(Esta noticia sustituye a la anterior por el mismo tema y con un cambio en el primer párrafo a petición de la fuente informante debido a un error en la nota de prensa remitida)
Reabierta la capilla de San Pedro de Arriba en Güímar (Tenerife) tras restaurar sus pinturas murales
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 21 (EUROPA PRESS)
La capilla de San Pedro de Arriba en Güímar (Tenerife), de 1765, ha vuelto a abrir hoy sus puertas tras 14 meses de obras de restauración de las pinturas murales del templo que estaban deterioradas “debido a la humedad y al paso del tiempo, que hacían que la pintura ya prácticamente no se veía”.
Así lo informó hoy el obispado nivariense, que indicó que a mediodía de este domingo se procedió al traslado, desde el templo matriz de San Pedro de Güímar, de la imagen de San Pedro, 'el Chiquito', donde ha sido custodiado durante el tiempo que han durado los trabajos.
Una vez llegó la imagen a la plaza del templo, el vicario general, Antonio Pérez, hizo entrega de los nombramientos de los nuevos mayordomos y camaremas, tanto de la imagen como de la ermita.
La Diócesis señala que fue “un momento emotivo” para recordar a la familia Miranda, sacristanes y camareros durante muchas décadas han custodiado la Capilla y cuya última representante, María Miranda Rodríguez, falleció justamente durante la realización de estas obras de restauración. A ella se refirió en varias ocasiones el párroco, Rubén Fagundo. A continuación, se procedió a la apertura de las puertas de la capilla, pudiéndose observar entonces las obras de restauración.
“ALIMENTAR LA FE Y FORTALECER EL AMOR”
El vicario, durante la homilía de la Misa, haciendo referencia a las pinturas murales pidió a todos “alimentar la fe, consolidar la esperanza y fortalecer el amor”. Pérez hizo una llamada a mantener la esperanza en tiempos de crisis, en muchos ámbitos de la vida, y a “no perder la fe, pues vale la pena ser creyentes, proponer la fe en Jesús y vivir la caridad”.
“Por mucho que quieran rebajarla, la caridad, el amor --prosiguió--, es la columna vertebral, el corazón mismo de la fe católica, el cual ha de expresarse en servicio por los demás y en trabajo esperanzado por un mundo y una Iglesia nueva y mejor. ”Cuando todo desaparezca, enfatizó, quedará la caridad“.
Tras la Eucaristía, el párroco y el alcalde elogiaron, en sendas intervenciones, el celo de este barrio de Güímar, que ha hecho posible que hayan sido restaurados estos murales, y al mismo tiempo la talla del Cristo de la Columna que tanta devoción despierta en los fieles que se acercan a la Semana Santa de Güímar. Un almuerzo fraterno, puso fin a primera hora de la tarde, a una emotiva jornada.
EN UNA EXPLOSIÓN
Los murales que se han restaurado son obra de Ubaldo Bordanova, un pintor madrileño de la segunda mitad del siglo XIX, conocido en Canarias por su trabajo en el templo del Salvador de Santa Cruz de la Palma.
Estos habían sufrido durante el final de la Segunda República una explosión que dañó las pinturas llenándolas de metralla. Los murales representan las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Dicha restauración, por la que han luchado intensamente tanto los vecinos del barrio como los distintos grupos del Consistorio municipal, ha sido sufragada por la Consejería de Cultura del Cabildo de Tenerife y realizada por el equipo de restauradores de Elisa Campos y Pedro Torres, que han devuelto al lugar “el esplendor sus pinturas sobre las virtudes teologales”.
El edificio, que desde el 21 de febrero de 2006 cuenta con la categoría de Bien de Interés Cultural, fue construido en el año 1794 y desde ese momento cumple con la función de ser el centro de las celebraciones de San Pedro en los años pares.
Entre sus bienes muebles destacan un cuadro de la Cátedra de San Pedro, la imagen de San Pedro El Chiquito (réplica del patrón del municipio realizado por Ezequiel de León en 1956) y dos espléndidas esculturas que participan en la Semana Santa güimarera y que cuentan con una gran devoción el citado municipio: el Cristo Atado a la Columna (Miguel Espuig, Valencia 1960) y la Virgen de las Aguas (Francisco Romero Zafra, Córdoba, 2006).