Diez meses de aislamiento, desinformación y con un peligro que no se ha atajado todavía. Es el clamor general de los vecinos de la aldea de Tunte, en el centro de Gran Canaria, a menos de tres meses para que se cumpla un año del cierre de la carretera que da acceso al pueblo, la GC 60, en el punto kilométrico 25, margen derecho. Un cierre que, según los vecinos, se hizo tan mal como todo lo que ha venido después: “una mañana, en medio de un acto de las Fiestas en honor a Santiago, alguien del ayuntamiento cogió el micrófono y dijo que al día siguiente se cerraría la carretera del pueblo, sin mayor explicación”, señala Javier Reyes, dueño de la gasolinera que hay a cincuenta metros del mismo corte.
Desde entonces, su negocio registra pérdidas del 60%. “Las excursiones de motos y turistas ya no pasan por aquí” apunta Javier, propietario también de un bazar que, diariamente, hacía una caja de 400 euros cuando la carretera estaba abierta y que, ahora, difícilmente logra cerrar la jornada con cuarenta euros. “Tunte ha pasado de ser un pueblo de tránsito a ser un pueblo fantasma”, sentencia Reyes, que en este tiempo ha presentado dos cartas al alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, sin recibir una respuesta concreta al respecto. No es el único empresario afectado, Jorge Santana, dueño de una ferretería, sostiene que “me he quedado sin la mayor parte de mis clientes, propietarios de fincas en la zona de Tejeda, Ayacata o San Mateo, que antes pasaban por aquí y ya no paran en el pueblo.” Otro gremio fuertemente afectado es el de la restauración y hostelería, hasta cinco restaurantes han cerrado sus puertas por la escasa clientela que recibían. Amado Ramírez, que registra pérdidas del 50% en su panadería, cree que “el ayuntamiento no ha dado la cara en todos estos meses pese a las numerosas quejas que han presentado de los vecinos de Tunte”.
El cierre se llevó a cabo el 26 de julio del año pasado para proteger el conocido Roque de la Cruz, a la entrada de Tunte, y evitar posibles desprendimientos. Sin embargo, debajo de la marquesina que está situada a la izquierda de este corte, fuera de la zona protegida, se observan, a simple vista, unas rocas desprendidas en una zona que no forma parte del perímetro de la obra. Vecinos como Manuel López, que ha trabajado como barbero toda su vida en Tunte, insiste en advertir que el peligro se mantiene activo. “Nos tienen encerrados en una jaula para evitar un riesgo de desprendimiento que permanece abierto, pues no han protegido la zona en la que sí se han producido derrumbes”.
Las obras de estabilización del talud en la carretera comarcal de Tunte fueron solicitadas por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana al Cabildo de Gran Canaria, institución que adjudicó estas obras por 939.933 euros a la empresa Hermanos Santana Cazorla con un plazo de siete meses de ejecución. El consejero insular de Obras Públicas e Infraestructuras del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Sánchez, ha respondido que el retraso en las obras es resultado de una modificación del proyecto inicial, debido a que el terreno para el anclaje de la malla protectora ofrecía mayor inestabilidad que la que arrojaron las catas iniciales. “La empresa tuvo que presentar un nuevo proyecto al Cabildo para su aprobación, y eso generó un retraso considerable y que las obras no hayan ido al ritmo que nosotros inicialmente teníamos previsto”, afirmó el consejero en declaraciones a
El consejero y el alcalde de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, han asegurado que los trabajos se reanudarán esta semana para que puedan concluirse antes del 8 de agosto, un compromiso que han obtenido por parte de la empresa concesionaria.
Plataforma vecinal para reparar daños
El cierre de la carretera durante diez meses y el estrangulamiento de la economía del pueblo han llevado a los vecinos a agruparse en torno a una plataforma que lleva recogidas unas 1.500 firmas. “Tenemos que desviarnos dos kilómetros y medio para llegar al pueblo por la zona de Las Lagunas, una carretera que carece de señalización y de luces por la noche”, comenta Rodrigo Ramos, miembro de la plataforma de vecinos. “Aquí lo único que se ve es, de vez en cuando, algún turista perdido dando vueltas al que tenemos que orientar para salir del pueblo”.
El objetivo de la plataforma, según manifiestan los vecinos, es lograr que el Cabildo de Gran Canaria apruebe un plan de medidas para los afectados por este corte, que han sufrido pérdidas irreparables en sus negocios durante diez meses. Éste es su proyecto a largo plazo, de momento, tienen toda su atención puesta en este jueves 16 de mayo y en ver si, tal como ha señalado el consejero Carlos Sánchez, se reanudan en esta fecha los trabajos para la extensión de las mallas en el talud.