tus hábitos, tus gastos y toda la vida en general. Llega un momento en que te planteas qué es lo primario y qué lo secundario, y ahora lo primario son mis hijos.
¿Echa de menos su etapa como diputada nacional del PSOE?
Sí que la echo de menos porque fue apasionante, pero ahora, la política, y los políticos, están en el punto de mira y quizá este es un buen momento para no ejercer cargos públicos. Pero, insisto, sí que la echo de menos porque fue un trabajo intenso y apasionante que, indudablemente, me enriqueció en todos los sentidos.
¿Su presencia en Madrid fue útil para los palmeros?
A mí no me toca hacer esa valoración, le correspondería a los palmeros, pero sí es cierto que había muchas obras que estaban encasquilladas, como el Circo de Marte que llevaba 20 años parado y que se terminó; también se pusieron en marcha y se finalizaron diferentes actuaciones en Costas, la Avenida Marítima, el Museo de la Seda de El Paso... Tengo que decir que estos logros se alcanzaron con la colaboración del entonces senador Anselmo Pestana. Es verdad que fue una época en la que económicamente íbamos bien y era fácil impulsar proyectos. También participé en iniciativas relacionadas con la medicina y el medioambiente que me dieron mucha satisfacción. Cualquier persona puede entrar en la página web del Congreso de los Diputados y ver mi labor.
¿Sigue los dictados de la moda?
Sí pero no. Es decir, tengo una forma de vestir bastante particular, y, aunque me interesa la estética en general, no soy una esclava de la moda, porque soy incapaz de gastarme millonadas en hacer compras, pero sí me gusta ir armónicamente y sincronizada desde el punto de vista de los colores.
¿Le gustaría volver a ocupar un cargo público?
-Una vez que entras en política, ese gusanillo lo llevas siempre dentro. Soy un ser político, pero ocupar de nuevo un cargo público es algo que tendría que analizar cuando me lo plantearan los órganos del partido. Con 54 años, he decidido vivir al día. Mi profesión es médico y ahora me dedico al cien por cien a la medicina. Si en algún momento el partido decide que debo estar de nuevo en la primera línea, me lo plantearía y, probablemente, como tengo vocación de servicio público, aceptaría. Pero ahora no puedo contestar a esa pregunta porque todo dependería del momento en que eso ocurriera.
¿Se ha sentido siempre apoyada por su partido?
No. No me he sentido apoyada. Pío Cabanillas decía 'al suelo, que vienen los nuestros'. A veces, en política, se dan sentimientos tan humanos como la envidia, las pasiones, el 'quítate tú que me pongo yo', los rencores... Eso a mí me afectó muchísimo, pero ya lo tengo superado. Aunque a veces no me he sentido apoyada, también tengo que decir que cuando tuvieron que hacerlo para ir en determinados puestos, lo hicieron, y lo agradezco. En otras actitudes que hubo alrededor de mi vida política, no puedo decir lo mismo, pero esto va más en relación con la calidad de las personas que con el propio partido.
¿Cuál es su plato preferido?
Probablemente, las papas y los bubangos rellenos de mi madre, que a mí me salen clavados, igual que a ella.
¿Ve al PSOE fortalecido a nivel insular?
Está empezando a fortalecerse. Estamos en un proyecto nuevo en el que veo gente con muchísimas ganas de acercarse a los ciudadanos y de ser sus portavoces, de estar en contacto directo con la realidad, con la calle, de escuchar, que es lo que están pidiendo los ciudadanos. Repito que estamos en un mal momento para la política, porque se tiende a pensar que se ocupan cargos públicos solo para ganar dinero, y tengo que decir que no es mi caso ni el de muchos otros, que tenemos nuestra profesión y nuestro sueldo, a veces superior al de político. Lo hacemos por una vocación de servicio público y porque realmente creemos en las políticas de izquierda y en las políticas sociales.
¿Cuál ha sido su último viaje?
A Nueva York. Creo que es la quinta o la sexta vez que viajo a esta ciudad. Me apasiona. Me gusta el arte y me encanta recorrer sus museos. Pero creo que va a ser la última visita en mucho tiempo.
¿Cómo ve el futuro de España?
Pues mientras esté gobernando el PP, bastante oscuro. En los ocho años de gobierno del PSOE hubo errores que hay que reconocer, pero las cosas se hicieron bien. El PP entró a gobernar mintiendo, y la primera mentira es que iba a acabar con el paro, y en menos de un año llevan más de un millón de desempleados más, y sobre todo jóvenes que están emigrando, y no se le ocurre otra cosa a los cargos públicos del PP que decir que la juventud se va del país porque es aventurera. Estamos en la misma situación que cuando Machado decía 'qué triste un país cuando sus máximas inteligencias tienen que emigrar'. Eso era en el año 39 y se vuelve a repetir. Nos encontramos inmersos en una época de inmensa tristeza, y siento decir que la derecha siempre ha gobernado para ella. Primero se enriquecieron con el cemento y ahora le han puesto el ojo a la sanidad. Están acabando con todas las políticas sociales. España va mal, y esto lo perciben los ciudadanos.
Usted es una lectora empedernida ¿Qué libro está leyendo?
Estoy leyendo dos, pero uno lo hago apasionadamente: 'Los desorientados', de Amin Maalouf, el autor de 'León el Africano', un escritor árabe que vive en Francia y que a mí me apasiona. Relata un encuentro de culturas bizantinas, de antiguos amigos con distintas religiones que se reencuentran pasados 30 años; hablan de lo que ha pasado en el mundo, de las aspiraciones que tenían en su juventud y de lo que han llegado en la vida. Es un libro precioso que recomiendo.
¿Los políticos son una casta?
No, aunque hay castas dentro de la política. Sobre todo hay que tener mucho cuidado con esa especie de adicción que se crea en torno a la política, en el sentido de que hay personas que se perpetúan en distintos cargos a lo largo de muchos, muchos, muchos años y debería haber un tiempo límite. Yo pienso lo mismo que la calle, que uno cada ocho años debe volver a su trabajo, tomar tierra, estrechar el contacto con la realidad. Después, hasta podría ser conveniente regresar a la política, pero ya sin esa sensación que tienen los ciudadanos de que estamos por encima del bien y del mal; trabajando, cumpliendo un horario laboral, sabiendo lo que sufren las personas es como realmente puedes sentir empatía con ellas.
¿Qué es lo que menos le gusta de La Palma?
Probablemente lo pequeña que es, pero no en sus dimensiones físicas, que me parecen las justas, si no en la amplitud de miras, porque todo aquí se amplifica demasiado, cualquier cosa pequeña se hace enorme y circula de boca en boca una misma mentira, y después se olvidan de esa y vuelven con otra. Sé que hay gente que le puede molestar que yo diga esto, pero es la pura realidad.
¿Cree que está justificado el descrédito de los gobernantes?
Está muy justificado porque hay mucha corrupción que, a veces, parece que está implícita en la política. No puedo dejar de citar el caso de Carromero, este pibe de juventudes del PP que, más allá del juicio que haya tenido en La Habana, que se puede cuestionar, no es normal que llegue a España y se le reciba casi con una banda de música, y que a los diez minutos de estar en la cárcel se vaya para su casa, porque eso no le pasa a ningún preso normal de este país. Ese tipo de diferencias y de sutilezas no se pueden permitir en política. Tampoco se pueden permitir con la monarquía, con el trato que se le está dando a Iñaki Urdangarín, porque la Constitución dice que todos somos iguales ante la Ley. Yo siempre digo que mientras los tres estamentos del Estado, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, no sean independientes unos de otros, no estaremos en una democracia de verdad.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Además de leer, me gusta el cine, me apasiona el mar y la playa, practicar deporte, aunque reconozco que soy bastante gandula, pero me gusta porque me mantiene la mente despejada; me encanta también la música, el arte? En mi tiempo libre hago muchísimas cosas, pero ahora, sobre todo, leo.
¿Está a gusto en su trabajo como médico del Servicio de Urgencias del Hospital?
Estoy muy a gusto como médico de Urgencias del Hospital porque yo siempre he dicho que ante todo soy una profesional de la medicina. Es mi vocación y me siento tremendamente satisfecha con la realización de mi trabajo.
¿Cómo ve la sanidad pública en la Isla?
Si la comparamos con otras comunidades, está relativamente bien. Ahí tenemos el ejemplo de Madrid, donde se está desmantelando y privatizando la sanidad pública. En La Palma, por supuesto, existen fallos. Hay listas de espera, consultas saturadas, quejas por la anulación de citas? Se tienen que mejorar muchas cosas, pero si nos comparamos con otros territorios del Estado, probablemente la sanidad en La Palma no es de las peores.
Dígame alguna cosa que le gustaría hacer y que no haya hecho.
Conocer un país árabe, porque nunca he tenido la ocasión, a pesar de que he viajado mucho. Soy una apasionada de la literatura árabe, me gusta mucho Maalouf y otros escritores y me gustaría poder visitar Egipto, Turquía o Marruecos.
¿Qué le quita el sueño?
En este momento, mis hijos, y este país, que lo llevo en el alma. Algunos días no quiero ver la televisión para no entristecerme con todo lo que está ocurriendo.